Las escaleras son un útil-herramienta muy necesario para cualquier cosa relacionada con la construcción, y que precise salvar alturas. Se diferencian de los andamios o bastidas que ocupan muy poco espacio, y que son fácilmente desplazables, y por esta razón son muy usadas por los currantes del gremio.
Pero su uso y reuso ha creado una auténtica peripecia entre los que la utilizan, muchas veces rayando a lo exagerado y hasta en lo inseguro, que hace que el albañil currela de turno tenga que tener destrezas más propias de un acróbata de circo, y os puedo asegurar que lo consigue.
Una gran destreza a niveles casi acrobáticos, aún burlando las normas de seguridad e higiene (cuya aplicación es carísima y engorrosa al mismo tiempo), hace ganar mucho tiempo: justo el necesario para dejar bien acabada la correspondiente chapuza, y con todo lo de improvisación que requiere por parte del albañil en colocar la escalera que se le aguante de cualesquieras de las maneras que tenga a mano.
Os dejo con todo este circo de escaleras, y no os caigáis de ellas, que os vais a partir de risa, aunque muchas de las fotos aquí insertadas no van a ser del gusto de los incordiales, estorbadores y cabrones de “riesgos laborales”, porque la realidad es que cada albañil quiere poder trabajar libremente a su manera, aunque sea a riesgo de hacerse daño y terminar en una silla de ruedas, o matarse, que es lo último que tanto aluden los antipáticos de “riesgos laborales”.
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