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martes, 18 de junio de 2013

TRABAJOS BÁSICOS DE HACER LA ESTRUCTURA. ENCOFRADORES Y FERRALLAS



Una vez ya hechos los cimientos, el siguiente paso es hacer el pavimento de la primera planta (si es que ya deseamos hacer el pavimento), que en este caso, después de poner las redes de evacuación y demás canalizaciones que han de ir a la cloaca), tratando de dejar el suelo bien comprimido y compactado, poniéndole incluso una capa de tela geotextil aislante, o plástico, para evitar que se filtren las humedades del suelo, y encima poniendo un mallazo para hacer el relleno del pavimento, tras su correspondiente encofrado, dejando las salientes de los hierros de las zapatas donde las hayan para posteriormente hacer los pilares.

 

Esa estructura armada de hormigón, será básicamente el “esqueleto del edificio”, que básicamente sostendrá todo lo demás que se le añadirá.

 

Los pilares con los moldes de plancha son las primeras cosas que hay que hacer y levantar, poniendo sostenedores a los lados que pueden ser tablones o puntales, y cuñas en la base, hasta que los pilares den una perfecta forma aplomada. Y luego esos pilares armados de hierro por dentro, tratar de vibrarlos en la medida que se va llenando. 


Y luego cuando ya están secos y se pueden desencofrar, hay que pasar a la fase de los encofrados para el forjado de la planta que ha de venir a continuación, y con las cuales hay que poner tablones a medida, para añadir encima tableros a marcar y encofrar, y auxiliándose de puntales puestos al nivel pretendido, que se deja marcados en distintos lugares de referencia para tomar las medidas.


 



Los encofradores, si no son los veteranos albañiles de la misma empresa de contrucción, a veces suele ser una empresa de subcontratados especializada en hacer los encofrados que saben cómo colocar los puntales, los soportes, los tablones, etc... Vienen a ser como una especie de carpinteros que tienen que hacer cada molde a medida para su posterior rellenado de hierro y de hormigón. Y luego están los ferrallistas que son los que colocan las armaduras y las varillas de hierro por todas partes, de acuerdo con lo indicado por los planos y la dirección facultativa.


Claro que muchas veces cuando ves los planos, es inevitable pensar: "es que hay más hierro de la cuenta", pero esto es la trampa que utiliza la dirección facultativa para que la estructura o forjado les salga tres, cuatro y hasta 5 veces más fuerte y resistente de lo necesario, y de este modo sale una construcción tan sólida, que será difícil pedirles responsabilidades si algún vez algún forjado se cae, aunque yo he conocido de albañiles que incluso se les calló la cornisa, por no poner los hierros donde hacia falta.


 A veces encofradores, ferrallistas, y los albañiles, no van de la mano, por ser empresas diferentes en la propia obra: unos se quejan de que los hierros de los ferrallistas (armaduras) no están a punto, otros que las maderas no acaban de formar los moldeos de encofrado, y los terceros que ya lo necesitan todo a punto para repartir las viguetas y entremedio las bovedillas, cosa que pone nervioso a más de uno, cuando hay que cumplir plazos de entrega, y entonces puede darse el caso de que algún encargado monte un cabreo tal, que al llegar la cuba de hormigón en la fecha y hora señalada, se llena el encofrado de hormigón, pero a veces con la mitad de los hierros, que tampoco hay para tanto, porque el hormigón una vez seco, queda duro como una roca, salvo que los hierros son en la estructura como algo perecido a nosotros los huesos que nos sostienen.


Una vez seco el hormigón, es imposible ver el hierro que hay, salvo que se dispusiera como una especie de rayos X que permitieran ver los hierros del interior de las estructuras y forjados, igual como vemos los huesos cuando nos rompemos alguno por algún accidente. 

Y sigo: esos encofrados se pueden mirar la rectitud y el nivel poniendo un hilo bien tensado de una parte a la otra. Los operarios que estén debajo, en este caso se les recomienda el uso del casco protector, por los peligros de que pueda caer cualquier objeto.

 

Cuando ya está preparado, se puede cerrar el perímetro y empezar a marcar encima del encofrado para hacer vigas “in situ” (“en el mismo sitio”), con la puesta de las armaduras. También se pueden colocar encima las vigas o viguetas prefabricadas, así como las bovedillas, los hierros negativos que indiquen los planos, y finalmente los mallazos, todos esos hierros atados con alambre (alambre doble, según los casos). Aquí os dejo un vídeo con una muestra de encofrado de escaleras:

 


Y entonces ya podemos llamar un camión cuba (previo cálculo de la cantidad de hormigón que va a ser necesaria) que en este caso quizás sea necesario que traiga alguna bomba-manguera para distribuir el hormigón, o bien utilizando la grúa puesta en obra, con el llenado de un cubilete que se acerca a la salida de la cuba del camión que lleva el hormigón, y repartiéndola por donde haga falta.

Claro que cuando se trabaja en el llenado de un forjado, hay que evitar pisar al máximo las bovedillas, que pueden romperse, y bajo esas circunstancias resulta bastante engorroso cambiarla por otra bovedilla. Se debe de pisar entre dos bovedillas, donde pasa la viga o vigueta, y nunca directamente encima de la bovedilla, si ello es posible


 O bien empleando la propia hormigonera de la obra, e ir llenando paso a paso, con el repartir del hormigón anivelado, y pasando los vibradores, especialmente por aquellas partes donde hay armado y demás hierros y que es muy importante que el hormigón quede bien compactado, sin olvidar pasarlo también por encima de las viguetas para que la consistencia del hormigón quede más buena..

 


Y ya de un día para otro, podemos repetir la operación de seguir con los encofrados para ir ya por una segunda planta, cuando la de abajo ya se sostiene por los puntales el tiempo necesario para el fraguado y endurecimiento del hormigón, que es más o menos el tiempo de un mes, que ya se podrá volver a desencofrar, limpiando tablones, tableros, maderas y puntales.  



En el caso de la construcción de pisos, como todavía necesitan días para desencofrar, y ya se desea levantar la siguiente planta, hay que empezar por trasladar arriba el marcado de los lugares que han de continuar los pilares, ya que esos (los pilares) son siempre lo que necesitamos tener secos y levantados para poder volver a encofrar de nuevo y hacer la repetición de lo anterior.


 Se comprueba la situación de las medidas de los pilares de abajo, para trasladarlos en el pavimento de arriba y empezar a marcarlos con el tiralíneas, y a continuación volver a levantar los pilares con planchas metálicas untidas de nuevo con gasoil o aceite que impida el pegado del hormigón. 


Claro que al hacer la última planta, la de la cubierta, es un poco más complicada, ya que tiene que volar según indicaciones de los planos, y entonces la puntales se tendrán que poner inclinados, pero con cuñas puestas que compensen la inclinación. Claro que una vez puesta la madera encofradora, se puede poner un motivo de espuma de poliesteno que dará moldeo a la cornisa, haciéndola más bella, una vez desencofrada, sin que se pegue esa especie de plantilla de la que se aconseja añadir líquido desencofrante para evitar que se quede pegado al  hormigón.


Se de muchos albañiles, especialmente los encofradores y ferrallas, que debido a la dureza del oficio, cuando viene el calor, y como se suda mucho, se quitan completamente la ropa, trabajando con pantalones cortitos y con el resto del cuerpo desnudo, excepto lo de cubrirse las partes (los ya mencionados pantalones cortitos), y los zapatos de suela de hierro (que al ser de hierros, los pies han de sudar y soportar una calor espantosa del suelo muy calentado). Y aunque acaban por acostumbrarse, todos se pasan esas 10 horas como tomando el sol, mientras ponen maderas, puntales, armaduras, bovedillas, etc...


 Los novatos, como no están acostumbrados, llegan a salirles ampollas en la piel, y a los dos días, incluso la piel forma una tiras, como la misma piel de una serpiente cayéndosele a trizas. Y por la noche con dificultades para dormir, y aún tienen suerte si alguna compañera le calma la piel con alguna toalla mojada en agua fría. Yo soy de la generación que pasó por eso, y el cuerpo, como todo, se adapta. Aparte son muchos los que todavía no estamos enterados de que la ley prohibe trabajar al aire libre con el cuerpo descubierto,...pero ¿cómo le dices a un encofrador, ferralla, o albañil que está colocando las tejas, y sudando a mares, que no se quite la camiseta?. Necesita quitársela, porque por un lado siente menos calor, y por el otro porque así se le evapora los sudores provocado por la calor, y por la cantidad de botellas de agua que se consumen por la obra en los días más calurosos del verano.


 Claro que con el tapa rabos y un sombrero de tela (que se moja con agua de vez en cuando), y nunca el casco que con la calor provoca terribles dolores de cabeza, es condición más que suficiente para trabajar cómodo dentro de lo extremo y duro de aguantar el sol y la calor. 


 Hay que cubrirse bien, para prevenirse del cáncer de piel, de los golpes de calor (yo he sufrido dos en toda mi vida de albañil, y con temperaturas por encima de los 40º, que provocan fiebre y un estado de mucha debilidad en el que tardas unos días en recuperarte). Por lo menos, al parecer, ahora en Andalucía la legislación consiente a los albañiles no trabajar, o acaso sea trabajar tan sólo media jornada, en las semanas más calurosas del verano. 







miércoles, 12 de junio de 2013

DESEMPEÑOS DE ALBAÑIL EN LAS OBRAS



Como se sabe, la albañilería, aunque tiene muchos puntos de contacto con la arquitectura, se diferencia, no obstante, de ésta, en que la ejecución de las obras de arquitectura incluye necesariamente la albañilería, pero no todas las obras  de albañilería pueden llamarse arquitectónicas, y un operario puede ser muy buen albañil sin ser arquitecto, no pudiendo darse, en cambio, un buen arquitecto sin que a lo menos pueda dirigir a un albañil en todas sus operaciones. 


En una palabra, la arquitectura regula las proporciones de los edificios y construcciones en general y escoge el género de materiales apropiados a cada caso, mientras que la albañilería sólo interviene para dar forma plástica y realización práctica a las ideas y proyectos de la arquitectura. Por esa razón, aunque los estilos de arquitectura han variado en diferentes periodos, la albañilería ha permanecido poco menos que estacionada, pues los mismos, con corta diferencia, son los materiales y  principios de construcción de que se servían los pueblos antiguos de los que se emplean en la actualidad. 


Si alguna diferencia hay entre el arte del albañil antiguo y el de nuestros tiempos, es precisamente en desventaja nuestra, dada la habilidad con que aplicaban los principios de la albañilería los egipcios, griegos y romanos; muchos de los monumentos que de ellos se conservan son obras maestras por su grandeza, por la acertada elección de los materiales y por el arte con que los unían, esto sin mencionar las construcciones ciclópeas, en las que los materiales no aparecen unidos con ninguna argamasa intermedia.


Durante la dominación de los godos, encontramos en las obras de albañilería una simetría y solidez admirables, pero pierden el aspecto de sencillez que tenían las de los romanos, ofreciendo en cambio mayor variedad y elegancia. Un paso muy notable ha dado, sin embargo, la albañilería moderna al basarse sobre el conocimiento científico de la naturaleza y propiedades de los materiales que se puede disponer. 


Las técnicas de base, de las que he hablado con anterioridad, nos permitirán abordar algunos trabajos Estos no entrañan dificultades cuando se han elegido bien los materiales y los productos necesarios para Su colocación o la forma que pretendamos dar. Así, aplicar un revestimiento correctamente u obtener un buen empotramiento de yeso, puede ser más difícil que montar un tabique, por ejemplo. En todo caso, el método y la atención no pueden reemplazar la experiencia, aunque serán condiciones indispensables para obtener resultados satisfactorios



Ahora bien, que nadie se llame a cuento: el oficio de albañil es muy duro, esforzado y cansado, y hay que tener muchos cojones para dedicarse a eso que muchos lo consideran como el "oficio más desgraciado del mundo", uno de los pocos, en las que las personas tienen que trabajar como mulas, y encima en situaciones que muchas veces son de mucho riesgo, de jugarse la vida. La obra muchas veces es moscas y polvo en verano, y barro y frío en invierno, sin que igualmente falte el polvo. Un trabajo que requiere respirar suciedad, y sudar suciedad, de modo que la ducha es de obligado cumplimiento todos los días. La mujer que se casa con un buen albañil, tiene la buena suerte de que se casa con un hombre limpio con quien compartir la cama, y a lo sumo fuerte, y con buenos músculos.


Los albañiles, cuando tienen que hacer de encofradores en la fase que están haciendo la estructura, por ejemplo, siempre tienen que trabajar a merced de la caprichosa intemperie, que precisa de gran resistencia física y gran capacidad para aguantar el stress. Cuando encofras, en invierno las armaduras, por ejemplo, suelen estar heladas, cubiertas de escarcha, que para cogerlas, a veces se tienen que templar un poco con el fuego de un soplete; en verano, a las tres de la tarde, como cualquier metal, las armaduras abrasan, a pesar de tener que cogerlas con los guantes para que no te quemes en el momento de colocarla en su sitio, y tampoco es cuestión de echarles agua para que no quemen, y eso si contar lo que pesa cada una de ellas en el momento de colocarlas.

Y cuando viene la cuba del hormigón, en pleno verano, se extenderá en el  forjado como una sopa caliente que expele calor como si fuera un radiador, y aquello no se puede dejar, que hay que repartir bien el hormigón, nivelarlo, taponarlo, con unas botas de agua que no sabes para qué te las pones, si igualmente por dentro tienes los pies mojados de tanto sudar (claro que es para proteger la piel del contacto con el hormigón, ya que el cemento es corrosivo para la piel, y hay que protegerla como se pueda). Y luego ese hormigón, durante el forjado, expelerá mas calor. Nada agradable.


Y lo mismo te digo si en pleno verano tienes que poner tejas en una cubierta, aguantando el sol de justicia, con un simple sombrero de paja o de tejido para mojarlo,  reventándote la espalda desnuda por el terrible calor a soportar en largas horas, o en invierno con el viento frío y a veces el suelo en pendiente helado, que si hay la escarcha del amanecer, incluso te juegas la vida por efecto de un mal resbalón, aunque lleves colgado encima el pesado y odioso arnés ataco con una cuerda.


En la época del boom, compensaba lo suyo, ya que era muy duro y arriesgado, pero ahora que los precios han reventado a precio de miseria uno se plantea si vale la pena seguir en el oficio que aparte de ser de los más antiguos (y nada de ver con la prostitución), es también uno de los más duros y desgraciados del mundo. Eso es el oficio de albañil.


En la época de Francisco Franco, que acostumbraba a ser una época en que un albañil empezaba en una empresa, cobraba el sueldo bajo propio de la época (igualmente en esa época su dinero tenía gran valor, porque todo estaba muy barato) y acostumbraba a quedarse toda la vida en la misma empresa, o se independizaba para crear otra de propia, ya que en las empresas de construcción, normalmente de carácter familiar, imperaba un sentido muy paternalista, ya que el amo de la empresa habitualmente había sido otro albañil que igualmente había empezado muy jovencito con 14 años, y te podía entender mejor que nadie. Era un oficio en el cual cada cual aprendía a su manera, y no era algo que se hubiera aprendido en escuelas de F.P. o de algún cursillo, aunque existían los cursos teóricos a distancia de CEAC sobre albañilería y obras.


Ya se empezaba con 14 años, para servir la pasta, acarrear los ladrillos, montar las bastidas a petición de los oficiales, limpiarles y guardarles las herramientas a los oficiales, quitar las runas y tener limpia la obra, etc.. etc..., y quien espabilaba un poco, podía aprovechar para hacer prácticas de colocar algún ladrillo o de enfoscar alguna pared. Luego con el paso de los años, la edad legal para trabajar se retrasaría a los 16 años, hasta que al final incluso con las nuevas normativas de seguridad y prevención, al parecer (y de esto no estoy muy seguro), por razones de ser un trabajo arriesgado, no permiten que nadie empiece a trabajar de albañil si no es a partir de los 18 años, aunque parece ser que en España todavía sigue siendo legal empezar a trabajar a los 16 años. Claro, lo que no se aprende y mama desde los 14 años, a los 18 años es más difícil de aprenderlo y mamarlo, lo cual hacen un nuevo albañil menos cualificado, más vago y menos preparado para la dureza que supone esa profesión.


Si el muchacho aprendía, se espabilaba, perseveraba, se esforzaba, iba aprendiendo y empezaba a adquirir méritos, y con ello a crear esa confianza que se necesita para poder ofrecerle las tareas a encomendar que iban saliendo sobre la marcha, y de ahí empezaba a salir el albañil, que si con el tiempo empezaba a entender de planos y tenía cierta capacidad de manejar personal, con el tiempo podría incluso llegar a encargado, distribuir los grupos de cuadrillas y organizar las obras de acuerdo con las directrices de los jefes. De este modo, un chico que había empezado con 14 años, a los 34 años ya tenía 20 años de experiencia en sus espaldas, y ya podía llegar a adquirir responsabilidades aceptando cargos de encargado, o ponerse autónomo para ser subcontratado, o crear su propia empresa en base a sus propios méritos, prestigio y fama con el que tendrían que empezar a salirle los clientes.


Pero los que se quedaban hasta el final en la misma empresa (si es que no la cerraban antes, ya que en este país nuestro hay más empresas que se mueren de jóvenes con 30 y pico años de vida, que de viejo, es decir que es raro que una empresa de construcción dure 50 años o más, aunque también las hay), con el paso de los años acusaban tal desgaste físico, que previo a la entrada en la edad de la jubilación pactaban con la empresa un despido que fuera satisfactorio para ambas partes. Si es cierto que en caso de despido o cierre de la empresa se tenía que pagar una indemnización en función de los años trabajados, pero antaño si bien podías jubilarte anticipadamente con 60, 62 ó 63 años, siendo la edad definitiva los 65 años, ya cuando pasabas directamente a la jubilación no iba a tener efecto esa jugosa indemnización que muchos reciben como una lotería.


 Claro que si en vez de a los 65 años, te jubilabas antes, no cobrabas lo que te correspondía al 100% de la jubilación, e incluso podrías tener una quita del hasta el 40%. Pero se llegaba tan reventado a esa edad, que existían albañiles ya mayores que pedían a las empresas que los despidieran, aunque fuera a costa de no cobrar la indemnización, pues si te despedían con 63 años, te tocaba pasar a cobrar 2 años de paro, y luego automáticamente ya entrabas en la jubilación con la correspondiente indemnización que no la cobrabas igualmente si llegabas al camino final de los 65 años, cuando te tocaba jubilarte. De esta manera se beneficiaba el albañil, que a esa edad ya no estaba para muchos trotes y podía pasar primero 2 años cobrando el paro y luego ya a la jubilación, y la empresa porque aparte de no pagarle la indemnización se quitaba de encima a una persona que dada la edad, rendía menos que otros más jóvenes, aunque tuviera más experiencia.


 Pero lo injusto es que con lo duro y desgastado que es ese oficio, los mineros de las empresas públicas tengan derecho a jubilarse con 45 años, y ahora piden que los albañiles se jubilen a los 67 años, con perspectivas que retrasar esa edad a los 70 años, una edad que en ese oficio se pone muy en duda si se puede llegar vivo. Eso es pues una cuestión de injusticia, impuesta por la casta política, para ahorrar pagar pensiones de jubilación, e impuesto por esa misma casta política, que siendo cabrones e insensibles, ninguno a trabajado ni tan siquiera de peón como para entender qué es lo que significa estar trabajando largos años en el rudo y crudo mundo de la construcción.