domingo, 9 de junio de 2013

TRABAJAR CON SEGURIDAD EN LA OBRA




Cuidar la propia seguridad no tiene nada de ver con técnicos de prevención que te dirán lo que tienes que hacer, sino más bien se trata de un proceder de sentido común: la manipulación de los materiales y de las herramienta siempre comporta un cierto riesgo que un albañil experimentado ha de saber tener suficiente instinto como para saber evitar toda clase de peligros, o por lo menos saber auto-protegerse, tomando las consiguientes precauciones.

 

Hay que tener siempre a mano un casco para cuando realmente haga falta y exista el peligro de caídas de materiales cuando se está debajo de la obra, o cuando se trabaja en demoliciones, por ejemplo,  y zapatos reforzados con suela metálica, que protegerá los pies de pisar objetos punzantes, así como la caída de herramientas o cualquier ladrillo o piedra que podría lesionar el pie.

 

Como medida de prudencia, hay que conservar este equipamiento durante todas las etapas de la construcción. Sobre todo si tiene que trabajar con herramientas cortantes o en lugares con peligro de caída de escombros.

 

Si se trabaja a cierta altura, hay que saber instale un andamio  a gusto, pero cómodo y sólido (y en eso nada tienen que ver las normativas y demás homologaciones para andamios). Y no hay que intentar hacer equilibrismo, ya que nunca compensa en nada jugarse la vida. Para tranquilidad de todos, hay que procurar trabajar con seguridad.

 

Es preferible no dejar las herramientas en la obra, y no sólo para evitar las tentaciones de los cacos. Hay que vigilar particularmente los cables de las máquinas electroportátiles (taladro, mola o radial, sierra eléctrica, etc): colocándolos a una cierta altura para evitar enredarse con ellos o cortarlos, así como evitar que esté en lugares húmedos o con el riesgo de mojarse: nunca se puede dejar que se moje un aparato eléctrico.

 

Y hay que tener mucho cuidado con la manipulación de las herramientas eléctricas: si están conectadas en el exterior es imprescindible enchufarlas e impermeabilizarlas en la tierra. No trabajar en una máquina -para cambiar una broca o una hoja, por ejemplo, sin desenchufarla antes. Después de utilizarlas mejor siempre desenchufarlas si no van a utilizarse por largo rato.

 

Durante la manipulación de algunas herramientas, como las brocas, paletas, macetas, martillos, etc., se puede poner unos guantes y gafas de protección: los primeros amortiguarán los golpes en los dedos (aunque lo ideal es endurecer la piel y los callos, y hacer que transpiren bien y no utilizar los guantes salvo para tocar materiales corrosivos, húmedos, o mojados),  y las segundas evitarán que nos entren astillas en los ojos, que es siempre la protección más importante que hay que tener en cuenta, pues nada peor en la vida que quedarse ciego. Será conveniente usar guantes para manipular la broca si está cerca de un cable de alta tensión...

 


De la misma manera, hay que prestar atención a las canalizaciones enterradas durante los trabajos de excavación imprescindibles para realizar los cimientos. La canalizaciones eléctricas se señalan con la presencia de un enrejado rojo enterrado para tenerlo en cuenta .

 

Las reglas de prudencia son a menudo las del sentido común y de la lógica en la organización del trabajo, y como dije antes, nada tiene que ver con los de prevención o riesgos laborales, sino más bien con aquello del viejo adagio que dice “El miedo conserva la vida”. Si uno hace caso el propio instinto, después de tantos años de experiencia en el oficio, sabe mejor a qué atenerse en cada situación de riesgo. No esas prevenciones hay que considerarlas una dificultad, sino más bien un medio para obtener mejores resultados. Nunca está de más aprender a trabajar de la mejor y más eficaz manera, y que al mismo tiempo sea lo más seguro y siempre con el objetivo de “CERO ACCIDENTES”.


Todos los albañiles sabemos de los riesgos que corremos en ese trabajo en que la accidentalidad es frecuente, pero afortunadamente en la mayoría de los casos suelen se accidentes leves, que no van más allá de un moratón o una simple cortadura.


Hay riesgos de caídas desde distintos niveles, tanto de personas como de cosas, riesgos de cortes, de golpes, de atrapamientos, de sobresfuerzos, de choques, de atropellos, de demartosis de la piel por contacto con cementos, los rigores climáticos de deshidratación, quemadura de la piel, o congelación, y los derivados del manejo de las máquinas, herramientas, vehículos y demás útiles.


Para prevenirse existen las protecciones básicas personales, como son las gafas de protección, los guantes, las botas de suela metálica, las botas a agua para trabajar encima de hormigón o zonas húmedas, las armillas, y los malditos cascos que nadie soporta de llevar cuando no es necesario. También hay unas normativas que obligan a tener limpio y ordenado el puesto de trabajo en la medida de lo posible, así como la señalización de la zanjas, los agujeros, los balcones, y aquellos lugares que hay riesgo de caídas, así como poner redes en los andamios, y otras muchas cosas más que si bien tienen la buena intención de proteger, el exceso de protección acaba volviendo incómodo y más estressante el tajo, que al final parece aún más desprotegido, pues igualmente ocurren los accidentes (e incluso a veces más) cuando hay tanta obligación de protección, y en general menos accidentes ocurren cuando se deja actuar por libre a los operarios y que sean ellos mismos que tomen las medidas de seguridad cuando lo crean conveniente. Pero ese ya es otro tema. 



Ahora bien, si existe algo que tengo que criticar y descalificar completamente: la llamada "Ley de Prevención de Riesgos de 1995", que regulaba el control de la seguridad, y que vino como una imposición de la cual todavía hoy en día la inmensa mayoría de los albañiles siguen desconociendola. Y luego con la obligatoriedad de hacerse un seguro de obras, acompañado previamente de su correspondiente plan de seguridad, que conllevaría un encarecimiento muy sensible del coste de la obra, haciendo con ello que la vivienda esté cada vez menos accesible para los inversores. Si en el mundo salvajamente competitivo de la construcción que tienes que ofrecer el mejor presupuesto para adquirir la obra, y en donde la urgencia es la norma para cumplir el plazo y el presupuesto (el tiempo es oro), adaptarse a esas nuevas normativas de prevención, junto con sus sanciones e incluso las penas de cárcel, era algo que hacia mucho daño, y que sólo conseguía que conseguir una casa fuera cada vez más difícil por los nuevos costes obligatorios que acompañaban.

 Se dice que se pretendía adaptarse a los stándares europeos, pero se ocultaba una verdad muy importante: ¿de qué nacionalidad eran la inmensa mayoría de los accidentados?, ya que muchos operarios del llamado "Tercer Mundo" acostumbraban a trabajar al modo de sus países de origen, de cualquier manera, ignorando muchas veces la regla de sentido común más propio de nuestros contornos, de andar con cuidado. Pero esa ley trajo una cosa muy mala: las fijaciones de las sanciones y la cárcel, que llevó a un estado de verdadero miedo, que se escapaba al control de los empresarios que tienen que aguantar unos trabajadores fijos, y que eso no es garantía de que se aplicarán al cuento en cuanto se refiere a las normas; y razón también por la que ya prácticamente nadie se arriesga a montar una empresa de construcción.


Y no digamos la parte de la dirección facultativa (arquitecto y aparejadores), encargados, técnicos, promotores, etc..., que de todo eso iban en lo posible en el plan "de eso te encargas tú", y por si fuera poco haciéndose unos seguros de responsabilidad civil (que les costaba su dinero), por si acaso ocurría alguna de la que tuvieran que verse obligados a bailar con la más fea. Un tremendo error: no se trabaja bien con miedo, ni con incomodidad, y lo de sentido común es que cada uno se hiciera responsable de sí mismo, tomando las medidas de seguridad que creyera oportunas, sin buscar culpables en nadie. Pero se ve que esas leyes la han redactado políticos, juristas y funcionarios, que nunca han trabajado en una obra de sol a sol, ni han tenido puesto encima durante 10 horas un casco o un pesado e incómodo arnés. Tal como ya he venido explicando en diversas entradas de este blog que hacen referencia al tema de seguridad y prevención. 



Lo que finalmente ocurre, es que muchos albañiles destajistas ven que colocar barandillas, redes, etc... supone para ellos una gran pérdida de tiempo, y encima les estorban, perdiéndose para ellos un tiempo muy improductivo que no recuperan, tanto para montar como para desmontar lo que exigen las normativas de prevención, y prefieren más hacerse los no enterados. O cuando les obligan a ponerse los arneses, se dan cuenta de que pierden mobilidad y rapidez, aparte de aguantar encima una cosa pesada que además les da calor, con lo cual en cuanto pueden, no dudan en quitárselo si ven que no ha peligro. Esos que sólo están en los despachos y casi nunca en las obras, son los más exigentes: pues que se los pongan ellos, sean arneses o cascos, y que monten las barandillas sin cobrar por ello, a ver si son capaces y se salen con el presupuesto, aparte de sufrir llevando encima una carga innecesaria en la forma de un casco, arnés, o la pérdida de tiempo que supone colocar barandillas en sitios incluso innecesarios y de poco paso. 



Por otro lado, ¿a qué viene tanta norma de seguridad?, ¿por qué no ponen un control de alcohol a ver quienes vienen bebidos a las obras, que eso contribuye mucho mejor a prevenir más accidentes?, pero que en caso de que un accidentado supere la tasa de alcohol, de eso la prensa no habla, pero sí como lobos vienen las inspecciones y a buscar a los culpables, con todos los miedos que ello crea y las consecuencias futuras de hacer pagar a todos aquellos que los han metido a la mierda a personas que nada tienen que ver con el accidentado, por eso a veces los inspectores son tan prudentes que se hacen la vista gorda: todos temen posibles represalias encubiertas que prefieren evitar, aunque los abogados ven aquí un gran filón para negocios tanto de pagar como de no pagar indemnizaciones, y la prensa una oportunidad de vender morbo con el tema de los accidentes. Enfín, que es muy complicado hacer que la gente cumpla con las normas, y cada cual debería de cumplir por sí mismo, a pesar de los miedos que intentan meter entre multas, cárceles y despidos, que crean unas enemistades y unas desconfianzas que muchas veces terminan en consecuencias nada agradables. Pero lamentablemente es lo que tenemos. 







Os dejo aquí con la "LEY DE PREVENCIÓN DE RIESGOS DE 1995", ya actualizada, que os aseguro que casi ningún albañil entiende ni mucho menos dispone de capacidad para leer tan extenso, incomprensible y aburrido rollo: 

"LEY DE PREVENCIÓN DE RIESGOS DE 1995"



Y como complemento del tema os dejo ese vídeo argentino de "seguridad en albañileria" que encontré en el You Tube:





Y ese otro vídeo "Seguridad en la Construcción Protección Personal" :







TAMBIÉN OS DEJO UN POCO DE HUMOR PARA REÍROS:  Es sexo no es accidente. Utilizad siempre el condón. (Graciosos anuncios recomendando el uso de los condones), para evitar hacer uno de pequeñito no deseado con la persona inesperada. 




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