EL HUMOR DE LOS PALETAS

Al ser esta una de las profesiones más duras y cansadas que existen, exige disponer de una gran dosis de humor, o uno termina loco. La mala leche está por todas partes, desde la gandulería y la negligencia, pasando por la incompatibilidad de caracteres de entre personas más respetuosas y otras más dominantes, de entre personas más tranquilas y otras más nerviosas, donde cada uno ve con frecuencia la paja en el ojo ajeno, pero apenas sabe ver la viga en el propio.

Pero a pesar de las inevitables desavenencias, hay que tirar adelante y terminar la construcción, o la chapuza, si lo preferís. Muchas veces la mejor manera de trabajar es cuando uno está solo, sin que se le metan los demás, o cuando forma un equipo de gente escogida con ideales y afiniades muy parecidos.

Cuando no es así, los trabajadores y responsables, tiran de los vagos e irresponsables, pues en un equipo el resultado final es la suma de unos con la resta de otros, con todo lo que representa que a uno siempre le estén “tocando los huevos”. Cosa complicada, desde luego, cuando no existe una especie de disciplina militar en la que ya queda señalada la función y el deber de cada uno. Y ya se sabe: “el que paga manda”, y eso siempre.

Pero como que de algo hay que vivir, se ejerce la profesión con buen talante, cogiéndoselo bien, ya que en todas partes hay buenas y malas personas, y no solo entre los miembros de la cuadrilla, sino incluso entre clientes que son muy exigentes por mucho que les des, o que son injustos en el retraso de los pagos. Pero a pesar de todo hay que tener y mantener una actitud positiva.

 Las cosas se terminan mejor haciéndolas con sentido del humor, y en esta profesión buena falta hache sobretodo ahora que ha sido muy castigada, explotada y marginada por la crisis económica, en la que unos han tenido que sufrir el paro, y otros aguantan a precios explotados y reventados. Así son las cosas.

Y recordad que “paletas” es como llamamos a los albañiles en Catalunya, territorio al noreste de España, donde se habla el catalán, un idioma de origen latino, igual que el castellano.