sábado, 22 de septiembre de 2012

LEY DE ORDENACIÓN DE LA EDIFICACIÓN DE ESPAÑA


¿Quién es quién, y cada uno de los que están en las obras?. Para definir un “organigrama” de las obras habría que señalar que intervienen varios sujetos distintos, que habría que dividirlos en dos:


1.- La parte facultativa (arquitectos, aparejadores, y los de prevención-riesgos), que tienen rango de directores o jefes de obras, aunque más bien vienen a las obras para charlar con el cliente (a veces ejerciendo de “lameculos”), los encargados, o cualquiera de los albañiles ( a esos últimos a veces “tocándonos los huevos”), y habitualmente suelen venir con los planos, algún bloc para tomar notas, algún metro para medir, e incluso hay quienes se llevan el notebook. Naturalmente muchas veces ni siquiera vienen con casco ni con chaleco reflejante, siendo los primeros en incumplir las incumplibles normas. A los ojos de la inmensa mayoría de los albañiles (y para muchos clientes también), son los que más cobran de modo desorbitado y los que menos trabajan en comparación, por eso no son demasiado bienvenidos, excepto aquellos que se muestran amables, diciendo sí a todo, y haciendo la vista gorda cuando conviene. Hay que decir las cosas como son, tan reales como la vida misma.


2.- La parte ejecutora de las obras, es decir, los albañiles propiamente dichos, compuestos por encargados, oficiales, peones, aprendices, pinches, etc… Aunque por lo general no entienden de leyes, normativas, cálculos, etc, ya que no tienen carreras universitarias…., pero cuentan con una gran experiencia, y son los que de verdad trabajan como burros, sudan lo indecible, lo soportan todo incluso reventándose la espalda y arriesgándose la vida muchas veces en hacer tajos peligrosos, y finalmente consiguen el milagro de materializar el proyecto, después de tantas trabas e impedimentos por el camino, que ya de por sí lo complican normativas y demás estorbos a la hora de ejecutar los distintos tajos. Naturalmente cuando más y mejor trabajan son cuando se les deja solos y tranquilos, y no se les interfieren ni se les interrumpe llamando la atención sobre determinada normativa o cambio de planes. Todos son dependientes del constructor o contratista, que es quien indirectamente los manda, ya que es quien les da de comer, y es con quien se llevan mejor (muchas veces mucho mejor que cualquiera de los facultativos que les haya tocado) ya que habitualmente un constructor es un albañil que antes ya había sido peón o aprendiz y ya se conoce todas las durezas del oficio, y aunque te dirá que cuando venga el facultativo te pongas el casco o el arnés, cuando no esté procurará no incordiarte dejando que te lo quites si te resulta molesto aguantarlo (el casco o el arnés).


Cosa aparte sería el Promotor o el cliente, que son los que ponen el dinero para pagar a las dos partes arriba expuestas, previo análisis y elección de los presupuestos que se les presentan, teniendo costumbre siempre de escoger quien le dé mejores garantías de calidad y tiempo al precio más barato. Es lo lógico en este mundo que impera la ley de la oferta y la demanda, acompañada del principio de “la mayor calidad, en el menor tiempo posible, y al precio más barato”, que es ley no escrita, pero que impera por sí sola como si de una ley natural se tratase


Pero…¿cuál es el papel o función de cada una de las partes?. Con el paso del tiempo la cosa ha ido evolucionando, ya que hace décadas, por ejemplo, el aparejador (a quien hoy día la ley le da rango y competencia de director de obra por debajo del arquitecto) antes era como un currante más en las obras que se manchaba de polvo y mortero, con las manos callosas, y que sudaba la gorda igual que los demás compañeros de tajo, pero de mayor categoría. Luego, por ejemplo, aparecieron las normativas de prevención y riesgos (seguridad e higiene), porque algún mal legislador pensó que alguien debía de vivir de esto, con nuevas exigencias de, por ejemplo, en redactar proyectos de “planes de seguridad” aparte,…y la cosa se complico, de modo que en las obras los albañiles quedaban confundidos en para qué estaba el uno o el otro, ya que más de una vez he visto, por citar un ejemplo, que el arquitecto o el aparejador, cuando no se dejaba ver por las obras, enviaba de su parte a la obra, nada más que ¡¡¡al delineante!!!, para que se fuera a dar un rodeo para ver cómo iban las obras.



 En todo caso lo que tienen asumido los albañiles es que a pesar de tanto cambio y tanta normativa, la parte más sucia y dura, como siempre, le toca a él. Y ahora para liar más las cosas, empieza a hablarse de incorporar la figura del “Project Manager”, o sea el “Gestor del Proyecto” hablando en la lengua de Cervantes, copiándolo de los extranjeros, esos que dicen saber de tantos masters sobre temas empresariales o económicos (y esto de que tampoco desconozca de masters, que para algo soy el autor del blog “EL MASTER DEL GUAPO HACKER”, donde encontraréis sobre el tema del management, y demás anotaciones y estudios que he hecho en ese tiempo que como albañil he estado en paro involuntario. ), cuando el mejor estratega es el constructor y su cuadrilla que es el que se juega el presupuesto, que ya tratan de ingeniárselas en trabajar del mejor modo para poder sacar rendimiento y beneficios en las obras, por aquello del famoso dicho de Napoleón de que “cada soldado lleva en su mochilla el bastón de mariscal”. Y cuantos más agentes intervenientes (arquitecto, aparejador, técnico municipal, el riesgos, albañiles, subcontratados, etc…), más complicadas las cosas, que deberían de esta bajo un mando único, para no confundir, y no coordinadores y cosas por el estilo que no hacen más que dar paso a malosentendidos y mayores complicaciones. Pero ya es tarde para volver a los viejos tiempos de nuestros abuelos, en los que el único principio para trabajar bien era el de ser laborioso y aplicar el sentido común.



No obstante, ante este caos de quien tiene que hacer qué y quien no, para dejar definidas las competencias de cada una de las distintas partes, apareció la llamada LEY DE ORDENACIÓN DE LA EDIFICACIÓN DE ESPAÑA, de la cual os dejo aquí el enlace de la Wikipedia que lo define de modo resumido, ya que la ley en sí resulta larga, engorrosa e incomprensible de entender para muchos albañiles y peones, que naturalmente no tienen la cabeza para estar al nivel de un abogado y entender lo que hay escrito en un complicado documento legal, puesto que aquí lo que siempre se tiene bien claro es el principio de “quien paga, manda”. Y por supuesto las cosas siempre salen según resultado final de las sumas y restas de los que todos aportan: su laboriosidad (suma), su gandulería (resta), su responsabilidad (suma), su irresponsabilidad (resta), su sapiciencia (suma), su poco conocimiento (resta), etc…., en lo que forma una complicada ecuación que ha de dar un resultado final, y que por supuesto, como en el fútbol, los equipos pueden estar compuestos por personas de primera división, o por otras menos competentes.


Os dejo aquí con la exposición de la wikipedia:

  LEY DE ORDENACIÓN DE LA EDIFICACIÓN DE ESPAÑA, EN LA WIKIPEDIA


Y más aquí abajo os dejo el texto integro de la ley, publicado en el Boletín Oficial del Estado, y que es vigente desde el año 1999:

  LEY DE ORDENACIÓN DE LA EDIFICACIÓN DE ESPAÑA, EN EL B.O.E.

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