Los modernos picapiedras de alguna manera son los descendientes de aquellos esclavos que vimos en la película Espartaco (donde se deja ver Kirk Douglas), picando a pico y pala en las canteras para extraer las piedras con las que hacer los palacios y mansiones de los poderosos.
El pico y pala, el cincel, el punzón y la maceta (martillo de albañil), en parte han sido sustituidos por las máquinas de picar, que habitualmente los albañiles llaman comprensores, y que hacen un horrible ruido como la que bien podría llamarse “música máquina”, y con las que hay que picar en los sitios donde no hay tierra o cosa blanda, sino dura roca o cerámica a tener que picar.
Naturalmente tienen que auxiliarse con una buena radial que corte la piedra, con el no menos molesto ruido y polvo que provoca. Es una de las partes duras del oficio de la albañilería, que toca desempeñar cuando la ocasión lo requiere, y aparte de tener que soportar un horrible ruido que te jode los tímpanos, también acompaña respirar un horrible polvo que da lugar a silicosis.
Y deja también los brazos con horribles tendinitis de los constantes golpes, la espalda con lumbagos y cervicales, y todo junto derivan a reumas y artrosis por todas partes. Y eso de que el gobierno no consiente jubilarse a los albañiles hasta los 67 años. Bien les mandaba a los políticos a cavar a pico y pala sobre la dura piedra, para que supieran lo duro y desgastante que es el trabajo del albañil, y que con todo el derecho se merecerían adelantar la jubilación voluntaria a partir de los 45 años.
Naturalmente que lleno de horrible ruido y asfixiante polvo, y dejándose los buenos trajes con corbata al vestuario para en su lugar ponerse el pesado casco, serían bienvenidos a compartir el trabajo en el club de los albañiles picapedreros.
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