miércoles, 26 de diciembre de 2012

LA LEY 32/2006, DE 18 DE OCTUBRE, REGULADORA DE LA SUBCONTRATACIÓN EN EL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN


Es una más de esas leyes que crean confusiones y embrollos en el sector de la construcción, y hace referencia a eso que llaman “Libro de subcontratación”. Tiene como objetivo evitar que se subcontraten masivamente diversas empresas para no segmentar demasiado las responsabilidades y facilitar los controles de los coordinadores de prevención y riesgos para que se cumplan las normativas de higiene y seguridad en las obras. Esta ley permite hasta tres niveles de subcontratación, y cuando se llega a un cuarto nivel, ha de ser con las condiciones de que la dirección facultativa –entiéndase arquitecto- lo permita con la correspondiente justificación del motivo.


Claro que el origen de las subcontrataciones es que muchas veces la constructora (en especial las que son grandres), no disponen de los suficientes medios humanos y materiales para ejecutar los encargos, aunque sí tienen los clientes, el dinero y con ello la financiación. A las grandes empresas, cuando las cuadrillas de su personal se multiplican, empiezan a aparecer numerosos problemas de conflictividad, en los que muchos eluden responsabilidades y se relajan. Ya como me dijo una vez un veterano albañil (se llamaba Felip (de Felipe, en catalán), para más señas): "hay que tener un máximo de 3 trabajadores por obra, ya que a partir de 4, todos empiezan a refiarse de los otros, eludiendo lo peor de los tajos, y al final son todos los que se relajan y ya no trabajan como Dios manda, sino que empiezan a gandulear dando todo tipo de excusas".


Claro, con la legislación actual, una empresa de construcción no puede funcionar con una disciplina como si fueran las legiones romanas, lo cual quiere decir que muchas veces el pillo sinverguenza de turno termina haciendo lo que le da la gana, y ante personal así, muchas veces a la constructora le sale más fácil y cómodo contratar subcontratas, es decir otras empresas que les hagan los trabajos por partes, ya que así, llegado a un acuerdo económico y las condiciones, cada empresa es responsable de sus trabajadores, sus equipos de protección, sus herramientas, etc.. y así de alguna manera se evitan esos conflictos tan inherentes a la naturaleza humana causadas por envidias y sentido de la irresponsabilidad, en unas empresas que para funcionar bien necesitarían de disciplina militar, casi como las legiones romanas a las que me he referido y en las que cada soldado y oficial conocía bien cuál era en cada momento la tarea que debia desempeñar con el máximo de eficacia posible.


 En vez de contratar a 50 trabajadores, que puede llegar a ser difícil de controlarlos, y además tener que despedirlos una vez finalizadas las obras, es mucho más cómodo y seguro contratar 10 empresas con 5 y trabajadores cada uno, por citar un ejemplo, y cuando la cosa se termina, adiós y muy buenas. Y cuando no se trataba de otras empresas subcontratadas, pues a título individual se contrataba a autónomos, en el que cada uno era responsable de su propia cotización, bajas, vacaciones, equipo de seguridad y formación. Y aquí también entraban destajistas que cobraban un determinado precio por metro, cosa que lo estimulaba a ir de la forma más rápida y dejando el acabado lo mejor posible: tanto haces, tanto cobras.


 Claro que esas mismas empresas subcontratadas, se ven con hacer una imitación de lo que hace la primera, y con eso a la vez subcontratan a otras empresas para los desempeños que han sido escogidos, formándose en la obra, sobretodo si es grande, como una estructura piramidal, que se pueden repetir teóricamente hasta el infinito, llegando el caso, como he visto, que en el último eslabón de la subcontrata algún avispado ha puesto a currar a gente sin papeles para cualquier chanchullo que apareciera en la obra, ilegales, como uno que me conozco y que la avaricia le llevó a contratar de peón a un moro que se puso encima de la frágil madera de encofrado de un balcón (que estaba hecho con delgada madera de melamina), y el pobre se puso encima de la delgada madera, se rompió la misma por el peso del moro, se cayó y se fracturó, que al que lo había colocado allí para currar sin papeles, tuvo que ir a juicio y le condenaron a pagar tanto una indemnización, como una multa millonaria (en pesetas, claro), que lo llevó a un estado tal de depresión, que por esa causa estuvo de baja año y medio, pero que del moro accidentado no volví a saber. Claro que esta estructura piramidal de las subcontratas ponía muy difícil los controles de la dirección facultativa, y eso fue el origen de esa ley que limitaba los eslabones de subcontratas con la primera empresa madre



Pero hecha la ley, hecha la trampa, ya que existen varias maneras de burlar esa ley, ya que cuando se lleva al nivel tercero de subcontratación, la posibilidad de una cuarta o quinta subcontratación se deriva al primer nivel, del cual ya desde el tercer eslabón se miran de buscar soluciones para encadenar la siguiente subcontrata con la primera, aunque en la práctica pegada a la tercera. Cuando hay una ley o normativa que obliga a una cosa, hay miles de maneras distintas de ingeniársela para burlarla o montarla de otra manera en aras a la eficacia y a la economía, que es lo que persiguen las subcontratas.



Pero bueno, en un sistema en el que en la práctica todo es libre mercado, y cada cosa va en función de la oferta y demanda, y de la relación precio-calidad, las mismas empresas constructoras espabilan por sí mismas como mejor les parece, al mismo tiempo que los clientes escogen a quienes creen que les darán la mejor relación calidad-precio, por lo que no era necesaria en absoluto ninguna ley ni tener que llevar ningún tipo de “libro de subcontratación” para controlar según conveniencias de quien y con ello poder reclamar ante la administración e incluso ante instancias judiciales las posibles incidencias que crean ver. Y puestos que de muy poco sirve, también es poca la gente que lo conoce. 



Os dejo aquí el enlace de la ley que lo regula, aunque es muy enrollada, llena de tecnicismos y complicada a entender, de esas que lees y terminas sin haber entendido aparentemente casi nada:











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