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jueves, 20 de junio de 2013

TRABAJOS DE ALBAÑIL POR LAS CALLES: LOS BORDILLOS, PANOTS, ACERAS Y OTROS



Los bordillos pueden ser de varios tipos. El que se utiliza en la obra civil, por lo común mide como un metro de largo y tiene 15 cms. de ancho y 25 cms. de alto. Los bordillos con la parte que ha de quedar vista, suelen tener una pequeña pendiente, o mejor dicho que carecen de canto vivo para facilitar la salida del agua en casos de lluvia. Hay bordillos grandes para calles, y más pequeños para utilidades de jardinería.

 

La colocación de bordillos se hace sobre un terreno drenado y compactado, y clavando un par de varillas en los extremos, tensando un hilo a unos 7 cms. más alto para dejar margen para la base del hormigón o mortero, y se ponen como si se colocara un ladrillo o un borde, con la excepción de que pesan mucho y se necesitan dos personas para colocarlo, y a veces con cierta herramienta especial de coger bordillos entre dos. 
Con el suficiente hormigón que se llena con carretilla de hormigón elaborado a máquina, o con la que trae una cuba, al remover el bordillo, tiene que bajar dos o tres centímetros y siguiendo el hilo, que se golpea con una maceta, con una madera encima que recibe los golpes y no lastimar el bordillo. Y se les deja una junta de aproximadamente un centímetro que se llenarán con mortero y luego se limpiará, tal como si fuera una obra vista.

 

Hará falta el uso del radial para trocear los bordillos, sobretodo allí donde no pasan enteros, o se termina en curva para una intersección de calles.

 

Ya en el lado visto de los bordillos se pondrán unos tablones formando un encofrado a unos 14 cms. más bajo, y de unos 40 cms para hacer de relleno en forma de franja de hormigón y formar una calzada algo inclinado de unos 2 cms de hondo en dirección al lado del bordillo que formará como canal para llevar las aguas, y también de referencia a la hora del asfaltado de la calle, teniendo presente que al lado también tenemos que poner los embornales para la recogida de agua de la calle que ha de llevar a la red pública de evacuación de aguas pluviales o directamente a la cloaca, según cómo esté la red de cada sitio.

 

Ya con el bordillo ya hecho y colocado, se puede pensar en poner la capa de hormigón de lo que será la acera para poner los panots, adoquines o cualquier otro material que formará la acera final.  El hundimiento con respecto al bordillo, se recomienda de unos 10-12 cms, y en algunos casos poniendo mallazo, para dar suficiente margen entre la capa de mortero y los panots, que por ejemplo, se van a poner para formar las aceras.


 Pero antes de esto, si es que pasa, se tiene que tener presente los tubos públicos que han de pasar, por ejemplo los que llevan la luz a las farolas, así como los anclajes clavados en el hormigón de lo que en otro momento será el sitio donde quedará la farola.

 


Luego ya en la parte del medio de la calle, poniendo hilos de un lado a otro de la calle, encima de los bordillos nos guiará sobre si hay que añadir material o rebajar las “montañas” que hay formadas sobre el terreno. Para luego pasarle la máquina compactadora y a continuación su asfaltado, o bien hormigonado, que en caso de ser hormigonado se tendrá que reglesar bien, rociándolo con agua una vez esté casi fraguado para evitar el secado rápido y las grietas que conllevarían. O bien añadir la arena con los adoquines encima para formar la calle, según cómo estuviera planificado que debía de ser. 



miércoles, 5 de junio de 2013

¿QUÉ ES HACER DE PALETA?



Hacer de paleta significa dedicarse al oficio de dar forma material a una construcción, que normalmente y de forma previa ha sido dibujado en un croquis o plano.  El término en general engloba la realización de la construcción con el mortero o con yeso (o dejar aquellos materiales que queramos sin recubrir), el alicatado con baldosas y azulejos, la colocación de cubiertas, y el manipulado en de los materiales que sirven para convertir en realidad material cualquier tipo de construcción que se encomiende, así como cierto manejo del encofrado para moldear los rellenos de hormigón, entre lo más básico.


La obra de albañilería puede realizarse con piedras, ladrillos, planchas de yeso, bloques, entre otras variedades de material que sirven para elevar la altura de la obra y cuya elección dependerá del emplazamiento de la construcción (interior o exterior), del entorno, de la resistencia necesaria y de un determinado número de criterios para cada caso. Es pues, básicamente un trabajo muy creativo y artesanal, donde apenas no hay unas pautas estándar, y cada maestro tiene su propio estilo y manera de construir, adquirido con mucha práctica, pericia y arte, en un mundo donde a veces se hace difícil adquirir los conocimientos de los más veteranos, por aquello que se llama envidia y el deseo de ser imprescindible.



Hacer de paleta consiste, pues, en saber dominar el arte de construir poniendo y uniendo los materiales de construcción por medio del empleo de  distintos materiales tales como mortero, cemento rápido, yeso, etc…, para unir diversidad de ladrillos, bloques, piedras etc... Un trabajo muy sucio y polvoriento, que precisa de gran resistencia física, pues no sólo es convertir en realidad constructiva los materiales y sus diversas mezclas y formas, sino también ser capaces de manejar diversidad de herramientas para cada caso así como ser capaces de montar los diversos andamios para las construcciones altas y de altura. Un fuerte interés, voluntad, y una constante dedicación son las claves para aprender el oficio e ir perfeccionándolo. 



Antes de la realización de toda obra de albañilería es conveniente y muchas veces necesario levantar un plano, que el encargado de la obra deberá tener constantemente a la vista mientras dure la construcción. En los planos se han de señalar las zanjas de los cimientos y las direcciones de las paredes, después de haber estudiado la distribución más a propósito que cabe hacer del terreno destinado al edificio, junto con todos los pormenores de construcción. 


Las herramientas del albañil son las necesarias, ya para la conducción de los materiales, como las espuertas, angarillas, carretones de mano, etc. , ya para subirlos a alturas a que no se puede llegarse a mano, como son cabrestantes y poleas, ya finalmente, para la adecuada manipulación del material, incluyéndose en estos las paletas, llanas, zapapicos, la plomada, niveles, reglas y compases, palanquetas, artesillas y cubos, esparaveles, martillos, cincele, gubias, etc.; con frecuencia son también necesarios cables o sogas, grúas y todo lo necesario para el andamiaje.


lunes, 31 de diciembre de 2012

LOS “MAESTROS DE OBRAS”


La figura de los “maestros de obras” ya aparecen desde los gremios de la Edad Media, que incluso formaban logias masónicas agremiadas, y hasta mediados del siglo XIX las construcciones fueron llevadas a cabo por una gran mayoría de profesionales de formación empírica, la acumulada en los largos años de su ejercicio en el oficio y la experiencia que con ello adquirían naturalmente con sudor, trabajos y constante práctica; juntos a ellos operaban unos pocos maestros de obras y arquitectos, ingenieros o aparejadores titulados procedentes de escuelas reconocidas oficialmente de toda España.


Los profesionales de la construcción eran generalmente gente procedente del campo y de las clases sociales modestas que accedían al oficio para ganarse la vida con una base empírica y formados casi siempre en la tradición familiar o local, es decir procedían de familias donde ya tenían un albañil, o eran gentes que buscaban trabajo en las empresas de albañilería para la construcción de cualquier edificio, aunque se empezara como cantero o mampostero en una época que todavía no se conocía el hormigón armado y el ladrillo fabricado en gran escala por máquinas y curado en unos hornos. Era una época que se respetaba mucho la jerarquía y las categorías profesionales, cosa que beneficiaba a todos en el sentido de “hacer carrera”. 


Esencialmente se empezaba como pinche, aprendiz o peón, y se aprendía a levantar un edificio, la utilización adecuada de los materiales a emplear, la destreza en el manejo de las herramientas, nociones sobre elementos artísticos e interpretación de croquis, dibujos o planos, hasta que el aprendiz tras años de duro trabajo se convertía en un gran albañil experimentado capaz de levantar las paredes o muros bien rectos y anivelados, y con la experiencia adquirida y mucha imaginación e ingenio en la ejecución de todo tipo de construcciones, acababa por convertirse finalmente en un “maestro de obras” capaz de ejecutar cualquier tipo de construcción, aunque fuera autodidacta, y aunque algunos aparejadores de entonces, tenidos también por “maestros de obras” que trabajaban en el tajo junto a los demás albañiles, también completaban su formación con las enseñanzas de academias oficiales, estudios y superación de pruebas para obtener los correspondientes títulos de aparejador, agrimensor, o maestro de obras, estudios basados en matemáticas con mucha geometría, nociones de física, técnicas de dibujo, y cultura general, junto con demás nociones arquitectónicas. 


A pesar de eso, eran muchos los albañiles, que aunque fueran semi-analfabetos, se habían convertido en muy buenos profesionales y artistas de la construcción, algunos incluso con diseños y proyectos propios que sabían dibujar a modo de croquis encima de un papel, con lo cual muchos incluso construían para ellos o para particulares sin necesidad de arquitecto o de aparejador, y cuando esos eran necesarios, los albañiles “maestros de obras” sabían tan bien de su propio oficio, que sólo necesitaban a los arquitectos o aparejadores para que firmaran los planos y los trámites, sin necesidad alguna de que supervisaran las obras. Seguro que algunos de vosotros conoceréis algún albañil ya jubilado que se hizo su propia casa los fines de semana, sin necesidad de arquitecto o aparejador, y que la casa le salió destacada y envidiable en comparación a la de los otros vecinos. Hoy en día las estúpidas normativas vigentes de la saturada burocracia, impiden hacen ese tipo de cosas, y además lo ha encarecido todo muy considerablemente.


A principios de siglo XX, a pesar del retraso y el subdesarrollo la producción agrícola e industrial española generó riqueza y alimentó una nueva burguesía y clase obrera que constantemente invertía en construcción, ya que todos querían tener su casa propia. Era la época en que los albañiles podrían construir las viviendas domésticas más populares, de la pequeña burguesía, empleados y la clase proletaria con cierto poder adquisitivo que con mayor o menor esfuerzo que daban los encargos de levantar sus casas con las que albergar a sus familias. Lo hacían en una o dos plantas (con posibilidades futuras de ampliación) y extendidas por el nuevo espacio urbano de las ciudades y pueblos que constantemente hacían sus propios planes de urbanismo.


Esas viviendas de época que con un estilo propio por su sencillez, en muchos casos, llevaban algún sello de la corriente arquitectónica del momento, sobre todo de ese nuevo estilo que vino a llamarse modernista. De hace ya varias décadas, las casas tenían un gusto más decorativo, sobretodo en las fachadas, con los usos de balaustres, frisos, cornisas, etc…., todo sencillo pero con cierto toque artístico que dejaba el sello y estilo de los albañiles que lo construían, cosa que hoy en día ya se ha perdido, construyendo ahora las casas con más funcionalidad y con cierto predominio de la obra vista sencilla con ventanas y puertas de plástico o aluminio, así como ese nuevo y raro estilo arquitectónico que se ha venido a llamar “casas de diseño”.


Tras la Guerra Civil, el régimen de Franco quiso poner en la práctica aquello de “ni un hogar sin lumbre, ni un español sin pan”, creando un ministerio de la vivienda para procurar, fomentar, promocionar y que no faltara vivienda para las clases sociales más modestas, con la construcción de “casas baratas” o de “obra sindical del hogar” por toda España, que dio un gran impulso al oficio de la albañilería, sobretodo en los años del desarrollismo de los años 60-70 en la que casas y pisos crecían como las setas por toda la geografía española. Cientos de miles de españoles procedentes del campo y del proletariado urbano, se dedicaron a la construcción, llegando a ser el de albañil el más español y común de los oficios, siendo un motor económico de progreso muy importante, junto con el turismo, y creándose miles de pequeñas y medianas empresas de construcción, que indirectamente generaban muchos puestos de trabajo.




Las especulación inmobiliaria de la primera década del presente milenio, multiplicó las viviendas, pero dio lugar a la escasez de albañiles que no podían absorber toda la demanda de trabajo y por presiones políticas trajo consigo al sector del ladrillo innumerables normativas que han terminado por confundir los papeles y ya no se sabe ni dónde empieza ni dónde acaba lo de “maestro de obras”, aparte de habiéndose formado una especialización en el campo de la construcción, es decir, por ejemplo, existen albañiles especializados unos en poner ladrillos caravista, otros en encofrar, otros en poner tejas, otros en colocar alicatados en cocinas y baños,…siendo cada vez más difícil encontrar el albañil que sea un profesional de todo en general y que además sepa interpretar los planos de la parte facultativa y las normativas de los de prevención y riesgos. Con lo cual hoy en día la figura del “maestro de obras” está en clara decadencia y extinción, siendo complicada la coordinación de una obra en común, con tantas partes especializadas que naturalmente crean mucha confusión entre las distintas cuadrillas de albañiles, pues no queda muy claro donde empieza la competencia de los unos y termina la de los otros.





martes, 25 de diciembre de 2012

CONTRATAR AL MEJOR ALBAÑIL


A la hora de hacer obras nuevas, de reforma, o pequeños remiendos, todos quieren tener a su servicio al mejor albañil, y si puede ser, que también sea el más económico, cosa muy complicada de casar. Pero en estos actuales tiempos que corremos de crisis económica, muchos albañiles pasan apuros, y los hay de muy buenos profesionales dispuestos a aceptar un precio bajo, a cambio de tener trabajo y conseguir ganar algunas perras por miserables que sean, ya que con la crisis los regateos siempre tienden a la baja, ya que afuera hay demasiada competencia con demasiado poco trabajo.



Por desgracia, en este país nuestro las constructoras salieron como setas en la época de bonanza y hasta cualquier simple albañil autónomo se hacía llamar constructor, sin saber que no es lo mismo hacer un tabique que hacer una reforma entera; pero claro, el color del dinero lo puede todo y muchos no pudieron resistir la, tentación de ganar dinero de cualquier con el entonces inacabable mercado de las reformas, las obras, la edificación… en definitiva con la construcción, en la que todo el mundo invertía, gracias a las facilidades de créditos que daban los bancos. Según datos estadísticos y oficiales, si al comienzo de la crisis en 2008 habían inscritas unas 250.000 empresas en el sector del ladrillo, ahora aguantan aproximadamente unas 100.000 que tienen que comer y buscarse la vida como pueden.



No es lo mismo ser albañil a cuenta ajena, o albañil autónomo (aunque figure como “empresa”)  que ser constructor, ya que éste último debe encargarse de muchas otras cosas además de la propia ejecución de unos trabajos.  Es en estas labores paralelas donde muchos albañiles/constructores han ido fallando sistemáticamente por desconocimiento de normativas, de seguros, de organización, de papeleos administrativos y, sobretodo, por desconocimiento de otros trabajos que no han sido los propios hasta que no se ha autodenominado constructor y que ahora forman parte de aquellas obras a las que opta. No todo es lo que parece. Hay quienes dicen “soy albañil” o “soy constructor”, y son incapaces de saber colocar un bastimento a plomo, o de construir un garaje, cuando no por decir una gran chapuza, que a la hora de darle forma acabada se disimulan todos los defectos visibles. Dicho en otras palabras, de albañiles o constructores los hay de “buenos” y de “malos”, más o menos mejores, y más o menos peores, que de todo hay aquí en ese extraño gremio. 



Igual que las personas, no todas las empresas son iguales, pero hay que pedir distintos presupuestos y precios, y permitir que hagan mediciones ya sea para realizar las reformas o la obra nueva, y puedan decir lo que más o menos nos quieren cobrar por las obras. Los costes pueden variar.




Suele haber una clara diferencia entre los presupuestos elaborados y el pago  real a obras. El presupuesto teóricamente ha de cubrir la obra bien acabada, aunque según quien la haga la acaba de cualquier manera. Una vez aceptado el presupuesto, lógicamente las obras se ejecutan a toda prisa para obtener el máximo de ganancias, y no siempre salen bien debido a que las precipitaciones y las prisas, a veces son malas consejeras (digo a veces, porque si se quiere ganar dinero lógicamente la rápidez es importante). Con esos temores, hay clientes que prefieren pagar por horas,..pero cuando este ocurre, el constructor lo que muchas veces hace es tratar es de alargar las obras el mayor tiempo posible, haciendo que se trabaje cuando aparece el ojo del cliente, pero cuando se va, se trabaja muy poco, ya que el constructor se queda de beneficio un porcentaje sobre el precio de la hora pagada al trabajador, y a la hora de dar explicaciones la cuestión es tan sólo saber ser lo suficiente listo como para dar una explicación exagerada sobre los trabajos, en especial ante clientes que son profanos en la materia. Es un detalle que os explico para que reflexionéis a la hora de contratar a un albañil o empresa constructora: si es mejor a presupuesto, o pagar por horas de trabajo, dejando de pago aparte el coste de los materiales, ya que tanto en lo uno como en lo otro, no se escapa del posible fantasma de la picaresca, algo tan habitual en nuestro país.



No todos los albañiles son iguales: los hay bastante profesionales y honrados, y otros bastante chapuceros, y se creen albañiles cuando en realidad son unos simples “manitas” de cuatro cuartos. Habitualmente las empresas constructoras suelen colocar a sus mejores albañiles en las obras más complicadas o en donde están los clientes más exigentes y que más se quejan. Los menos profesionales y los más vagos, suelen ponerlos en las obras o lugares donde nadie los ve, y entre todos se hacen un mezclado de obra, en los que unos ejercen de inercia que tiran de los otros, ya que el trabajo en equipo es el resultado final de lo que suman los que trabajan bien y lo que restan los ineficaces y los vagos que también forman parte de la plantilla de la empresa, y por eso cuando no se eligen libremente las compañías para el trabajo, muchas veces los trabajos de equipo no funcionan bien.



No obstante antes de confiar obras hay que informarse bien, y entre amigos, conocidos, comerciantes de materiales, gentes vinculadas al sector, albañiles jubilados,…les pueden proporcionar información sobre quiénes son los mejores albañiles y quienes tienen el mejor prestigio del lugar. Hacerlo bien puede ahorrar muchos disgustos y dinero. Y eso naturalmente no pasa por la información que pueda dar un facultativo, interesado ante todo en que se cumplan las normas de seguridad, pues hay bastante albañiles que son muy buenos, y son los mejores, pero desconocen bastante sobre la corrupción parasitaria que se ha instalado en el sector en la forma de las normativas, seguros, papeleos administrativos, etc…









viernes, 24 de agosto de 2012

CONSIDERACIONES ACERCA DE LA PREVENCIÓN EN LA EMPRESA CONSTRUCTORA



Navegando por internet, no logro acordarme ahora de adonde leí que en Nueva York algunas obras ponen un letrero para que lo vean los curiosos y dice algo así como si alguien ve algún operario en las obras que incumple las normas de prevención, llame a la policía sin necesidad de decir el nombre para que esta intervenga. O sea que se incita a la gente a dar el chivatazo, algo muy tentador por parte de este mundo donde la envidia es uno de los pecados capitales más comunes, y dio para reflexionar. No sé cómo estará el tema en los demás países, pero me da la sensación de que estamos yendo demasiado lejos, y no para bien precisamente.





Si los sufridos trabajadores de la construcción ya tienen bastante con soportar el toqueteo de cojones por parte de los cabrones de riesgos laborales o los demás facultativos técnicos, ahora sólo falta que el público ignorante de la profesión se le de por chivatarse (eso del chivateo, igual vicio muy español). Afortunadamente nuestro embrollado (y muchas veces hasta corrupto sistema judicial) reconoce la constitucional “presunción de inocencia” para poder juzgar de cualquier manera eximiendo de responsabilidades si no están lo bastante probadas; y en mi opinión personal para ser justos considero que en las obras todo lo preventivo ha de ser voluntario, y cada riesgo a cuenta de cada uno y no buscar culpabilizar a los demás, mientras las empresas pongan a disposición de sus empleados los elementos de prevención a los que como mínimo les obliga la ley, pues al final cuando hay algún accidente o ocurre alguna desgracia a alguien, ese asunto acaba siendo un negocio con lo de las indemnizaciones tanto por parte de víctimas como por acusadores que de ese dinero se han de beneficiar con la excusa del accidente e incumplimiento o ignorancia de determinadas normas.



No cabe duda de que la formación en prevención es muy necesaria, pues nadie quiere accidentarse ni hacerse daño, ni que ninguna desgracia le ocurra a cualquier colega de tajo …pero dicha prevención no debería de ser impuesta, sino ser voluntaria, como debería serlo todo en un país libre donde la gente se rige por el sentido común sin necesidad de normativas, reglamentos o leyes, y todo ello sin menoscabo de las libertades personales de cada uno: en principio no se debiera de obligar nada a nadie. Se debe de acabar con la actual cultura o “modus operandi” del acoso, de la inseguridad, del miedo, de la extorsión por parte de los de riesgos laborales o resto de los técnicos facultativos, y cambiarla por la cultura o maneras de la prevención voluntaria. Es curioso que quienes más usan el casco, son los que menos trabajan, y muchas veces se presentan en las obras con buenos trajes y corbatas cuando no con chalecos reflectantes, y no con el mono o el tejano con camiseta sucio de polvo y apestosamente sudada del albañil. En cuanto existe la obligación, ocurre que el descontento y el incumplimiento se hace patente; y por ejemplo, el puesto de trabajo es ordenado y con buena vista de vallas, puntales, letreros, etc…, y con los empleados usando casco, chaleco, etc.. sólo el día que se tiene conocimiento de facultativos o los de “riesgos laborales” que vienen a mirar y si se puede dar el caso, “tocarle los cojones a alguien de los que siempre están presente en las obras currando”. Esa no es manera de hacer las cosas, pero es la consecuencia del sistema mismo que lo han impuesto una serie de legisladores, letrados, burócratas y demás elementos de clubs corporativistas que nunca trabajarán ni sudarán en una obra, pero que vivirán a costa de esta.




El conocimiento de las nociones de prevención, seguridad y salud es básico, porque es la manera de prevenir accidentes y daños a la salud, y debe de ser algo voluntario a riesgo y responsabilidad de cada uno, pero no se deben buscar las culpas en terceros, y por otra parte ya tenemos la acción protectora de la seguridad social, teóricamente el ente solidario de los trabajadores españoles para amparar desgracias del resto de los trabajadores españoles. No olvidemos que, por ejemplo, largas horas de cascos en la cabeza, pesados e incómodos chalecos-arnés con ganchos y cuerdas colgantes, zapatos metálicos con una calor de espanto, etc….son muy stressantes, cansinos y de mucha excitación nerviosa, y por tanto, indirectamente dañinos para la salud del albañil. Claro que no voy a decir que cuando se corte algo con radial no se tengan que usar gafas de protección, porque para eso sí es necesario, de la misma manera que no caminas encima de la lechada de hormigón sin botas impermeables. Lo mismo sobre usar guantes cuando se tocan armaduras, o bloques (aunque hay que decir que demasiado uso de los guantes, vuelve la piel demasiado fina, y eso no es recomendable para un albañil que tiene que estar muchas horas tocando y poniendo ladrillos: es mejor e incluso más saludable tener una piel dura y acostumbrada a tocar de todo. En todo caso, lo que si digo es que aparte de que las cosas deberían de tomarse con total voluntariedad por parte de cada uno, el mejor instrumento de prevención es tener un teléfono móvil a mano para llamar por si acaso ante cualquier peligro o incidencia a la persona correspondiente, así como disponer de un sencillo y completo botiquín en la obra por si acaso (que de hecho ya es obligatorio por parte de la empresa).



Desde luego que imponer la normativa acompañada de unas exigencias abusivas contra las libertades personales, no da resultado, y si ha dado lugar a muchas hipocresías y al mismo tiempo muchas hostilidades y discordias entre las distintas partes que han de intervenir en una obra de construcción, puesto que la gente no actúa por verdaderas ganas con lo de la “prevención”, sino más bien por miedo a la sanción y hasta incluso a la amenaza de despido por parte de los de riesgos laborales, cosa que crea fuerte hostilidad y resentimiento. Es ley de la naturaleza que todo cuanto supone de estorbo y de incomodidad para los trabajadores, tiende a incumplirse. Ha de prevalecer el sentido común, el saber ir con cuidado,…pero no se puede imponer nada a nadie. Si alguien por mala suerte se accidenta, se le da la baja o la invalidez, que para esto nos pasamos toda la vida cotizando a la seguridad social; o si se muere, pues se le entierra como no queda otro remedio. Pero lo que no podemos hacer es una política de buscar culpables, y buscar culpables es siempre la más peligrosa de las actitudes, ya que siempre cualquiera tiene sus razones y justificaciones, y quien denuncia, se expone a un futuro ajuste de cuentas o venganza, pues normalmente no se sale tan pancho después de haberse medido en un marrón así, con lo cual la denuncia ya de por sí es una actitud peligrosa por parte de quien se arriesga a interponerla contra alguien. Es la única manera de acercarse más o menos al objetivo de cero desgracias laborales, y cero denuncias. Por otra parte hay que decir que tampoco se dice la verdad cuando no se expone la nacionalidad de los accidentados, cuando en los medios de comunicación se llenan tanto la boca con los morbos de las noticias de accidentes e incumplimientos de normas de “seguridad e higiene”. Nos sobra hipocresía y hay que volver al sentido común de los tiempos de antaño, en los que incluso con apenas sin normativas, habían muchísimo menos accidentes que en los tiempos actuales con tanto exceso de normativas. Se de un caso de un inmigrante que para cortar con una radial  una madera para hacer un encofrado, no había parado de que en medio de la madera había un clavo clavado que nadie se molestó en extraer, y al hacer el corte, el disco le saltó disparado como si de una descarga se tratara, y le hizo un corte en la pierna. Uno no puede prever la ignorancia del personal a la hora de cada uno de los distintos desempeños, y no se puede ir siempre buscando culpables, aunque irresponsables inevitablemente los hay en todas partes. Por mucha normativa y amenazas de multas y cárceles que existan, y por mucho que se intimide al personal menos preparado (que es también el que más trabaja, ya que la dirección facultativa y los cabrones de prevención apenas no corren riesgos alguno), siempre existirá la falta de iniciativa y cuidado de quienes deberían de tenerla y el exceso de aquellos que más lo ignoran por no sudar y llenarse de polvo en la obra. Creo que más bien cada cual tiene que cargar con su propia responsabilidad.





Y repito, tan sólo hay que educar y formar en prevención, seguridad y salud como “valor añadido” en lo profesional, como lo es cualquier otra cosa de utilidad por aquello de lo de “el saber no ocupa lugar” puesto que nos es de utilidad para cualquier cosa,…pero no se puede obligar a nadie, ni buscar culpables en nadie: cada cual es responsable de sí mismo, y mientras no sigamos así, persistirá esta innecesaria situación de incomodidad y permanente desconfianza en las obras.