domingo, 31 de julio de 2011

DISCORDIAS ENTRE TÉCNICOS Y OBREROS EN LAS OBRAS



Yo diría que el mundo de la construcción es un desorden total por carecer de una jerarquía de tipo militar, aunque establece una especie de “responsabilidad civil”. Está la parte que se denomina “técnica” compuesta por arquitectos, aparejadores, personal de riesgos laborales, etc…,que aunque tiene algún tipo de formación titulada, solamente trabajan con papeles o ordenadores, y desconocen totalmente lo que es poner bien un ladrillo encima del otro sin mancharse, sudar ni respirar polvo. Desde luego, salir de la universidad, y de repente ser el "jefe de obra", sin haber colocado nunca ningún ladrillo o teja, ni haber montado un andamio de 10 metros, desde luego no lo hace experto ni está preparado para dirigir una obra. Es más, los aparejadores de antaño, por ejemplo, incluso habían empezado como peones o aprendices en las obras, compartiendo sudores y cansancios con el resto de la tropa que edificaba.


La otra parte, es la parte obrera, generalmente con estudios que no van más allá de los primarios o secundarios e incluso algunos sin estudios siquiera, y de la que apenas entiende de los papeleos o los ordenadores portátiles de los anteriormente referidos, pero que es el grupo humano que de verdad ejecuta y da forma material a la obra. Es decir, convierte en realidad táctica lo que está dibujado sobre un plano o pantalla de ordenador a veces complicado de entender, como no sea expuesta en perspectiva o en tercera dimensión. Yo pertenezco a la parte obrera, y por tanto, no puedo entender del todo lo que ven los de la parte técnica, aunque lo más claro de ver y entender es lo mucho que cobran por dejarse ver tan sólo unos pocos días al año, cuando el albañil tiene que estar sudando la gota todos los días del año, acabar la jornada completamente sucio de polvo, y reventándose las espaldas y las tendinitis de ambas extremidades. Creo que el responsable de lo que ocurra en una obra, y según me explicaron, pues yo no fui a ninguna escuela para que me lo enseñaran, está por el que más cobra dando el menor golpe, es decir que es el que menos esfuerzo dedica en la obra, más o menos por ese orden: arquitecto, aparejador, coordinador de seguridad, empresario de la constructora, encargado de obra, oficial de 1, jefe de la empresa subcontratada,…hasta llegar a la ultima escala del pinche, pasando por las distintas categorías de peón. Y entre todos tienen que repartirse responsabilidades que no todos tienen claras, pero que se sale con un poco de sentido común entre las distintas partes ya que el resultado final es la suma de los trabajos de las distintas partes haciendo encajar esta especie de puzle.


Digamos que el diferente personal forma una especie de estratos de responsabilidades y jerarquías. Lo curioso es que los de más arriba (los técnicos facultativos), que son los que teóricamente deberían de supervisar y vigilar ciertos peligros o explicar cómo organizar y hacer los trabajos, son los que menos se dejan ver en las obras, hasta el punto de que hay arquitectos que envían a algún chico de los recados de su oficina técnica, para que vaya a echar un vistazo por las obras a ver si encuentra algo raro que requiera su atención. Y los aparejadores sólo se dejan ver de vez en cuando, especialmente cuando hay encofrados de forjados para ver si están bien distribuidas las vigas y los hierros para dar su aprobación antes de ser llenados de hormigón vibrado, pues no conviene dejarse ver mucho por las obras, ya que encargados y oficiales les odian, ya que siempre se ponen a criticar todo lo que ven, produciendo exasperaciones entre el personal obrero que no saben cómo lidiarlo si el payo de turno les ha salido quejita. Incluso los propios clientes muchas veces no los quieren porque con todas sus exigencia hacen encarecer las obras, y confían más en la veterania y pericia del albañil que es el que trabaja de verdad y se suda la camisa, improvisando todos los días su trabajo paso a paso. Y no digamos los de riesgos laborales, que son muy odiados por los clientes, pues la elaboración del “plan de seguridad” sale muy carísimo y no aporta nada productivo a la obra, salvo la de perder más tiempo en dinero y en estorbos en algo que prácticamente no existía antes.


Personalmente he conocido muchos clientes, que a la hora de tratar sobre un detalle constructivo, prefieren más hablarlo con el albañil que con el técnico, porque ese último al final se pone muy exigente pues tiene que hacer todo conforme lo marca la ley, lo cual significa encarecimiento, mientras que el “chapuzas” muchas veces sabe improvisar y hacer cualquier invento para salir al paso y dejar materializada la obra que desea el cliente. Claro que esos técnicos, para eludir responsabilidades, lo que hacen a la hora de diseñar el plano, es que la construcción sea igual que ocurre con los puentes: que aguante 3, 4, 5 o más veces lo que sería lo normal, añadiendo por ejemplo, más hierro en los hormigonados armados. De ese modo sería muy complicado que se llegara a caer un techo, y tener que enfrentarse a una demanda de responsabilidad de los tribunales. En la escuela les enseñan cualquier complicada cosa técnica que a todos los albañiles nos suena a chino, menos a saber poner un ladrillo, hacer un agujero con escarpa y maceta, cavar una zanja, o montar un andamio, con lo cual salen de ella con un título en la mano, pero con una ignorancia completa en sobre cómo ejecutar una obra y darle forma material, Esa es una de las razones por la que la parte técnica siempre se está quejando de la parte obrera, a la que considera como unos completos chapuzas que hacen las cosas de cualquier manera, olvidando que muchas veces tienen que improvisar y que no se les paga por pensar como debería de serle inherente a un arquitecto con todos esos estudios universitarios de los que se presume.


Yo mismo una vez consulté a un arquitecto sobre a qué medida se debía de poner un regla para levantar una nueva pared, y el pobre facultativo no lo tenía claro, que me dio la excusa de que lo consultaría con su ordenador que se había dejado en su estudio, así que tuve que improvisar y calcularlo manualmente, y al día siguiente cuando volvió el arquitecto me señaló la medida, que era exactamente a 2 cms de adónde yo había marcado, sobre un largo de unos 30 metros; yo ya había empezado a levantar las paredes, y tuve que decirle que 2 cms no son nada y que me iba a cabrear porque yo no soy arquitecto, no cobro lo que él, y he tenido que calcular por mi propia cuenta la medida. Y es que esas cosa muchas veces las tienes que hacer, porque sobre la marcha hay que planear una buena estrategia sobre el principio de: lo más rápido posible y con los menos costes posible, que es el principio no escrito sobre la competitividad que rige toda empresa de construcción, ya que las obras siempre acaban saliendo carísimas y hay que reducir costes de todo lo que se pueda tener a mano. Os adjunto ese vídeo de aparejadores que he encontrado en el You Tube, donde podéis ver lo que estudian, cuando varias décadas atrás un aparejador era aparentemente “el maestro de obras”, un currante más a pie de obra colocando ladrillos con callos en las manos y sudando la gorda. Hoy es un oficio de buena vida que “aprenden” en sus escuelas de pizarras digitales, con sus buenos ordenadores con programas de CAD que casi se dibujan y calculan por sí solos, un oficio que comparado con de albañil, ese último es considerado como oficio desgraciado, y por tanto merecería más respeto por ser más duro y ser el que a la larga es el que siempre trabaja de verdad en las obras, ya que una vivienda no la materializa los datos que contenga un bonito ordenador, sino la dura y callosa mano del pobre y sufrido albañil.



Con suerte, también hay técnicos que ya se guardan de no ser demasiado quejicas, de criticar o descalificar y de exigir demasiado en lo que es completamente innecesario (ya he dicho que para asegurarse el proyecto lo hacen de manera que aguante hasta más de tres veces lo normal), pues se arriesgan a que por un lado el constructor no vuelva a requerir de sus servicios (no les gusta que les hagan perder tiempo, material, y acciones que sobrecargan los costes), y clientes que con su boca a boca acaben dando mala fama a esos arquitectos y aparejadores. Yo he conocido aparejadores muy simpáticos, amables y poco quejitas en las obras, que no dan importancia a las cosas que no las tienen cuando se pasan por las obras, y esos son del que siempre tienen trabajo. En contraposición con una aparejadora holandesa que conocí (que era muy guapa, por cierto), pero que nos hizo perder tres días de máquina de picar comprensora, para ponerle mas hierros abajo (que por otra parte no hacían falta), con el cabreo del cliente que tenía toda la confianza con el constructor, pues eran viejos amigos de la infancia; a esa aparejadora no la volví a ver nunca más en ninguna obra, y no precisamente porque volviera a su país de origen. O sea al arquitecto o aparejador que no sea del agrado de los obreros y los clientes, no demasiado buen futuro tiene, por mucho que digan que estaban con la ley y las normas al 100%.


Y luego los de riesgos laborales (esos son peores): pierden hasta la vergüenza cuando hay una discusión con algún trabajador y les dicen algo así como : “a usted habría que inhabilitarlo para trabajar”, cuando ese pobre hombre tiene una familia que mantener y no cobra el envidiable sueldo que cobran esos cabrones sin apenas no dar otro golpe que soltar una incordial lengua envenenada. ¡Ojalá que fueran ellos los que se fueran al paro y dejaran trabajar a los honrados albañiles!. Dicen que todo lo hacen para que nadie se lesione ni se mate, yo les digo: el caso de lesionarse o matarse, es sólo problema de cada uno, y por tanto, que cada uno trabaje como mejor le guste, y que la gente no es tan loca como para pretender terminar en una silla de ruedas o dejar una viuda o un huérfano. Y es que la ley es la ley, naturalmente, pero como decía Napoleón Bonaparte: las leyes excesivas sólo consiguen que se incumplan. Y naturalmente, hecha la ley, hecha la trampa, y cuando no te vean muchos se quitarán los cascos y los arneses y cada uno irá a por la suya. Esa es la realidad de las obras que no explican ni en el telediario ni en el Informe Semanal.


Puede que se de que entre la parte facultativa se entiendan mejor entre sí (que claro, el trabajo sucio siempre toca de hacer a la parte obrera); pero quizás alguno se esté preguntando si también se entienden entre sí la parte obrera. Yo personalmente siempre me he entendido bien con la parte facultativa, más incluso que muchos auténticos cabrones y chapuzas de la parte obrera, algunos de los cuales se creen que ya son albañiles y no son ni pedazo de esto. Yo diría que en las obras, el equipo ideal deberían de ser no más de tres personas. Cuando son más gente, algunos empiezan a refíarse de los demás, y algunos terminan relajándose para que el resto del trabajo lo hagan los demás, pues el resultado final de una obra es la suma (o la resta) del trabajo común del conjunto de los albañiles. Eso no quita que aquello también termine siendo un mundo de envidias, de responsables y sin vergüenzas, de trabajadores y de vagos, de honrados y de pícaros, de buenas personas y de cabrones, y de todos los calificativos que queráis darle a esta fauna tan particular. Y de lo que se hace (o se deshace) entre todos, tiene que salir el resultado final de la obra (y el dinero con el que poder alimentarse ellos y sus familias). Y es que aquí nadie se libra de lo que pasa en todos los sitios: que nadie está contento con su estado, ni con los demás. Para los facultativos, que los demás son unos chapuzas incompetentes e irresponsables, y que no cumplen con las normas. Para el constructor que siempre tiene que estar en líos con los clientes sean particulares o promotores, con sus trabajadores, con los facultativos, con los de riesgos laborales, con los proveedores que te sirven mal, con los de banco que no le sueltan el dinero, con la demanda del juzgado, con los de los permisos municipales, etc…Todos van por sus derechos, y poco les interesan los deberes. Técnicos que exigen eso y aquello, o sino dicen que eres un chapuzas o que tendrían que inhabilitarte. Paletas y peones que ignoran la gramática, y más el cálculo aritmético o la geometría y la burrada de normativas legales que nadie entiende. Clientes siempre exigentes, pero muy lentos y tardíos a la hora de pagar. Y a eso hay que añadir la terrible crisis y paro que tenemos, que obliga a ir tirando como se puede, con poco trabajo para todos, sea para los albañiles como para los arquitectos o aparejadores.Todo el mundo tiene sus problemas, y generalmente ni piensa ni mira los de los demás. Y así estamos entre todos los que formamos ese loco mundillo de la construcción. Ojalá que se liberalizara todo, que hubieran menos absurdas normativas y que a todo el mundo le dejarán trabajar por libre, haciendo que todo valiera lo que su justo precio, aunque no sé cómo será ese futuro, pues cada día salen más aparejadores, arquitectos y técnicos de riesgos laborales,…pero no crece con el mismo entusiasmo el interés y la vocación de ser albañil, y la que viene del Tercer Mundo, son sencillamente eso: albañiles del tercer mundo que apenas saben sobre normativas, maneras de trabajar, y técnicas constructivas aplicadas por los albañiles de nuestro propio país. Así son las cosas.



2 comentarios:

  1. Los técnicos son igual de importantes que los albañiles para la ejecución de una obra. Los primeros porque se encargan del cálculo estructural, mediciones y presupuestos, programación de la obra, etc; y los segundos para "materializarla". Es cierto lo que dices acerca de la experiencia adquirida con la práctica del albañil, pero esos conocimientos, en ocasiones, y no hablo sobre seguro, puesto que aun no me he graduado, son adquiridos a través del capataz o la persona que tienes al mando simplemente porque "te lo dicen así", y no es tan sencillo. Y es ahí donde entra el arquitecto, aparejador, y compañía para mostrarte lo que debes hacer y, sobre todo, por qué has de hacerlo. En la construcción, el trabajo de unos se complementa con el de los otros. Si no, no funciona. Es así de simple.

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    1. Bueno, no se trata del todo como usted dice: los facultativos poco están en condiciones de enseñarte algo que nunca han ejecutado ni sudado. El trabajo se albañil se mama de muchos años y de muchas horas de constante, duro y sacrificado trabajo. En muchos casos es un mundillo de envidias, y no es que los veteranos no se animen a enseñar, sino que además son pocos los aprendices aplicados en aprender al máximo. Sólo se aprende a base de mucho y muchísimo trabajo, y cuando se aprende lo básico, todo lo demás es improvisación, ya que todos los días se hace un trabajo distinto.

      Una recomendación es trabajar con diversos albañiles, para aprender de cada uno, ya que cada cual es único es sí y tiene su propio estilo de trabajo, conocimientos y métodos para ejecutar cada cosa.

      Y desde luego, un buen albañil tiene más posibilidades de saber construir y hacerse una casa por sí solo, que no un arquitecto que sólo sabe hacer cálculos y diseños de planos por ordenador, pero que nunca a colocado un ladrillo, hecho un encofrado, levantar un andamio, o colocar un azulejo.

      Claro que las leyes y normativas que hay son las que son, y las han hecho legisladores y políticos que no tienen ni idea de, por ejemplo, hacer una mezcla adecuada con cemento, agua y arena para formar un buen mortero. La práctica y la vida misma ha mostrado que esas leyes y normativas son carísimas, estorban, no son productivas, y por consiguiente no sirven para nada y son lo más parecido a una tomadura de pelo (pero que a todos nos cuestan carísimo, y por esa razón hoy en día es algo muy caro lograr llegar ser dueño de una vivienda) .

      Desde luego, con Franco se construía mejor, con medios mucho más rudimentarios y sin la tecnología actual, y a pesar de ello, el obrero español podía llegar a ser propietario de una vivienda. Con lo cual habría que estudiar por qué en aquella época todo iba tan bien y era todo tan barato (porque no había exceso de normativas y demás leyes, y los impuestos no eran tan asfixiantes, entre muchas otras cosas que habría que estudiar y observar bien para entenderlo).

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