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domingo, 19 de agosto de 2012

CONSIDERACIONES ACERCA DE LA “SEGURIDAD E HIGIENE”


Creo que el problema que hay en nuestro país, es que cuando hay un accidente, todos buscan un culpable, y los listos, a ser posible unas indemnizaciones con las que forrarse (abogados, por ejemplo). Los accidentes son siempre negocio de abogados, y si se puede imputar la culpa al que tiene más dinero, mejor que mejor, ya que supone dinero para los abogados, y dinero para la víctima y su familia. Cuando el culpable no tiene dinero, el pleito acaba siendo inútil y no se saca ni una pulga, y a veces alguien tiene que estar metido un tiempo dentro de una jaula. La pregunta es en quién buscar al culpable, ¿qué cabeza de turco cortar?: ¿peones, albañiles, encargados, coordinador de seguridad, facultativos, el cliente, etc...?


Pero la realidad que hay que saber (y eso no se comenta mucho en los círculos "oficiales": periódicos, televisión, tribunales, etc..) es que en general no se cumplen las normativas por parte de los trabajadores, sencillamente por la lógica razón de que no se soportan: ¿quién soporta un casco tantas horas al día, y más con fuerte calor?, ¿quién soporta un arnés con pesados cinturones siempre colgado encima con las mallagaduras que a veces provoca y dificultad para moverse?, ¿quien soporta unos zapatos de suela y punta metálicas, cuando hace una calor de espanto, que se queman hasta los pies?, ¿quién quiere palos, barreras o puntales al lado, que son un estorbo e impiden trabajar bien?, etc… etc….. Y los técnicos (aparejadores, arquitectos, técnicos de prevención, coordinadores de seguridad, encargados, empresarios,…siempre tienen miedo de que ocurra algo,…que no dudan en meter miedo a los propios trabajadores, aunque lo que de verdad da miedo, no es que un cabrón que no va con cuidado se accidente, sino que a alguno le toque pagar una fuerte sanción e incluso que le metan en la jaula por un tiempo, no hace falta ser tan hipócritas). Se da la paradoja de que los facultativos tienen estudios universitarios como para dominar el tema de la Seguridad e Higiene, mientras que los albañiles, sean oficiales o peones, y muchas veces incluso los empresarios, no dominan el tema a nivel universitario, pero son a quienes más se buscan como culpables cuando ocurre alguna desgracia.


 De hecho me atrevería a decir que casi el 90% de la culpa se acostumbra a imputar sobre el constructor, el cual se le da por responsable de casi todo, cuando muchas veces no es el responsable, y los demás a chupar del bote asumiendo muy pocas responsabilidades, y pasando la pelota de un lado a otro. No es de extrañar que de esta manera nadie quiera meterse a empresario constructor: es demasiado arriesgado, no por los accidentes, sino por las severas normativas en sí. La empresa que presuma de cumplir las normativas, y de tener reconocimientos de calidad,….desconfiad totalmente, pues es pura fachada de cara a la galería: ninguna empresa las cumple al 100% y menos los trabajadores que son los que tienen que cargar con lo peor de las normativas. Por eso es frecuente que cuando viene a la obra alguien de riesgos laborales, o algún facultativo, alguien lanza la voz de alarma para que enseguida se pongan el casco que está colgado en algún sitio, o la barrera que estorbaba en el lugar indicado, y para luego seguir haciéndose el tonto, o el hipócrita, que en ese mundo todo se reduce a una comedia entre los distintos actores que intervienen en la obra, aunque algunas veces acabe en tragedia.


Aparte se ha hablado mucho en los últimos tiempos de los accidentes de trabajo en la construcción, que tanto gusta de hablar la televisión y la prensa con cierto morbo, sin un conocimiento de la realidad a pie de obra. No se dice, por ejemplo, que muchos de los accidentados son inmigrantes extranjeros; pero cuando hay un accidente no se especifica la nacionalidad del accidentado. Lo cierto es que muchos inmigrantes se llevan las maneras y costumbres de trabajar en su país, que muchas veces no casan con el nuestro, y que al trabajar de cualquier manera y no ir con cuidado, luego con los accidentes hacen que paguen justos por pecadores, extendiéndose cada vez más y más normativas que todo el mundo acaba por olvidar, pues un albañil normal no puede alcanzar el nivel de comprensión y memoria de un universitario, y en el tajo más que nada se guía por el sentido común, pues como dice el refrán “el miedo conserva la vida”, nadie busca ni accidentarse ni hacerse daño, salvo los que de alguna manera buscan una excusa para que les den la baja por un tiempo y aprovecharse de ello para hacer unas vacaciones.


Cuando estaba por las obras, por ejemplo, me acuerdo que había un aprendiz que se pasaba subiendo y bajando por los andamios saltando como un mono, y a él le divertía, y a mí me ponía la carne de gallina al pensar en qué si le pasara algo, qué responsabilidad me podrían exigir a mí cuando vengan los cabrones que investigan, siendo el albañil de mayor categoría de la obra. Claro que le avisaba reiteradas veces de que no hiciera esos juegos por lo peligroso que podía ser,….pero el muchacho no me hacía caso, y encima con sus 17 añitos, el chaval cobraba 1200 eurillos al mes. Quizás por su imprudencia se hubiera podido caer y matarse o quedarse en silla de ruedas de por vida, pero si eso ocurre, necesito tener garantías de que a mí no se me va a decir nada, por cuanto soy ajeno a los actos de los demás que no me incumben, lo mismo que tampoco me incumbe tener que denunciar a nadie, que es más: no me gusta denunciar a nadie, ni buscarme problemas que derivan de las denuncias, ¡no soy el policía de nadie!. Ese es el gran problema de la “seguridad e higiene” que nos tiene enfrentados a todos y que nos llena el cuerpo de miedo a los que tenemos cierto sentido de la responsabilidad, aunque no debiera de incumbirnos responsabilidades ajenas, y como desgraciadamente la ley fuerza en ese sentido, la tratan de interpretarla de las miles de maneras posibles porque nadie en absoluto quiere asumir ni responsabilidades ni culpas. Creo que cada cual es responsable de sí mismo, y nadie es nadie para meter a los demás.


Recuerdo que una vez vinieron una pareja de los de “riesgos laborales”, que le metieron una buena bronca a un albañil, porque en vez de hacer una bastida como es debido, para salvar la poca altura, se había conformado con subirse encima de un pequeño bidón, que con eso era más que suficiente. Los dos cabrones de riesgos laborales le amenazaron con hacer que su jefe le despidiera, con todo lo ofensivo que resulta ese tipo de argumentos. ¿Os imagináis que un cabrón de riesgos laborales o un aparejador tenga que obligar a un empresario a despedir a su trabajador, con todo el daño que supone un despido para toda la familia del albañil?. Eso es peor que sufrir cualquier accidente. Con lo cual no me quedó otro remedio que aconsejarle de que si esos cabrones se salían con la suya, que luego no dejara que lo pagaran caro: “ojo por ojo y diente por diente”. A eso es a lo que al final llevan todo tipo de denuncias. Por eso yo personalmente no soy partidario de denunciar a nadie, ni de amenazar a nadie: cada cual haga lo que le de la gana con su vida, incluso tiene el derecho a perderla, pero la ley es injusta, está mal hecha, y a mí no me incumben para nada los actos o los problemas de los demás, teniendo ya suficiente con soportar los propios. Además recuerdo aquel viejo proverbio chino: “Quien interpone una querella, derriba un dique”, con lo cual denunciar a alguien o dejar que te denuncien, es exponerse a las nefastas consecuencias que pueden venir después, porque pensad que el dique derribado que señala el proverbio chino, podría llegar a arrasar todo un pueblo con todos los daños colaterales que conlleva, puesto que una cosa lleva a la otra. Prefiero más que en vez de normativas se utilice el sentido común en cada cosa, tal como señalaba el filósofo de la Antigua Grecia Platón.


¿La solución?, a mi modesto entender sería quitar todas las normas, o mejor dicho que dejen de ser obligatorias y que tan sólo sean de seguimiento voluntario, y que cada cual se haga un seguro privado voluntario, para caso de accidente. Que por otra parte ya tenemos a la seguridad social, que ya sabemos en qué van los despilfarros de la Seguridad Social en los últimos tiempos, subvencionado cualquier cosa que plazca al político de turno. Los accidentes son siempre inevitables y ocurren por cualquier causa y razón, pero las empresas de calidad se preocupan ellas mismas por la seguridad, y es el mercado las que ha de premiar esas empresas, y no imponer normativas que en caso de desgracias nadie quiere responsabilizarse, y muchas veces acaban pagando justos por pecadores.


Personalmente, aunque considero muy positivo y útil que los que forman parte del gremio de la construcción conozcan las medidas protectoras y preventivas en seguridad, higiene y salud, considero que a nadie se le ha de obligar a nada, y que todo ha de ser voluntario, y cada uno ha de ir por libre con todos los riesgos que puedan correrse, incluso el de matarse uno mismo. Quien quiera llevar casco, arneses, cinturones, botas, etc… que lo haga libremente; y quien quiera poner barreras o protecciones, lo mismo digo. Pero se han de acabar y abolir todas esas normativas obligatorias para pasar a ser voluntarias, y al mismo tiempo terminar con todos los miedos que nos intranquilizan a todas las partes implicadas. Los que se matan o accidentan, pues mala suerte porque en parte ya estaba en su mano impedirlo, pero no se puede imputar ni responsabilizar a los demás, ya que en todas partes hay de todo: profesionales buenos y profesionales malos, gentes responsables y gentes irresponsables, gente trabajadora y gente vaga,….y para los accidentes a los que todos estamos expuestos, ya está sobradamente ahí la acción protectora de la Seguridad Social, que para eso entre todos pagamos cotizaciones.


De todos modos, no hay que ser estupido y conviene ir bien prevenido y protegido para evitar malos mayores:



Y la precaución a la que acostumbramos a prestar más atención:





sábado, 4 de febrero de 2012

REMIENDOS DE ALBAÑILES EN CASAS PARTICULARES


Muchas veces los albañiles hemos tenido que ir a alguna casa particular a hacer cualquier chapucilla para solventar cualquier problema que requiera el cliente o la cliente, como algún azulejo del lavabo roto, algún embozo en el water, algún tubo de conducción reventado, etc...

Pero a veces los currelas chapuzas nos topamos frecuentemente con la maruja de turno (ya que los hombres generalmente cada uno a esas horas están en su propio curro), que lo único que le interesa con la excusa del remiendo es poder hablar con el albañil, vamos, algo así como ligárselo, con el que hay que armarse de una santa paciencia cuando se van a esas casas particulares a hacer cualquier remiendo.

Cuantas veces nos hemos topado con la maruja que se pone a hablar de cualquier cosa, menos del motivo del remiendo, sea de criticar a su marido, o si es del remiendo en sí, de cualquier temor relacionado con el tema del remiendo, y que el currela ha tenido que tener la santa paciencia de un Job para no quedar mal con la señora. Pero como me dijo una vez un maestro albañil: cuando vas a una casa, debes de trabajar de la mejor manera, y ante todo ser muy educado, porque en el mundo hay gentes que están totalmente predispuestas a decirte cualquier tontería, y de esto no hay que hacer caso, pero sí saber tener cierta psicología de saber ver las cosas desde el punto de vista ajeno. Y sobretodo portarse bien, porque si no, a esta casa no vuelves, aparte de que sólo consigues que hablen mal de ti, debido al constante cotilleo y marujeo que hay en esas cosas, que se extienden en las conversaciones de la peluquería o de la tienda de la esquina entre los vecinos.

Pero como la cliente generalmente necesita romper con la rutina diaria, y aprovechar que tiene alguien en casa para hablarle, debemos aprovechar para escucharle, y ante todo no criticar nada de lo que exponga. Debemos estar atentos a lo que nos cuente, para darle la respuesta adecuada, y con mucho tacto mostrar interés por lo que quiera comentarnos, así como aportarle ideas y en su defecto soluciones, que eso también son gafes que forman parte del oficio, pues no todo es pastar mortero con una gaveta. El servicio es también mostrarse simpático, sonriente y educado, y escuchar todo lo que a la interesada le salga por comentar, que para eso ha contratado al currera, aparte de que le solvente bien el remiendo. Hay que saber comentar y responder según el tema que la clienta vaya planeando, y no olvidar de darle las gracias llegados al momento final de plegar. Y eso es clave, porque de este modo hay que conseguir que a la hora de pasarle la factura, el pago lo haga encantada. Claro, ahí es en su casa, y la clienta puede ir vestida como quiera, sea en batín, o incluso en provocativa ropa interior, como lo que realmente es: como Pepa por su casa. Y para este caso no se recomienda venir con el casco, sino con el típico pañuelo que protege del polvo, con un cómodo sombrero, o con la gorra. El casco da impacto muy negativo, pues es como si diera la impresión de que vas a hacer que se caiga el techo.

Hay que hacer las cosas que pide la clienta, y en caso de duda preguntar qué es lo que quiere exactamente, para proceder según sus deseos. Me acuerdo una vez de un albañil que le fue a hacer un remiendo a la casa del famoso pintor Salvador Dalí, en Port Lligat, y el famoso pintor surrealista le dío unas instrucciones sobre una especie de barbacoa que quería que le construyeran en el jardín, y al termino del remiendo, el Sr. Dalí no satisfecho del todo, cogió la maceta del albañil, dio unos golpes aquí y allá, con los consiguientes destrozos, pero se quedó satisfecho de su artística faena que al final dijo: ¡ahora así queda bien, tal como lo quería!. Claro que hay que estar preparado para ir a hacer cualquier remiendo en la casa de cualquier loco o loca, pero no olvidar nunca que el cliente o la cliente son la reina, y hay que hacer todo lo que ella pida o quiera. Y sobretodo evitar cualquier discusión: sólo hay que hacer las chapuzas conforme lo quiera la clienta, que para eso es la que paga, y por tanto la que manda. De este modo otro día a esta casa se vuelve, y no se deja a la cliente con esa desagradable sensación de : “en mi casa, albañiles nunca más”, que es tan frecuente que ocurra.. En resumen: escuchar siempre, hacer bien el trabajo según indicaciones de la clienta, y dejar el lugar del remiendo bien limpio y pulido. Ese es el truco final de salir exitoso de los remiendos en cada casa.



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lunes, 1 de agosto de 2011

CALZADO DE PROTECCIÓN EN LAS OBRAS.


Estos que podéis ver en la fotografía con los zapatos que habitualmente calzo cada día mientras estoy de servicio currante. Hace largos años que las uso. Y no son necesariamente las más caras, sino que curiosamente entran dentro del segmento de baratas. Las razones por las que las escojo son porque son de las clasificadas “de verano”, con unos agujerillos que facilitan la transpiración del pie.

Las normas exigen que la suela y la punta sean metálicas, y así son. Pero otros zapatos de este espécimen, y que son de invierno, suelen ser de textura más gruesa y además sin los agujerillos que facilitan la transpiración del pie. Y para colmo suelen ser dos, tres, cuatro, y hasta más veces más caras.

Considero que lo ideal es trabajar con unos zapatos ligeros, y que en este caso cumplan las normas, pero que cuando llega el invierno, el problema se solventa poniéndose unos calcetines más gruesos, sin perder la comodidad del zapato de obras sencillo y cómodo.

No les deis más vueltas buscando el mejor zapato, pues no existe. Y tampoco penséis que un zapato más caro es un zapato mejor, que ese es un error bastante común, salvo que para ello se emplee el mismo material que los zapatos de los astronautas de la NASA cuando se dan un paseo por la luna.