lunes, 31 de diciembre de 2012

EL BLOG “EL RINCÓN DE LOS CURRANTES”




No sabía de la existencia de ese blog, pero trata mejor que nadie el problema de los albañiles que sufrimos la lacra del paro en esos últimos años, en especial la epoca zapateril.

Trata de las vicisitudes de José Manuel Durán Román, un albañil andaluz con carnet de gruísta, que a consecuencia de la crisis económica, se quedó en desempleo y busca trabajo en el día a día, con todas las angustias que acompañan, y que más o menos nos lo explica cómo lo vive en cada una de sus entradas.

No es frecuente encontrar blogs de albañiles, pero ese es uno de los que vale la pena de leer y seguir, si se quiere tener contacto con la realidad del albañil actual, lejos de los fríos estudios y estadísticas políticas, en las que el albañil es completamente ignorado. Creo que es un blog que deberían de leer todos los políticos, para que conocieran de primera mano las penalidades, angustías y desamparo que sufren los currantes del ladrillo cuando tienen la mala suerte de quedarse sin trabajo.

El albañil gruísta nos explica con toda naturalidad, y al mismo tiempo con modestia, todos esos desagradables problemas que sufre un padre de familia al quedarse en paro, y que es siendo marginado y excluido por la sociedad, y que no recibe ayuda política de ningún tipo.

Es tal, pues, un blog recomendable, y que representa con toda su viveza el drama de los albañiles víctimas de la crisis económica, y olvidados por completo por los gobiernos y el resto de la casta política, que como bien hemos podido observar, sólo se preocupa de los funcionarios, el sector laboral más protegido gracias a disponer de nóminas vitalicias, dejando completamente excluidos a los trabajadores que sirven en empresas que están en la cuerda floja, y los parados cuyas ayudas son limitadas, al término de las cuales, se encuentran en el más absoluto de los desamparos.

Dicho blog en su momento ganó un premio al mejor blog de la provincia de Sevilla, lo que indica lo muy seguido e interesante que era.

Aquí os dejo el enlace para quien desee visitarlo y leerlo:





LOS “MAESTROS DE OBRAS”


La figura de los “maestros de obras” ya aparecen desde los gremios de la Edad Media, que incluso formaban logias masónicas agremiadas, y hasta mediados del siglo XIX las construcciones fueron llevadas a cabo por una gran mayoría de profesionales de formación empírica, la acumulada en los largos años de su ejercicio en el oficio y la experiencia que con ello adquirían naturalmente con sudor, trabajos y constante práctica; juntos a ellos operaban unos pocos maestros de obras y arquitectos, ingenieros o aparejadores titulados procedentes de escuelas reconocidas oficialmente de toda España.


Los profesionales de la construcción eran generalmente gente procedente del campo y de las clases sociales modestas que accedían al oficio para ganarse la vida con una base empírica y formados casi siempre en la tradición familiar o local, es decir procedían de familias donde ya tenían un albañil, o eran gentes que buscaban trabajo en las empresas de albañilería para la construcción de cualquier edificio, aunque se empezara como cantero o mampostero en una época que todavía no se conocía el hormigón armado y el ladrillo fabricado en gran escala por máquinas y curado en unos hornos. Era una época que se respetaba mucho la jerarquía y las categorías profesionales, cosa que beneficiaba a todos en el sentido de “hacer carrera”. 


Esencialmente se empezaba como pinche, aprendiz o peón, y se aprendía a levantar un edificio, la utilización adecuada de los materiales a emplear, la destreza en el manejo de las herramientas, nociones sobre elementos artísticos e interpretación de croquis, dibujos o planos, hasta que el aprendiz tras años de duro trabajo se convertía en un gran albañil experimentado capaz de levantar las paredes o muros bien rectos y anivelados, y con la experiencia adquirida y mucha imaginación e ingenio en la ejecución de todo tipo de construcciones, acababa por convertirse finalmente en un “maestro de obras” capaz de ejecutar cualquier tipo de construcción, aunque fuera autodidacta, y aunque algunos aparejadores de entonces, tenidos también por “maestros de obras” que trabajaban en el tajo junto a los demás albañiles, también completaban su formación con las enseñanzas de academias oficiales, estudios y superación de pruebas para obtener los correspondientes títulos de aparejador, agrimensor, o maestro de obras, estudios basados en matemáticas con mucha geometría, nociones de física, técnicas de dibujo, y cultura general, junto con demás nociones arquitectónicas. 


A pesar de eso, eran muchos los albañiles, que aunque fueran semi-analfabetos, se habían convertido en muy buenos profesionales y artistas de la construcción, algunos incluso con diseños y proyectos propios que sabían dibujar a modo de croquis encima de un papel, con lo cual muchos incluso construían para ellos o para particulares sin necesidad de arquitecto o de aparejador, y cuando esos eran necesarios, los albañiles “maestros de obras” sabían tan bien de su propio oficio, que sólo necesitaban a los arquitectos o aparejadores para que firmaran los planos y los trámites, sin necesidad alguna de que supervisaran las obras. Seguro que algunos de vosotros conoceréis algún albañil ya jubilado que se hizo su propia casa los fines de semana, sin necesidad de arquitecto o aparejador, y que la casa le salió destacada y envidiable en comparación a la de los otros vecinos. Hoy en día las estúpidas normativas vigentes de la saturada burocracia, impiden hacen ese tipo de cosas, y además lo ha encarecido todo muy considerablemente.


A principios de siglo XX, a pesar del retraso y el subdesarrollo la producción agrícola e industrial española generó riqueza y alimentó una nueva burguesía y clase obrera que constantemente invertía en construcción, ya que todos querían tener su casa propia. Era la época en que los albañiles podrían construir las viviendas domésticas más populares, de la pequeña burguesía, empleados y la clase proletaria con cierto poder adquisitivo que con mayor o menor esfuerzo que daban los encargos de levantar sus casas con las que albergar a sus familias. Lo hacían en una o dos plantas (con posibilidades futuras de ampliación) y extendidas por el nuevo espacio urbano de las ciudades y pueblos que constantemente hacían sus propios planes de urbanismo.


Esas viviendas de época que con un estilo propio por su sencillez, en muchos casos, llevaban algún sello de la corriente arquitectónica del momento, sobre todo de ese nuevo estilo que vino a llamarse modernista. De hace ya varias décadas, las casas tenían un gusto más decorativo, sobretodo en las fachadas, con los usos de balaustres, frisos, cornisas, etc…., todo sencillo pero con cierto toque artístico que dejaba el sello y estilo de los albañiles que lo construían, cosa que hoy en día ya se ha perdido, construyendo ahora las casas con más funcionalidad y con cierto predominio de la obra vista sencilla con ventanas y puertas de plástico o aluminio, así como ese nuevo y raro estilo arquitectónico que se ha venido a llamar “casas de diseño”.


Tras la Guerra Civil, el régimen de Franco quiso poner en la práctica aquello de “ni un hogar sin lumbre, ni un español sin pan”, creando un ministerio de la vivienda para procurar, fomentar, promocionar y que no faltara vivienda para las clases sociales más modestas, con la construcción de “casas baratas” o de “obra sindical del hogar” por toda España, que dio un gran impulso al oficio de la albañilería, sobretodo en los años del desarrollismo de los años 60-70 en la que casas y pisos crecían como las setas por toda la geografía española. Cientos de miles de españoles procedentes del campo y del proletariado urbano, se dedicaron a la construcción, llegando a ser el de albañil el más español y común de los oficios, siendo un motor económico de progreso muy importante, junto con el turismo, y creándose miles de pequeñas y medianas empresas de construcción, que indirectamente generaban muchos puestos de trabajo.




Las especulación inmobiliaria de la primera década del presente milenio, multiplicó las viviendas, pero dio lugar a la escasez de albañiles que no podían absorber toda la demanda de trabajo y por presiones políticas trajo consigo al sector del ladrillo innumerables normativas que han terminado por confundir los papeles y ya no se sabe ni dónde empieza ni dónde acaba lo de “maestro de obras”, aparte de habiéndose formado una especialización en el campo de la construcción, es decir, por ejemplo, existen albañiles especializados unos en poner ladrillos caravista, otros en encofrar, otros en poner tejas, otros en colocar alicatados en cocinas y baños,…siendo cada vez más difícil encontrar el albañil que sea un profesional de todo en general y que además sepa interpretar los planos de la parte facultativa y las normativas de los de prevención y riesgos. Con lo cual hoy en día la figura del “maestro de obras” está en clara decadencia y extinción, siendo complicada la coordinación de una obra en común, con tantas partes especializadas que naturalmente crean mucha confusión entre las distintas cuadrillas de albañiles, pues no queda muy claro donde empieza la competencia de los unos y termina la de los otros.





CONSTRUCCIÓN DE UN PUENTE EN 1917





Aquí vemos una construcción típica de albañiles: la construcción de un puente sobre un arroyo o riachuelo para comunicar mejor los caminos, en una época que se carecían de máquinas-grúas y todo se hacia manualmente y con mucho ingenio.

La imagen nos da una idea de los albañiles de la época y de los medios rudimentarios con los que disponían, como los palos o tablones de madera, cortados a medida según necesidades de encofrados, apuntalados, andamiaje, etc.. Se ve a los albañiles encima del puente, cuya construcción se ve ya muy adelantada.

ANDAMIOS A LA ANTIGUA



No es frecuente encontrar fotografías en la que se pueda ver cómo montaban los andamios antaño los albañiles, pero aquí he encontrado un caso ilustrativo del año 1929, en la que se ve el uso de tablones para montar los andamios, con clavos, y que en la época no había otra cosa, acompañada de otra foto sobre la misma casa ya construida, y ya en tiempos actuales tal como la vemos.

 

Hoy en día, si siquiera el propio “andamio español de borriquetas” es consentido por las actuales normativas, que exigen no se qué de homologaciones y condiciones, con lo cual la libertad básica de trabajo, imprescindible para poder trabajar bien y a gusto, ha sido cada vez más recortada, y hoy en día todo el mundo trabaja como puede, con la confusión de las normativas por delante.




Y como humor no falta en este blog, os inserto este llamativo anuncio de montaje de andamios que encontré por la red:  



viernes, 28 de diciembre de 2012

LOS SINDICATOS EN LA CONSTRUCCIÓN


A decir verdad, los sindicatos no sirven absolutamente para nada (salvo que a veces a los obreros les arreglen algún asunto legal, con ayuda de abogados del sindicato, cuando algún afiliado tiene algún tipo de problema), aparte de ser cómplices en cuanto se refiere a la puesta de molestas normativas como las de prevención, y los cuales siempre esperan suculentas subvenciones del gobierno para financiar sus locales, sus liberados, sus cursillos, los representantes de las empresas que muchas veces hacen como inspectores que ponen denuncias contra su propia empresa que le da de comer,  etc…, pero aparentemente en general no representan para nada a la clase obrera de los albañiles.


 Son sencillamente la institucionalización de una especie de mafia legalizada, que defiende sus propios intereses para poder vivir del chollo, a costa de los trabajadores que dicen representar y las empresas que tiene que pagar sus actividades de "representación sindical" completamente improductivas, porque así lo exige la autoridad laboral.


Los sindicatos sólo tienen sentido cuando el patrón es la empresa pública, es decir el gobierno que maneja el dinero de todos los ciudadanos. Y como que todo en la empresa pública los problemas se solucionan socializando las pérdidas, subiendo impuestos y sin despedir a nadie, sólo les viene bien a los empleados públicos la existencia de los sindicatos que representan y defienden sus intereses corporativistas.


 Cuanto más protestan, cuanto más daño público hacen, cuantas más manifestaciones, paros y huelgas, más consiguen que los gobiernos les suban las pagas obligándoles a firmar convenios de sueldos más altos y con mayores privilegios (que llaman “conquistas sociales”)  a costa del resto de los contribuyentes que pagan sus impuestos para financiar sus buenos sueldos de empleados públicos.




En los tiempos que corremos, se ha podido ver que los sindicatos más bien están callados y no hacen nada en absoluto ante el tremendo problema del desempleo y apenas tampoco hacen nada para pedirles al gobierno que cree puestos de trabajo o que prorrogue las subvenciones para los parados que no encuentran trabajo. Con el último recorte de las prestaciones a los parados, así como la rebaja de la cuantía de las mismas, los sindicatos no hicieron absolutamente nada para poner el grito al cielo, y cuando al parado se le acaba la prestación o la subvención, se queda en la más absoluta miseria, y así están millones de parados, sin que los sindicatos no hagan absolutamente nada para defender a esta gran masa de trabajadores sin empleo y desamparados.
 Tampoco están haciendo nada para que les suban la paga a los albañiles, con esa profesión tan dura y arriesgada que tienen que soportar; todo queda a merced del libre mercado, que anda en pos de la mano de obra que se ofrece al precio más barato, tanto más barata de encontrar cuanto más paro y crisis hay en la sociedad. Ya en la época del boom inmobiliario, de la bonanza de la economía sobrecalentada, los sindicatos no se preocuparon de pedir mejoras salariales para los albañiles, que les hubieran venido muy bien para incrementar su poder adquisitivo y con ello facilitar mejor la economía con un mayor consumo debido a un mayor poder de compra. Al no subirle los salarios a los albañiles, los empresarios y promotores inmobiliarios pudieron acumular grandes fortunas y hacerse ricos.


 Claro que con las jugosas subvenciones que reciben del gobierno no se pueden quejar mucho, y necesitan ese dinero para mantener sus sedes sindicales y los enchufados liberados que viven de ello, y por ello no pueden ser muy molestos con los gobiernos, y tienen que hacer más bien lo que el gobierno quiere, y ya no se lucha por los trabajadores, sobre todo los más necesitados que son los que están en el paro, sino que se trata de mantener los puestos de los sindicalistas liberados, que son pagados con las subvenciones de los gobiernos, es decir, el dinero que todos pagamos a través de los impuestos.


 El que paga manda, y siempre hay que obedecer “la voz de su amo”, que en este caso es el gobierno, a pesar de que de vez en cuando se convocan huelgas generales y manifestaciones, en la que sólo participan los piquetes, liberados y afiliados de las empresas públicas, siendo muy raro que participen en esas protestas los trabajadores del sector privado de la construcción, conscientes de que los sindicatos no les sirven para nada, como no sea pagarles una cuota de dinero que nadie quiera aportar si no se le garantizan beneficios y mejoras laborales.


 Las huelgas generales que convocan, más bien son “juergas” de los sindicalistas que chupan del bote, y lo tienen todo pagado con las subvenciones del gobierno, inclusive las pancartas que usan, los megáfonos, las banderas y banderines, las gorras, los folletos, los carteles que pegan en las paredes, los sprays para las pintadas, la silicona cierra cerraduras, los podiums de los discursos, etc....


 Y si no sabe de lo que da a conocer la prensa de lo bien que bien los líderes sindicales sin apenas dar golpe con los suculentos sueldazos que les da el gobierno, que se permiten  comprar una colección de rolex y demás relojes de lujo, o de ir a comer mariscadas en restaurantes de 5 tenedores, o de algunos que ocupan puestos en los consejos de administración de las cajas de ahorro, con retribuciones que superan el centenar de miles de euros anuales, tan sólo  por sentarse en su calidad de liberado sindical, en unas pocas reuniones al año.

NOTA: ES UNA FOTO CAMUFLADA

 Ese es el sindicalismo que tenemos en España, que para nada está para defender al obrero, y mucho menos a los parados; son sencillamente marionetas compradas y domesticadas por el gobierno que viven plácidamente de ello, no con el pico y pala de los albañiles, o en una cadena productiva de cualquier fábrica. También es sospechosa la complicidad del gobierno cuando tras las huelgas generales, con todos los destrozos causados y las violaciones de los derechos constitucionales hacia terceros que no desean participar en las huelgas, nadie pasa por los juzgados ni a nadie meten a la cárcel ni le piden responsabilidades. Eso sí: los destrozos a cargo de los contribuyentes y “si te he visto, no me acuerdo”.



Sorprende este país nuestro que cuando convocan un botellón en las redes sociales de internet, acuden cientos o miles de personas, pero para una manifestación sindical tan sólo acuden los sindicalistas a sueldo del gobierno mediante las subvenciones. Nadie siente aquí que se defiendan los derechos del obrero de la construcción que no son otra cosa que un trabajo estable y pagado al precio justo.


 Y los convenios se firman con la complicidad de la patronal, sin consultar apenas a la parte obrera, que para nada participa en la elaboración de convenios, en los que muchas veces se ponen unas condiciones que son difíciles de cumplir, como por ejemplo las referentes a los carnets, cursillos y normas de prevención, por citar unos ejemplos.


Solo hay que ver y preguntar a cualquier albañil si de verdad les sirve para alguna cosa los sindicatos, o lo mejor es negociar personalmente las cuestiones entre el empresario y llegar a acuerdos. En fin que los sindicatos más bien están bajo cuerda del gobierno con quienes tienen la verdadera complicidad, que es el que los mantiene, a pesar de los comportamientos mafiosos de algunos.


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miércoles, 26 de diciembre de 2012

LA LEY 32/2006, DE 18 DE OCTUBRE, REGULADORA DE LA SUBCONTRATACIÓN EN EL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN


Es una más de esas leyes que crean confusiones y embrollos en el sector de la construcción, y hace referencia a eso que llaman “Libro de subcontratación”. Tiene como objetivo evitar que se subcontraten masivamente diversas empresas para no segmentar demasiado las responsabilidades y facilitar los controles de los coordinadores de prevención y riesgos para que se cumplan las normativas de higiene y seguridad en las obras. Esta ley permite hasta tres niveles de subcontratación, y cuando se llega a un cuarto nivel, ha de ser con las condiciones de que la dirección facultativa –entiéndase arquitecto- lo permita con la correspondiente justificación del motivo.


Claro que el origen de las subcontrataciones es que muchas veces la constructora (en especial las que son grandres), no disponen de los suficientes medios humanos y materiales para ejecutar los encargos, aunque sí tienen los clientes, el dinero y con ello la financiación. A las grandes empresas, cuando las cuadrillas de su personal se multiplican, empiezan a aparecer numerosos problemas de conflictividad, en los que muchos eluden responsabilidades y se relajan. Ya como me dijo una vez un veterano albañil (se llamaba Felip (de Felipe, en catalán), para más señas): "hay que tener un máximo de 3 trabajadores por obra, ya que a partir de 4, todos empiezan a refiarse de los otros, eludiendo lo peor de los tajos, y al final son todos los que se relajan y ya no trabajan como Dios manda, sino que empiezan a gandulear dando todo tipo de excusas".


Claro, con la legislación actual, una empresa de construcción no puede funcionar con una disciplina como si fueran las legiones romanas, lo cual quiere decir que muchas veces el pillo sinverguenza de turno termina haciendo lo que le da la gana, y ante personal así, muchas veces a la constructora le sale más fácil y cómodo contratar subcontratas, es decir otras empresas que les hagan los trabajos por partes, ya que así, llegado a un acuerdo económico y las condiciones, cada empresa es responsable de sus trabajadores, sus equipos de protección, sus herramientas, etc.. y así de alguna manera se evitan esos conflictos tan inherentes a la naturaleza humana causadas por envidias y sentido de la irresponsabilidad, en unas empresas que para funcionar bien necesitarían de disciplina militar, casi como las legiones romanas a las que me he referido y en las que cada soldado y oficial conocía bien cuál era en cada momento la tarea que debia desempeñar con el máximo de eficacia posible.


 En vez de contratar a 50 trabajadores, que puede llegar a ser difícil de controlarlos, y además tener que despedirlos una vez finalizadas las obras, es mucho más cómodo y seguro contratar 10 empresas con 5 y trabajadores cada uno, por citar un ejemplo, y cuando la cosa se termina, adiós y muy buenas. Y cuando no se trataba de otras empresas subcontratadas, pues a título individual se contrataba a autónomos, en el que cada uno era responsable de su propia cotización, bajas, vacaciones, equipo de seguridad y formación. Y aquí también entraban destajistas que cobraban un determinado precio por metro, cosa que lo estimulaba a ir de la forma más rápida y dejando el acabado lo mejor posible: tanto haces, tanto cobras.


 Claro que esas mismas empresas subcontratadas, se ven con hacer una imitación de lo que hace la primera, y con eso a la vez subcontratan a otras empresas para los desempeños que han sido escogidos, formándose en la obra, sobretodo si es grande, como una estructura piramidal, que se pueden repetir teóricamente hasta el infinito, llegando el caso, como he visto, que en el último eslabón de la subcontrata algún avispado ha puesto a currar a gente sin papeles para cualquier chanchullo que apareciera en la obra, ilegales, como uno que me conozco y que la avaricia le llevó a contratar de peón a un moro que se puso encima de la frágil madera de encofrado de un balcón (que estaba hecho con delgada madera de melamina), y el pobre se puso encima de la delgada madera, se rompió la misma por el peso del moro, se cayó y se fracturó, que al que lo había colocado allí para currar sin papeles, tuvo que ir a juicio y le condenaron a pagar tanto una indemnización, como una multa millonaria (en pesetas, claro), que lo llevó a un estado tal de depresión, que por esa causa estuvo de baja año y medio, pero que del moro accidentado no volví a saber. Claro que esta estructura piramidal de las subcontratas ponía muy difícil los controles de la dirección facultativa, y eso fue el origen de esa ley que limitaba los eslabones de subcontratas con la primera empresa madre



Pero hecha la ley, hecha la trampa, ya que existen varias maneras de burlar esa ley, ya que cuando se lleva al nivel tercero de subcontratación, la posibilidad de una cuarta o quinta subcontratación se deriva al primer nivel, del cual ya desde el tercer eslabón se miran de buscar soluciones para encadenar la siguiente subcontrata con la primera, aunque en la práctica pegada a la tercera. Cuando hay una ley o normativa que obliga a una cosa, hay miles de maneras distintas de ingeniársela para burlarla o montarla de otra manera en aras a la eficacia y a la economía, que es lo que persiguen las subcontratas.



Pero bueno, en un sistema en el que en la práctica todo es libre mercado, y cada cosa va en función de la oferta y demanda, y de la relación precio-calidad, las mismas empresas constructoras espabilan por sí mismas como mejor les parece, al mismo tiempo que los clientes escogen a quienes creen que les darán la mejor relación calidad-precio, por lo que no era necesaria en absoluto ninguna ley ni tener que llevar ningún tipo de “libro de subcontratación” para controlar según conveniencias de quien y con ello poder reclamar ante la administración e incluso ante instancias judiciales las posibles incidencias que crean ver. Y puestos que de muy poco sirve, también es poca la gente que lo conoce. 



Os dejo aquí el enlace de la ley que lo regula, aunque es muy enrollada, llena de tecnicismos y complicada a entender, de esas que lees y terminas sin haber entendido aparentemente casi nada:











INMIGRANTES EN LA CONSTRUCCIÓN, ¿QUÉ HAY QUE HACER CON ELLOS?



En este país donde no se respeta del todo la libertad de expresión, el tema de la inmigración es tema tabú, ya que desde las altas instancias se decidió que era tema del que callarse, o el que lo hiciera se exponía que le llamaran “racista”. Por lo que de ese tema no se encuentra mucho en los medios de comunicación que están manipulados (y que desgraciadamente casi siempre se ponen de parte del inmigrante, en vez del autóctono, en especial por parte de aquellos que han venido a llamarse "gili-progres"), como por ejemplo no te puedes enterar de las cosas de Catalunya leyendo prensa catalana generosamente subvencionada por la Generalitat, sino a través de periódicos madrileños si quieres contrastar las verdades. Con la inmigración ocurre algo parecido: existe una forma de censura encubierta en los medios de comunicación social, por lo que la auténtica información sólo se obtiene de dos sitios: de a nivel de calle, y a través de internet donde si existe una verdadera libertad de expresión, porque lo que se censura en un foro, se expone abiertamente en otro, y esto está al alcance de todo el mundo.  



Es verdad que el boom de la construcción atrajo a millones de inmigrantes a nuestro país, pero más que todo por el “efecto llamada” que provocó el poner disponer de sanidad gratis, vivienda (alquileres) gratis, educación para sus hijos gratis, justicia gratis, y por si fuera poco siguen cobrando multitud de ayudas: renta mínima de inserción, subsidio de paro, vales de comida del ayuntamiento, autobuses a destajo para los hijos de la inmigración pagados por los ayuntamientos, etc…. todo pagado con las cotizaciones e impuestos de los propios españoles por aquello de la “ayuda a la integración”, que aunque nadie quiera decirlo, son también los inmigrantes buena causa de la crisis y del déficit de nuestro país, aparte de que son también los que indirectamente impiden que los propios españoles puedan encontrar trabajo en su propio país y comprometen de mala manera el futuro de los propios hijos de los españoles. Las subvenciones de todo tipo, inevitablemente fomentan la picaresca, y son muchos los que viven del cuento, tomando el pelo a los propios españoles, pero la culpa de todo esto la tiene la casta política, señalando de modo especial a un ministro socialista de Zapatero, un tal ministro de trabajo e inmigración que se llamaba Jesús Caldera, y que es el que abrió de forma tan alegre y descontrolada las puertas a la inmigración. Y lo que es curioso, todos esas ventajas económicas y sociales que reciben los inmigrantes aquí en España, nosotros los españoles no la recibimos en los otros países en su gran mayoría y menos en los países de origen de la inmensa mayoría de actual inmigración que nos invade, pues en muchos de estos países el sistema judicial es tal, que te culparán de todo aunque tengas razón, con la excusa de que “eso no hubiera ocurrido si no hubieras venido a ese país”, mientras aquí que tenemos unos políticos y unas leyes gilipollas, con las que los inmigrantes en muchos casos tienen mejores derechos y están siendo mejor tratados que la gente de nuestro propio país. 



¿Qué ocurre en el sector de la construcción?. Pues que en este país nuestro, la mitad de los parados, 3 largos millones, proceden del sector de la construcción y casi una tercera parte de momento no recibe ninguna ayuda del gobierno, con lo cual consecuencia de esto hay en nuestro país casi un millón y medio de familias que antaño vivían del sector del ladrillo que ahora están sin un euro de ingresos, y a ese camino van el resto de los parados cuando se les terminen las limitadas prestaciones a las que tienen derecho. Y sin embargo comparativamente la inmigración tiene mejor trato,..¿por qué?, porque aquí las autoridades y en nombre de ellas los funcionarios que tramitan las ayudas si eres español se te excusarán de que tienes vivienda propia aunque estés hipotecado, o que tienes a tu viejo que cobra pensión de jubilación y te puede mantener, o que tu cónyuge tiene empleo y te puede mantener, y por eso te negarán todas las ayudas y subvenciones disponibles, y esas se irán para los “pobres inmigrantes” que no son propietarios de viviendas ni tienen un abuelo con pensión de jubilación que les ayude,  muchos de los cuales viven mucho mejor que nosotros mismos, y esa es una de las razones por las que no quieren marcharse de nuestro propio país. 





Sé que habrá muchos vendepatrias que nos tomarán por racistas, sobretodos los ricos de clase social alta y los intelectuales que nada saben de lo que es trabajar con un pico y pala, pero el caso es que aquí en España, trabajo no hay ni para los albañiles que hemos nacido aquí, hemos hecho la mili, y somos legítimos hijos de España, con lo cual sólo nos interesa el porvenir de España, y no que los inmigrantes se aprovechen de nuestro casi arruinado país. Estos vendepatrias  están compuestos por ONG's, partidos políticos de todos los colores, pijitontos, hijos de papá, estúpidos inútiles del sistema corrupto, e incluso de la Iglesia que están absolutamente embobados ante tal invasión de inmigrantes, sean legales o ilegales, que para nada les preocupa el drama i el paro del albañil español y sus familias.  Sé que a algunos les parecerá molesto lo que escribo, pero yo soy español, hijo de albañil español, nieto de peón de albañil español, y naturalmente como albañil yo estoy de parte de los intereses españoles y con ello de los albañiles españoles que no de la parte de los inmigrantes que usurpan nuestros puestos de trabajo y además nos revientan los precios, al ofrecerse por precios más propios de su propio país, que aquí con el elevado coste de la vida, en realidad son de miseria. Y debo de decirlo: no conozco ni a un solo albañil español que hable bien de los inmigrantes, y menos los albañiles españoles que estamos en paro, que somos la inmensa mayoría. Ya me acuerdo que en la víspera del estallido de la burbuja inmobiliaria, cuando el precio de la mano de obra de oficial de albañil rondaba los 20 euros la hora, habían constructores locales que contrataban a chinos al precio de 6 euros la hora, con toda la competencia desleal que esto supone, teniendo en cuenta de que China era un país muy retrasado, sin derechos sociales, donde ni tan siquiera pagan seguridad social, y con unos salarios muy bajos, y con una mano de obra muy disciplinada que trabaja muchas horas sin descanso y con una cultura de total respeto a la jerarquía. 



En el maltrecho sector la construcción, todavía hay muchos malos empresarios que contratan a inmigrantes porque esos extranjeros se quejan menos y se rebajan los sueldos (para los inmigrantes el dinero que aquí obtienen es una fortuna ya que envían en forma de remesas el dinero a sus países, con un nivel de vida muy inferior al de nuestro país y en el cual por ello allí afuera el dinero tiene mucho valor). Con lo cual arrastran los salarios de aquí a la baja, y es causa de que ahora los albañiles cobren un sueldo de miseria, buena parte por culpa de los inmigrantes que se ofrecen por menos dinero. Claro que cuando no se tienen papeles ni se pagan seguros obligatorios, sale a cuenta trabajar por cuatro duros, que es como hacen ciertos empresarios sinvergüenzas porque le sale más barato en mano de obra, con otros clientes que no preguntan y que tan sólo les interesa que todo le salga lo más barato posible, y de esa manera le quitan el trabajo a los propios albañiles españoles, cuyos derechos sociales también tienen su coste que se tendrían que incluir en la factura.


Pero bueno, no todo son rosas y violas en lo de contratar mano de obra inmigrante ilegal o más barata: he conocido el caso de un empresario que contrató unos inmigrantes moros y negros sin papeles, y mientras esos cavaban una zanja, un compañero a escondidas les tomó unas fotos en la que se veía a ellos cavando y con el empresario constructor al lado dando indicaciones de trabajo, y luego se aprovecharon de presentar una denuncia a la justicia española (por entonces era gratis para ellos, ahora no sé con las nuevas tasas impuestas por el ministro Gallardón), y total, que en los juzgados al empresario defraudador le pusieron una buena multa, además de tener que indemnizar a cada inmigrante sin papeles con 3000 euros por un solo día de tajo. Claro que esas actitudes pasa igual que con los negocios, que cuando más arriesgados mayores las posibilidades de ganancias o perdidas.


La avaricia puede romper el caso, y también me conozco el caso de un constructor que contrató a un sudaca sin papeles, y mientras encofraba, el sudaca tuvo la imprudencia de ponerse encima del encofrado, que no aguantó su peso, y rompió y se calló el encofrado al piso de abajo, que el sudaca se lesionó las vértebras, con la que llevó el caso al juzgado y al constructor le condenaron a pagar una indemnización millonaria al inmigrante sin papeles, que dicho constructor tuvo que estar unos 2 años de baja por depresión entre lo que le obligaron a pagarle y la crisis que le dejó sin trabajo y cargado de deudas. Lo explico porque no todo son facilidades para todos aquellos empresarios que estén tentados a contratar mano de obra inmigrante barata e ilegal, con todo cuanto representa de competencia desleal y de lo poco patriota que es preferir inmigrantes cuando tenemos tantos trabajadores españoles en paro. Claro que yo siempre digo que la manera de acabar con el paro que sufren los españoles es penalizar a los empresarios que contraten inmigrantes en vez de a españoles con fuertes medidas fiscales con las que el gobierno pueda obtener el dinero con el que financiar los costes de las prestaciones por desempleo a los parados españoles y que las puedan cobrar mientras sigan en esta lamentable situación y más por culpa de la inmigración. Claro que si los poderes públicos decidieran expulsar a toda la inmigración, se casi se acabaría el problema del paro en España, pero ¿qué político es lo bastante valiente como para tomar esa decisión?. Puede que suene injusto, pero para mí, como albañil en paro involuntario, son y serán siempre prioritarios los intereses y  los derechos de los españoles frente a los de los inmigrantes. Si se devolvieran a los inmigrantes a sus respectivos países, los albañiles españoles en paro encontraríamos huecos vacantes en las industrias exportadoras, sector de servicios,etc...., para poder volver a ser recolocados, ya que en el sector de la construcción no hay futuro ni trabajo para todos, considerando que casi la mitad del paro español directa o indirectamente procede el sector del ladrillo. 




No ocultaré que somos muchos los albañiles que pensamos mal de la inmigración, y que nos hace mucho daño, sobretodo a los que estamos en paro, y nos jode que, por ejemplo, las empresas municipales tengan inmigrantes en sus plantillas, como son los casos de las brigadas de mantenimiento que tienen albañiles, cuando en el propio municipio hay cientos de albañiles del pueblo en paro. Somos muchos los que hemos visto rumanos, moros, negros, sudacas, y demás inmigrantes en las plantillas municipales que se pagan con los impuestos de todos los del país, sea para puestos de mantenimiento, barrenderos, etc…. Y eso tendría que acabarse, despidiendo a los inmigrantes y dando el trabajo a los que realmente les corresponde por derecho y por ser del propio pueblo y país. Cuando a un trabajador español el paro se acaba es cuando cambia la forma de ver todo y se pregunta: ¿por qué un inmigrante conserva el trabajo y yo estoy en paro, en mi propio país?, ¿es eso justo?, y es natural que sienta recelos cuando ve que en el ayuntamiento de su propio municipio hay mucha gente inmigrante colocada en trabajos que él mismo podría realizar sobradamente, como lo podrían ocupar los cientos de albañiles en paro que hay en cada municipio por ser empleo de servicio público que se paga con los impuestos de los ciudadanos del propio país.


Quizás muchos no sepan que existen muchísimos ayuntamientos que en su momento pillaron subvenciones a cambio de meter inmigrantes y con unas condiciones que les obligaba a mantenerlos por un determinado tiempo, y eso produce recelos y hasta es insultante para mucha gente que ya ha agotado la prestación por desempleo y no tiene salida para su situación. Como ocurre con todos los temas de las subvenciones a la inmigración, son datos que se esconden y ocultan a la opinión pública, para evitar que estalle la indignación y para no molestar al colectivo de inmigrantes.


Hay que saber, por ejemplo, que en España se ha abusado mucho de las subvenciones europeas, y siendo un país con capacidad productiva, ese abuso tiene consecuencias. Por ejemplo, si se coge una subvención por recoger y dar trabajo a inmigrantes, y luego el ayuntamiento que sea el beneficiario de la subvención queda obligado a mantenerlos durante cierto tiempo por ser exigencia de la subvención, si dentro de ese municipio hay gente que podría estar en la brigada de los servicios municipales del ayuntamiento en una situación como la actual que atraviesa este país, desde luego que hace provocar los lógicos recelos, que cierto que no es culpa del inmigrante, sino de los políticos, alcaldes, etc… que por recoger dinero y aprovechar esas subvenciones pues al final ese dinero no ha sido visto ni aprovechado a favor de los vecinos sin trabajo del mismo municipio. Y en el caso de los empresarios también se ha abusado de las subvenciones, que cogen una subvención y están obligados a contratar a un número determinado de trabajadores (sin distinción de nacionalidad), por lo que por ganar más, tener mayores beneficios, reducir costes, acaban metiendo a trabajar a la mano de obra más barata que encuentren aprovechándose del tremendo paro que hay.



Y eso es lo malo de nuestro propio país, que tenemos una casta política que no distingue para nada la nacionalidad de cualquier sujeto que tenga los pies en nuestro propio país, y menos desde que salió aquello de la “alianza de civilizaciones”, una estupidez de derechos que no favorecen para nada a los propios españoles, sino que al final los resultados y consecuencias son las que ya vemos todos los días, pero que desde las altas instancias lo callan y lo esconden. Por otra parte es inútil retener inmigrantes para el sector de la construcción: ese sector no va a tener futuro  y menos con estas leyes, normativas y fiscalidad, y por muchísimos años, ya que las secuelas del pinchazo inmobiliario durarán como mínimo dos décadas, igual que el caso de Japón que ocurrió a medianos de los años ochenta del siglo pasado, y todavía no se ha recuperado de sus consecuencias.