sábado, 4 de febrero de 2012

REMIENDOS DE ALBAÑILES EN CASAS PARTICULARES


Muchas veces los albañiles hemos tenido que ir a alguna casa particular a hacer cualquier chapucilla para solventar cualquier problema que requiera el cliente o la cliente, como algún azulejo del lavabo roto, algún embozo en el water, algún tubo de conducción reventado, etc...

Pero a veces los currelas chapuzas nos topamos frecuentemente con la maruja de turno (ya que los hombres generalmente cada uno a esas horas están en su propio curro), que lo único que le interesa con la excusa del remiendo es poder hablar con el albañil, vamos, algo así como ligárselo, con el que hay que armarse de una santa paciencia cuando se van a esas casas particulares a hacer cualquier remiendo.

Cuantas veces nos hemos topado con la maruja que se pone a hablar de cualquier cosa, menos del motivo del remiendo, sea de criticar a su marido, o si es del remiendo en sí, de cualquier temor relacionado con el tema del remiendo, y que el currela ha tenido que tener la santa paciencia de un Job para no quedar mal con la señora. Pero como me dijo una vez un maestro albañil: cuando vas a una casa, debes de trabajar de la mejor manera, y ante todo ser muy educado, porque en el mundo hay gentes que están totalmente predispuestas a decirte cualquier tontería, y de esto no hay que hacer caso, pero sí saber tener cierta psicología de saber ver las cosas desde el punto de vista ajeno. Y sobretodo portarse bien, porque si no, a esta casa no vuelves, aparte de que sólo consigues que hablen mal de ti, debido al constante cotilleo y marujeo que hay en esas cosas, que se extienden en las conversaciones de la peluquería o de la tienda de la esquina entre los vecinos.

Pero como la cliente generalmente necesita romper con la rutina diaria, y aprovechar que tiene alguien en casa para hablarle, debemos aprovechar para escucharle, y ante todo no criticar nada de lo que exponga. Debemos estar atentos a lo que nos cuente, para darle la respuesta adecuada, y con mucho tacto mostrar interés por lo que quiera comentarnos, así como aportarle ideas y en su defecto soluciones, que eso también son gafes que forman parte del oficio, pues no todo es pastar mortero con una gaveta. El servicio es también mostrarse simpático, sonriente y educado, y escuchar todo lo que a la interesada le salga por comentar, que para eso ha contratado al currera, aparte de que le solvente bien el remiendo. Hay que saber comentar y responder según el tema que la clienta vaya planeando, y no olvidar de darle las gracias llegados al momento final de plegar. Y eso es clave, porque de este modo hay que conseguir que a la hora de pasarle la factura, el pago lo haga encantada. Claro, ahí es en su casa, y la clienta puede ir vestida como quiera, sea en batín, o incluso en provocativa ropa interior, como lo que realmente es: como Pepa por su casa. Y para este caso no se recomienda venir con el casco, sino con el típico pañuelo que protege del polvo, con un cómodo sombrero, o con la gorra. El casco da impacto muy negativo, pues es como si diera la impresión de que vas a hacer que se caiga el techo.

Hay que hacer las cosas que pide la clienta, y en caso de duda preguntar qué es lo que quiere exactamente, para proceder según sus deseos. Me acuerdo una vez de un albañil que le fue a hacer un remiendo a la casa del famoso pintor Salvador Dalí, en Port Lligat, y el famoso pintor surrealista le dío unas instrucciones sobre una especie de barbacoa que quería que le construyeran en el jardín, y al termino del remiendo, el Sr. Dalí no satisfecho del todo, cogió la maceta del albañil, dio unos golpes aquí y allá, con los consiguientes destrozos, pero se quedó satisfecho de su artística faena que al final dijo: ¡ahora así queda bien, tal como lo quería!. Claro que hay que estar preparado para ir a hacer cualquier remiendo en la casa de cualquier loco o loca, pero no olvidar nunca que el cliente o la cliente son la reina, y hay que hacer todo lo que ella pida o quiera. Y sobretodo evitar cualquier discusión: sólo hay que hacer las chapuzas conforme lo quiera la clienta, que para eso es la que paga, y por tanto la que manda. De este modo otro día a esta casa se vuelve, y no se deja a la cliente con esa desagradable sensación de : “en mi casa, albañiles nunca más”, que es tan frecuente que ocurra.. En resumen: escuchar siempre, hacer bien el trabajo según indicaciones de la clienta, y dejar el lugar del remiendo bien limpio y pulido. Ese es el truco final de salir exitoso de los remiendos en cada casa.



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jueves, 2 de febrero de 2012

EL DRAMA DE LOS DESPIDOS



El tema del despido viene aparejado con gran violencia emocional por parte que quien lo sufre, y es una cuestión delicada. Con la actual crisis, por lo menos ampliamente más de la mitad de los que antes habíais trabajado en el ramo de la construcción habréis pasado por esta mala experiencia en estos últimos y nefastos tiempos, consecuencia del pinchazo inmobiliario. ¿A quién no han despedido alguna vez y no ha tenido que pasar por ese mal trago?. Yo no me he librado de esto, y por tanto puedo hablar con conocimiento de causa. Creo que lo único que tiene de beneficioso pasar por una desagradable experiencia de ser despedido es que es cuando más te das cuenta de que en esta empresa no tenías amigos, y que lo único que les importaba era exprimirte mientras podían. Aquí es cuando uno más se encuentra con aquello de “cuando más conozco a la humanidad, más simpáticos me caen mis gatos”. Uno se pregunta por qué ha tenido que ser precisamente contigo, mientras generalmente los más vagos e irresponsables son los que más conservan los puestos de trabajo,....eso se explica porque el dictador Franco quiso que el asalariado español por cuenta ajena estuviera muy protegido, dando muchos derechos en caso de ser despedido, como es el caso de recibir la cuantía de indemnizaciones en función de los años trabajados, y las empresas en tiempos de crisis se encuentran que a la hora de despedir, unos trabajadores salen más caros que otros, y empiezan por despedir a los más baratos (generalmente los contratados), aunque sean los más trabajadores, eficaces y competentes (pues el miedo a no renovar contratos les obliga a ser así de más competitivos en relación al resto de los trabajadores fijos), y el resto se arrastra cuando la empresa ya se hunde completamente y se va definitivamente al garete. Eso lo he vivido: en el caso de las empresas de construcción primero despiden a los peores autónomos, luego los autónomos propiamente dicho, después los contratados, y finalmente los fijos, que son los últimos en ser echados de este barco que se hunde, y muchas veces debiéndoles la nómina de varios meses, lo que a continuación lleva habitualmente a un proceso judicial que se alarga mucho, para arrancar lo que se pueda de lo que se exige de responsabilidades empresariales, aparte de lo que les correspondería del limitado Fondo de Garantía Salarial que se paga con fondo públicos. Por otro lado, muchos de la parte empresarial no le libran del drama con los embargos, la ruina, el desprestigio, etc..(salvo excepciones de los más listos que saben tomar el dinero y lo destinan a la fuga en algún lugar escondido y a salvo).


En realidad el despido es un verdadero drama que causa varios daños al despedido y otros daños colaterales al resto de su familia, pues conlleva: las dificultades económicas por falta de un sueldo, y con ello la bajada del nivel de vida que complica el pago de hipotecas, letra del coche, gastos mensuales propios y de la familia, etc...; cólera y rencor hacia quien despide y la empresa con los más vagos e irresponsables que con frecuencia se quedan, así como darse cuenta de las falsas amistades laborales existentes de las que ha sido necesario el despido para verlo más claro; cierta hostilidad por parte del entorno compuesto por malpensantes y cotilleos envidiosos que en esta nueva situación te rehuyen; sentimiento de vergüenza e humillación, cuando no de culpabilidad; inseguridad hacia el futuro del cual con este crónico estado de incertidumbre no sabes claramente qué te depara; cierta pérdida de prestigio laboral, pues creen que porque te han despedido eres mal profesional y además incluso te evitan; odio social en especial a lo político causante de la crisis y a lo extranjero que indirectamente roban los puestos de trabajo a la gente del país; impotencia y angustia de no poder hacer nada frente a un entorno paralizado y deteriorado que no facilita para nada el obtener nuevo empleo; y finalmente volverse vegetal e inútil viviendo de la caridad pública mientras se pueda como son los famosos 426 eurillos prorrogables; y en última instancia el despedido puede terminar por enfermar de depresión si lleva ya bastante tiempo en situación de parado involuntario. Y por si fuera poco, el despedido pasa a ser un parado marginado de la sociedad, formando parte de una casta de inútiles intocables, para la cual ni los atiende el gobierno, sobretodo cuando se les acaban los subsidios, ni los representa sindicato alguno. Y por lo que veo, el actual presidente Rajoy y en su defecto el de la Generalitat Artur Mas, ninguno va a hacer absolutamente nada para remediar la situación del parado de la construcción, pues gobiernan tan sólo para los que tienen empleo, los funcionarios y lo pensionistas (pero para nada para los desempleados),...y tampoco lo hacia el anterior presidente Zapatero, o en su defecto Montilla en la Generalitat,....con lo cual el más español de los oficios, el de albañil, si estás en el paro y se te han terminado las prestaciones monetarias sociales, estás en el más absoluto de los desamparos.


La verdad es que la manera de despedir dice mucho del que despide, que en mi caso el último despido lo sentí como el peor (había currado de mantenimiento a cuenta ajena, para una entidad que se supone de fines sociales), en el cual no sólo por las pobres y vanas explicaciones a la hora de comunicarme mi despido, sino porque ni tan siquiera me sentí apoyado, teniendo que hacer e insistir yo en las preguntas sobre si habían alternativas laborales en la empresa en el momento que la persona competente me comunicó el despido definitivo,...lo cual no me queda otra cosa que un resentimiento que hace que en otras circunstancias de superioridad no dudarías en hacer daño o por lo menos no favorecer ni ayudar a quienes optaron por despedirte sin exponer debidas razones, porque así como así es como si te despidieran porque les da la gana, para equilibrar sus presupuestos y beneficiar a los que calientan el sillón, o para colocar a otros interesados con lo que permite la opaca mafiosa estructura de la empresa donde impera la ley del silencio pero que al mismo tiempo depende de fondos públicos. Cuando uno sabe que ha sido despedido por enemistad manifiesta o por antipatía con alguno de los que ostenta poder en la empresa, se entiende y es más llevadero, pues sabes quién es tu enemigo y el culpable directo de tu despido,...pero cuando ni siquiera te dan claras explicaciones, ni te apoyan ni te exponen alternativas, como si tan sólo fueras algo de usar y tirar en lo que te hace sentir como una basura, pues te rebelas y se te enciende el resentimiento, y el deseo que si algún día es posible, joderles merecidamente, pues cuando has servido, dado y trabajado más de lo que se espera de ti, es injusto que te ignoren de esa manera, sin dar apenas ningún tipo de explicación, por muchos otros problemas que digan tener y que les afectan. Por supuesto esta experiencia es una de las cosas más amargas que te permiten ver dónde están los amigos (que son muy escasos, y que los podrás apoyar en el futuro), y donde está la gran masa de hipócritas y enemigos no declarados que tenías alrededor. Una conmoción intensa, en la que te das cuenta quiénes son todos esos que te abandonan y que abusaron de tu confianza, ...los sinvergüenzas que no supieron valorar tus servicios y tu buen hacer en el trabajo. No obstante quedan los pocos que por lo menos sabían mostrar en su debido momento que lo sentían y lo lamentaban. Y lo malo es que tras el despido, los ánimos los recibes más bien de personas ajenas a la empresa, y que te conocen de otras cosas, y te muestran sus ánimos y su apoyo,....pero aparentemente muy pocos de la propia empresa, que quizás ni tan siquiera sepan que pueden ser las próximas cabezas de turco a cortar. Es lógico que con la terrible crisis, todos se aferran como lapas a los puestos de trabajo, pues el dinero que ingresan cada mes es lo más importante. Así de injusta es la vida: con crisis de pueden tirar a la calle a los mejores, a los más responsables y trabajadores,...y cuando no hay crisis, a cualquier mierda holgazana e irresponsable se le dan facilidades para contratarlo, siendo extranjera y todo


Y considerando el estado en lo que se encuentra actualmente el ramo de la construcción, creo que se debe de buscar alternativas de empleo en otros sectores, pues creo que la construcción no va a tener futuro en muchos años, debido a las millones de viviendas vacías y sin vender. Pero lo malo es que nuestro país ni tiene los empleos alternativos, ni los genera. Además si os sirve el dato, os digo que curiosamente en la zona donde yo vivo hay igual proporción de parados que de pisos vacíos, una estadística muy dramática y contradictoria que lo dice todo.


Pero no todo han sido patadas por el culo para los pobres currantes desempleados; afortunadamente muchos pisos están embargados por los bancos a los cabrones constructores que querían continuar con la especulación inmobiliaria, de los que se prevén bajadas de hasta un 60% según indicaciones de hace pocos días del banquero Isidre Fainé, presidente de La Caixa i BankCaixa. Una buena noticia porque trata de anivelar los precios más hacia donde se considera su precio justo, y cuya especulación que ha traído tantos parados y tantos dramas familiares, no se habría producido si una ley hubiera impedido el abuso usurero de las hipotecas a más de 15 años. Y así nos van las cosas,....pero para no dejar la entrada tan triste, inserto un vídeo representativo de los felices años del franquismo y de la predemocracia en la que la profesión de albañil era el más español de los oficios, con interpretaciones de nuestros cómicos y hasta del gran Peret, el rey de la rumba.