
Se sabe que Napoleón Bonaparte, además de ser un astuto general, fue muy aficionado a las matemáticas, con especial afición por la geometría. Se cuenta que, antes de proclamarse Emperador, siendo general, se enzarzó en una discusión sobre matemáticas nada menos que con Lagrange y Laplace, dos de los mejores matemáticos de todos los tiempos, hasta que Laplace le advirtió seriamente: "Lo último que esperamos de usted, General, es una lección de geometría".
El teorema que ahora expondremos es atribuido a Napoleón, aunque parece dudoso que pudiera contar con los conocimientos adecuados para haberlo demostrado por su cuenta:
Se tiene un triángulo cualquiera ABC. Sobre cada uno de sus lados se construye un triángulo equilátero, hacia el exterior del triángulo ABC. Llamemos O1, O2, O3 a los circuncentros de estos tres triángulos equiláteros. Entonces, sea como sea el triángulo ABC, el triángulo O1 O2 O3 es equilátero.

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