Los ladrillos básicos son el gero, la tochana, el tabique (mahón), el ladrillo macizo, y el ladrillo obra vista. Todos ellos de diversas formas y medidas adecuadas para cada caso.
Antes de colocarlos, se mojan un breve tiempo para que cogan humedad, sin exagerar ya que llegarían a negarse y no absorberían la adhesión del mortero. Los ladrillos sin mojar no se agarran bien entre sí y se llegan a rajar, formando grietas.
Para las paredes exteriores y las paredes maestras interiores que han de soportar las cargas, generalmente suelen hacerse con tochana o con gero, especialmente el gero, ya que los agujeros interiores quedan en buena parte rellenados del mortero, formando una masa más fuerte y agarrada. No es lo mismo que la obra vista, ya que la obra vista suele ser como un gero mucho más bonito y unas tres veces más pequeño, que es también un ladrillo mucho más caro que el gero propiamente dicho. Por eso las viviendas construídas con obra vista (o "caravista"), suelen ser de mayor valor.
El mortero a preparar suele ser una parte de cemento Pórtland por cuatro partes de arena limpia de río (la arena de playa tiene muy malas propiedades y no sirve para usarlo como mezcla de mortero de construcción). El mortero hay que ir haciéndolo y gastándolo conforme avance la pared, pues refrescarlo para usarlo más tarde hace que pierda mucho de las propiedades de su consistencia, perdiendo con ello mucha calidad. Las juntas no deben de ser demasiado gruesa, pues debilitan el ajuntado de los ladrillos. Si el tiempo es demasiado caluroso, es conveniente refrescar la pared regándola para humedecerla y de este modo hacer que el fraguado y el secado sea más lento, para de esta manera quede una pared más fuertemente cogida.
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