Ese tipo de eventos que suelen celebrarse con motivo de la festividad de San Antonio, patrón del gremio de albañiles, o en las fiestas mayores de algunos pueblos, no son otra cosa que un fraude engañoso: casi siempre suelen ganar los mismos, que son concursantes vinculados a las empresas que lo patrocinan y a miembros del jurado que forman parte de esas empresas patrocinadoras, sea como empresarios, aparejadores o algún miembro del ayuntamiento. Y de paso sirve para promocionar a las mismas empresas en las que trabajan los concursantes ganadores, con la falsa excusa de que tienen los mejores profesionales.
Recuerdo que una vez participé en uno y me traía exclusivamente las herramientas que señalaban las bases del concurso. La cosa consistía en hacer un pedazo de terraza. Y puede ver que entre los ganadores se llevaron herramientas que no figuraban en las bases del concurso, tales como un rubí o un radial, por citar dos ejemplos. No se molestaron ni en tapar las trampas, aunque hoy en día eso está más disimulados por las constantes quejas y por aparentar más lo que realmente no se es.
Además no debe de confundirse que los ganadores sean los mejores profesionales, pues los que los conocemos bien, sabemos que muchas veces el rendimiento de estos es muy bajo, para una profesión que a la hora de la verdad se mide en parámetros de rapidez, acabado final y competitividad. Y tampoco salía a cuenta participar en esos concursos si el pago que te daban por participar era inferior a aprovechar la jornada trabajando en la obra, sobretodo en la época del boom, en la que se trabajaba incluso los sábados. Dicho en otras palabras: no hay que llamarse a engaño, pues los mejores albañiles muchas veces no son necesariamente los que participan en los concursos, y eso lo digo por experiencia propia.
Como que de entrada ya se saben los ganadores, el consejo que yo daría a un aspirante a concursar es que si no eres conocido por los miembros del jurado, se abstenga de participar en esa clase de concursos: es todo un fraude engañoso, y sólo sirve para promocionar y dar publicidad a las empresas patrocinadoras, aparte de la decepción de los perdedores, porque aquí no van a valorar los méritos, sino que se excusarán entre otras cosas con argumentos del tipo: “aspecto y presencia del acabado”, y cualquier otra excusa de la que irán sobrados.
El verdadero mérito de un trabajo está en la obra bien ejecutada, en la competitividad aportada, y en la satisfacción final del cliente. La empresa de construcción que no tiene presente esto, ni elige un buen equipo, acaba por morirse. Todo lo demás, concursos incluidos, son cuentos.
VEAMOS AHORA UN CONCURSO DE ALBAÑILES, EN LA COMPETITIVA CIUDAD NORTEAMERICANA DE LAS VEGAS:
Concurso de rapidez en colocar obra vista de albañiles en las Vegas (EE.UU.):
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