miércoles, 19 de junio de 2013

LA CONSTRUCCIÓN DE CHIMENEAS



La chimenea es una de las partes más bonitas de una vivienda y lugar de reunión familiar especialmente cuando hace mucho frío y sienta bien estar cerca de un fuego para calentarse. Se ha construido desde todas las épocas, y se ha procurado hacer con material blando que no hiciera demasiada dilatación por efecto del calor de la combustión cuando queman los leños.

 

Hoy en día con la fabricación de ladrillos y morteros refractarios, se suele utilizar ese material, que resiste muy bien el calor, y además no lo transmite, con lo cual se puede hacer una chimenea a gusto utilizando esos materiales,  con lo cual para la parte de arriba deberá de estar formado por un tubo o cuadro que lleva el humo al exterior. Ese mortero refractario y esos ladrillos, son materiales muy difíciles de trabajar y que llevan mucho tiempo, tanto en ponerlos, como para estar pendientes de su limpieza, y esto hay que tenerlo presente, ya que por muy pequeña que sea una chimenea de hogar, puede llevar días en construirla, por lo cual existen unas chimeneas prefabricadas de las cuales sólo se trata de el albañil trate de unir y forrar las distintas piezas como si fuera un puzzle no demasiado complicado.

 

En la parte superior hay una cámara de humo, con un tiro que se mueve y que es como una tapa de se abre o se cierra mas, facilitando más o menos la entrada y salida de aire que se precisa para la combustión a la hora de quemar leña.

 

La salida de humos puede ser de ladrillo cerámico o simples bloques cerámicos o de cualquier otro material, del cual se aconseja que se haga siempre con yeso ya que soportan mejor muchísimo el calor de los humos en relación con los cementos. , sea en forma de cuadro o redondo, ya que en el exterior del tejado no se aconseja el yeso, gran enemigo de la humedad.

 

Ya cuando ese material de la salida de humos de la chimenea es de obra, es más difícil la limpieza del hollín, y además corre mayor peligro de rotura, con lo que hoy en día se aconseja que el interior de todo este saliente de los humos sea un cuadro de plancha metálica, revestido con obra, del cual también se aconseja dejar un margen para material aislante que puede ser fibra de vidrio, lana de vidrio, o grunos de perlita.

 


Y naturalmente para el acabado final del saliente por el tejado, se aconseja un buen acabado de sombrero de chimenea, que precisará de la mano artesana del albañil, aunque hoy en día existen muchos sombreros prefabricados de chimeneas para dar mayor rapidez al término de la obra. 


3 comentarios:

  1. LA CHIMENEA

    En torno a la chimenea
    las trébedes y morillos,
    yo oía cantar los grillos
    junto al fuego que la hornea.

    En las noches del invierno,
    sin radio y televisión,
    se hilaba conversación
    en un ambiente fraterno.

    La familia ante la mesa
    cenaba con parsimonia,
    como en una ceremonia
    donde de hablar no se cesa.

    Colgado estaba el caldero
    abetunado de hollín,
    cociendo entre un gran trajín
    de pucheros y de esmero.

    Hirviendo estaba el salvado
    para el cerdo y las gallinas,
    y unas aguas cristalinas
    para el íntimo lavado.

    Y de pronto una zorrera
    lagrimeaba los ojos
    y los dejaba tan rojos
    como luna tomatera.

    Y entraba en acción el fuelle
    y con la boca soplidos
    y el gato bufo y maullidos
    y aquella pobreza muelle.

    Y risas y muchas toses
    y el crepitar de taramas
    y de los pinos las ramas
    y alegría de las voces.

    Y las partidas de cartas
    y visitas del vecino
    y el porrón lleno de vino
    y engastar de historias sartas.

    Y el hablar de la cosecha
    y la compra del abono
    y la tristeza en el tono
    recordando alguna fecha.

    Y lectura de tebeos
    y lector del Buen Amigo
    y ser un mudo testigo
    de hechos de los Macabeos.

    Y si el ábrego furioso
    a las paredes mordía,
    su ululante letanía
    nos invitaba al reposo.

    Y se quedaba el rescoldo
    en la dulce chimenea
    y una lágrima aletea
    en el lecho en que me amoldo.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  2. LA CASA DE ADOBE

    La casa humilde de adobe
    y de tierra apisonada
    por el permanente sobe
    de los años de morada.

    Casa venida de herencias
    de los parientes lejanos,
    habitando sus presencias
    al alcance de las manos.

    Casa estrecha y alargada
    con bombilla en la cocina,
    alumbrando fragmentada
    oculta por una esquina.

    Con un contador chicharra
    durante él día apagado,
    dando de noche tabarra
    al ánimo sosegado.

    La cuadra visible al fondo,
    la mula cara asomada,
    integrada en lo más hondo
    con la familia soñada.

    Paredes enjalbegadas
    con la cal acostumbrada
    en las antiguas posadas
    de una vida reposada.

    Los bajos y las alturas
    con ocres se perfilaban,
    asombro de las criaturas
    que absortos todo miraban.

    Sobre el suelo se extendía
    de las vacas la boñiga,
    con un olor aquel día
    lejos del olor a espiga.

    El techo era de madera
    separador del doblado,
    donde estaba la pajera
    con el grano acumulado.

    De negro la chimenea
    con los troncos chispeantes,
    y llama que parpadea
    pucheros regocijantes.

    Nuestras madres hacendosas
    cubiertas con sus mandiles,
    de aquellas casas las rosas
    y aceite de sus candiles.

    Y cuando el viento que brama
    por rendijas se filtraba,
    nos calentaban la cama
    con ascuas que el tronco daba.

    De adobe la construcción
    del pobre que el pan amasa,
    con la mayor emoción
    os he descrito mi casa.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  3. LA CASA DE ADOBE

    La casa humilde de adobe
    y de tierra apisonada
    por el permanente sobe
    de los años de morada.

    Casa venida de herencias
    de los parientes lejanos,
    habitando sus presencias
    al alcance de las manos.

    Casa estrecha y alargada
    con bombilla en la cocina,
    alumbrando fragmentada
    oculta por una esquina.

    Con un contador chicharra
    durante él día apagado,
    dando de noche tabarra
    al ánimo sosegado.

    La cuadra visible al fondo,
    la mula cara asomada,
    integrada en lo más hondo
    con la familia soñada.

    Paredes enjalbegadas
    con la cal acostumbrada
    en las antiguas posadas
    de una vida reposada.

    Los bajos y las alturas
    con ocres se perfilaban,
    asombro de las criaturas
    que absortos todo miraban.

    Sobre el suelo se extendía
    de las vacas la boñiga,
    con un olor aquel día
    lejos del olor a espiga.

    El techo era de madera
    separador del doblado,
    donde estaba la pajera
    con el grano acumulado.

    De negro la chimenea
    con los troncos chispeantes,
    y llama que parpadea
    pucheros regocijantes.

    Nuestras madres hacendosas
    cubiertas con sus mandiles,
    de aquellas casas las rosas
    y aceite de sus candiles.

    Y cuando el viento que brama
    por rendijas se filtraba,
    nos calentaban la cama
    con ascuas que el tronco daba.

    De adobe la construcción
    del pobre que el pan amasa,
    con la mayor emoción
    os he descrito mi casa.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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