viernes, 28 de diciembre de 2012

LOS SINDICATOS EN LA CONSTRUCCIÓN


A decir verdad, los sindicatos no sirven absolutamente para nada (salvo que a veces a los obreros les arreglen algún asunto legal, con ayuda de abogados del sindicato, cuando algún afiliado tiene algún tipo de problema), aparte de ser cómplices en cuanto se refiere a la puesta de molestas normativas como las de prevención, y los cuales siempre esperan suculentas subvenciones del gobierno para financiar sus locales, sus liberados, sus cursillos, los representantes de las empresas que muchas veces hacen como inspectores que ponen denuncias contra su propia empresa que le da de comer,  etc…, pero aparentemente en general no representan para nada a la clase obrera de los albañiles.


 Son sencillamente la institucionalización de una especie de mafia legalizada, que defiende sus propios intereses para poder vivir del chollo, a costa de los trabajadores que dicen representar y las empresas que tiene que pagar sus actividades de "representación sindical" completamente improductivas, porque así lo exige la autoridad laboral.


Los sindicatos sólo tienen sentido cuando el patrón es la empresa pública, es decir el gobierno que maneja el dinero de todos los ciudadanos. Y como que todo en la empresa pública los problemas se solucionan socializando las pérdidas, subiendo impuestos y sin despedir a nadie, sólo les viene bien a los empleados públicos la existencia de los sindicatos que representan y defienden sus intereses corporativistas.


 Cuanto más protestan, cuanto más daño público hacen, cuantas más manifestaciones, paros y huelgas, más consiguen que los gobiernos les suban las pagas obligándoles a firmar convenios de sueldos más altos y con mayores privilegios (que llaman “conquistas sociales”)  a costa del resto de los contribuyentes que pagan sus impuestos para financiar sus buenos sueldos de empleados públicos.




En los tiempos que corremos, se ha podido ver que los sindicatos más bien están callados y no hacen nada en absoluto ante el tremendo problema del desempleo y apenas tampoco hacen nada para pedirles al gobierno que cree puestos de trabajo o que prorrogue las subvenciones para los parados que no encuentran trabajo. Con el último recorte de las prestaciones a los parados, así como la rebaja de la cuantía de las mismas, los sindicatos no hicieron absolutamente nada para poner el grito al cielo, y cuando al parado se le acaba la prestación o la subvención, se queda en la más absoluta miseria, y así están millones de parados, sin que los sindicatos no hagan absolutamente nada para defender a esta gran masa de trabajadores sin empleo y desamparados.
 Tampoco están haciendo nada para que les suban la paga a los albañiles, con esa profesión tan dura y arriesgada que tienen que soportar; todo queda a merced del libre mercado, que anda en pos de la mano de obra que se ofrece al precio más barato, tanto más barata de encontrar cuanto más paro y crisis hay en la sociedad. Ya en la época del boom inmobiliario, de la bonanza de la economía sobrecalentada, los sindicatos no se preocuparon de pedir mejoras salariales para los albañiles, que les hubieran venido muy bien para incrementar su poder adquisitivo y con ello facilitar mejor la economía con un mayor consumo debido a un mayor poder de compra. Al no subirle los salarios a los albañiles, los empresarios y promotores inmobiliarios pudieron acumular grandes fortunas y hacerse ricos.


 Claro que con las jugosas subvenciones que reciben del gobierno no se pueden quejar mucho, y necesitan ese dinero para mantener sus sedes sindicales y los enchufados liberados que viven de ello, y por ello no pueden ser muy molestos con los gobiernos, y tienen que hacer más bien lo que el gobierno quiere, y ya no se lucha por los trabajadores, sobre todo los más necesitados que son los que están en el paro, sino que se trata de mantener los puestos de los sindicalistas liberados, que son pagados con las subvenciones de los gobiernos, es decir, el dinero que todos pagamos a través de los impuestos.


 El que paga manda, y siempre hay que obedecer “la voz de su amo”, que en este caso es el gobierno, a pesar de que de vez en cuando se convocan huelgas generales y manifestaciones, en la que sólo participan los piquetes, liberados y afiliados de las empresas públicas, siendo muy raro que participen en esas protestas los trabajadores del sector privado de la construcción, conscientes de que los sindicatos no les sirven para nada, como no sea pagarles una cuota de dinero que nadie quiera aportar si no se le garantizan beneficios y mejoras laborales.


 Las huelgas generales que convocan, más bien son “juergas” de los sindicalistas que chupan del bote, y lo tienen todo pagado con las subvenciones del gobierno, inclusive las pancartas que usan, los megáfonos, las banderas y banderines, las gorras, los folletos, los carteles que pegan en las paredes, los sprays para las pintadas, la silicona cierra cerraduras, los podiums de los discursos, etc....


 Y si no sabe de lo que da a conocer la prensa de lo bien que bien los líderes sindicales sin apenas dar golpe con los suculentos sueldazos que les da el gobierno, que se permiten  comprar una colección de rolex y demás relojes de lujo, o de ir a comer mariscadas en restaurantes de 5 tenedores, o de algunos que ocupan puestos en los consejos de administración de las cajas de ahorro, con retribuciones que superan el centenar de miles de euros anuales, tan sólo  por sentarse en su calidad de liberado sindical, en unas pocas reuniones al año.

NOTA: ES UNA FOTO CAMUFLADA

 Ese es el sindicalismo que tenemos en España, que para nada está para defender al obrero, y mucho menos a los parados; son sencillamente marionetas compradas y domesticadas por el gobierno que viven plácidamente de ello, no con el pico y pala de los albañiles, o en una cadena productiva de cualquier fábrica. También es sospechosa la complicidad del gobierno cuando tras las huelgas generales, con todos los destrozos causados y las violaciones de los derechos constitucionales hacia terceros que no desean participar en las huelgas, nadie pasa por los juzgados ni a nadie meten a la cárcel ni le piden responsabilidades. Eso sí: los destrozos a cargo de los contribuyentes y “si te he visto, no me acuerdo”.



Sorprende este país nuestro que cuando convocan un botellón en las redes sociales de internet, acuden cientos o miles de personas, pero para una manifestación sindical tan sólo acuden los sindicalistas a sueldo del gobierno mediante las subvenciones. Nadie siente aquí que se defiendan los derechos del obrero de la construcción que no son otra cosa que un trabajo estable y pagado al precio justo.


 Y los convenios se firman con la complicidad de la patronal, sin consultar apenas a la parte obrera, que para nada participa en la elaboración de convenios, en los que muchas veces se ponen unas condiciones que son difíciles de cumplir, como por ejemplo las referentes a los carnets, cursillos y normas de prevención, por citar unos ejemplos.


Solo hay que ver y preguntar a cualquier albañil si de verdad les sirve para alguna cosa los sindicatos, o lo mejor es negociar personalmente las cuestiones entre el empresario y llegar a acuerdos. En fin que los sindicatos más bien están bajo cuerda del gobierno con quienes tienen la verdadera complicidad, que es el que los mantiene, a pesar de los comportamientos mafiosos de algunos.


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