domingo, 11 de julio de 2010

EL CALOR EN LAS OBRAS




Las altas temperaturas son una de las peores cosas a las que están expuestos los trabajadores de la construcción, y muchas veces no reconocido socialmente, y menos por parte de los políticos.

Siendo la construcción una actividad muy variada, con mucha frecuencia pueden los operarios encontrarse que en el período estival, y con altísimas temperaturas, toque trabajar a fuera expuesto totalmente al sol, sea por hacer pavimentos de cualquier clase, subir o aplacar paredes, hacer la cubierta, o sencillamente encofrar y poner vigas y bovedillas, etc...


En este caso las normativas que tanto daño hacen para la libertad de trabajo, poco valen, además que no se prevén casos como una fuerte calor. En una obra donde tienes que pasar muchas horas trabajando sin parar, no se aguantan el casco obligatorio, ni los zapatos de suelas metálicas, por sólo citar sólo dos ejemplos.


Además, algunas normativas que se impusieron en Europa ( y eso, pensando en el frío que allí por lo general hace, sobretodo cuanto más al norte), no tomaron en consideración el caluroso clima mediterráneo, de modo que, por ejemplo, cuando los camiones de hormigón vierten la lechada para llenar un pavimiento, o los encofrados de una planta que debe de ser vibrada, debido a la temperatura ese hormigón se seca más rápido, lo que obliga a los albañiles a poner un mayor esfuerzo de rapidez para repartir y distribuir bien el hormigón antes de que empiece rápidamente a fraguar, por lo que unido al factor negativo del intenso calor, hace que el trabajo sea muchísimo más penoso y agotador, con todo el desgaste que ello supone. Claro, esa exigencia de normativas en el hormigón, parece ser sacado de Suecia, donde allí, debido al clima fresco, el hormigón tarda muchísmo más en secarse.

Todo este enorme desgaste físico de los operarios de la construcción, debería de tenerse en cuenta a la hora de exigir adelantar la edad de la jubilación, como en justicia correspondería a un sector como el de la construcción. Y eso de que ahora los políticos lo que pretenden es alargar la edad de la jubilación, por dos razones: una para tener menos jubilados que mantener con las pensiones, y otra, para recaudar más a través de las cotizaciones y los impuestos sobre la renta de los trabajadores, ...para según dicen, mantener un “estado social de bienestar”, que todos sabemos que con tanta distribución injusta de la riqueza, ha terminado por crear un estado totalmente insolidario, donde por ejemplo, los hijos de los inmigrantes reciben más dinero en becas, ayudas al transporte escolar, atenciones médicas, ayudas municipales, etc..., que cualquier otro hijo de vecino español, sin apenas contribuir y aportar al sistema como sí han hecho durante muchos años el resto de los españoles. Pero esto ya es otro tema.


 A lo que me refería es a que dado la dureza del oficio del gremio de los albañiles y peones, sería de justicia el derecho a poder jubilarse a edad más temprana, privilegio del que disfrutan otros colectivos de trabajo físico menos duro, como por ejemplo, el de los policías o guardias civiles, que como sabemos, pueden jubilarse unos años antes. Y no hablemos del sector público de la minería que se jubilan con 45 años y pensiones fabulosas (todo ello subvencionado con dinero de los contribuyentes).  Ya nos debería de contar el presidente Zapatero, con que tan sólo estuviera una semana trabajando a pleno sol, con temperaturas rayanas a los 40 grados, aguantando casco obligatorio, y zapatos de suela metálica obligatoria con lo que queman los pies debido al tremendo calor y el suelo ardiendo, y suponiendo que tuviera 67 años, la edad que ahora él exige para jubilarse. No es de extrañar, pues, que los políticos nada entienda sobre ese trabajo, y que lo ignoren totalmente, salvo para lo que les pueda servir en recaudación de cotizaciones y demás impuestos.¡Una tremenda injusticia no reconocida tanto socialmente como políticamente!.




Y ahora pasemos a lo práctico: ¿qué hay que hacer cuando toca trabajar con muchísima calor?. En principio se considera que quien está en esta profesión, ya tiene preparada de alguna manera su resistencia física por adaptarse y habituarse en todo el tiempo que ya lleva trabajando, ya que para los profanos es muy fácil reventarse pronto, debido a la gran resistencia física que exige de levantar enormes pesos (montar bastidas y poner tablones, poner pesados bloques o bovedillas,..), trabajar todo el día de pie, y muchas veces doblado, por ejemplo para los casos de estar todo el día poniendo tejas en una cubierta inclinada, lo que obliga a estar agachado todo el día, además con las piernas y hasta los pies doblados, con los dolores en las articulaciones que un excesivo tiempo ello acaba produciendo (y no digamos los habituales dolores de espaldas).


 Y no digamos, tampoco, de las cosas que se tienen que hacer cavando a pico y pala, o subirlas y llevarlas de un sitio para otro, porque no se disponen de máquinas, etc.. Las altas temperaturas exigen beber grandes cantidades de agua, por sorbos espaciados (yo recuerdo días en los que la inmensa calor me obligaba a consumir hasta cuatro o cinco botellas de litro y medio diarias, y eso tan sólo en la obra). Y el agua debe de beberse fresca o normal ( no fría, que esto es totalmente perjudicial, que puede incluso llegar a poner enfermo a quien la beba), pues aquí de lo que se trata es de recuperar el agua que el cuerpo pierde por deshidratación a causa el enorme calor y esfuerzo.


 Aunque algunos ya se habitúan, es aconsejable cubrirse la piel de todo el cuerpo para evitar quemaduras directas del sol, con algunas prendas ligeras hechas preferiblemente con algodón. Y es también muy importante cubrir la cabeza, con un sombrero de ropa o de mimbre, que sea muy ligero (no el casco obligatorio, que a la larga termina produciendo mareos y hasta dolores de cabeza), o bien, con el conocido pañuelo condicionado de albañil o yesero encima de la cabeza (que además tiene la ventaja de que de vez en cuando lo puedes remojar con agua para que te refresque un poco la cabeza). Y otra cosa importante a tener en cuenta es que en situaciones de calor extremo, hay que evitar en lo posible los esfuerzos excesivos, que para eso se debe de pedir a algún compañero que eche una mano. Pero debido a lo competitivo del trabajo, se debe de ir haciendo en la medida de lo posible, aunque con un ritmo un poco más lento y menos esforzado, ya que no es lo mismo trabajar y rendir con una calor excesiva, que con un tiempo primaveral de 20 grados. También recomiendo algunas gafas de sol, y que el calzado sean de botas con agujeros aireantes y con suelas gruesas y aislantes, o bien con zapatillas de rejilla con los que tener muy ventilados los pies (cada cual a su gusto, pues los zapatos obligatorios de suela metálica lo que hacen es absorber aún más el calor del suelo produciendo sabañones, grietas y demás lesiones en los pies, y eso no lo tienen presente los cabrones de seguridad y prevención). Y es que aparte del calor, el suelo, las paredes, el techo de los tejados,..cuando la temperatura es excesiva, ejercen de potentes radiadores del calor, aunque se esté en la sombra (y encima eso de que tiempo de calor, es también, tiempo de mosquitos, sobretodo si se trabaja con el bosque cerca, el parque, o en una casa con jardín,....con la que la loción anti-insectos que venden en las farmacias muchas veces no son efectivas, ya que una vez aplicada a la piel se evapora rápidamente)

A esto, como un consejo final, aparte de beber en mayores dosis, añadiría que se añada un poco más la fruta y la verdura a la dieta habitual, pues debido al mayor calor, también se produce una mayor perdida de sales que se recupera de alguna manera consumiendo más fruta y verduras (sobretodo del tiempo). Y para quien le guste los gazpachos frescos, mejor, ya que proporciona el agua, los minerales y el alimento que el cuerpo necesita, y porque es sabido que por lo general, el calor quita el hambre, aunque el sobreesfuerzo reclama para el cuerpo algo de alimentación, que la alimentación fresca y en liquido que proporciona el gazpacho aporta. La sandía, por ejemplo, se puede consumir toda la que el cuerpo pida, pues no es nada dañosa, y sí aporta muchos efectos reparadores.


Creo que dicho todo eso, los albañiles merecemos una paga más justa y un derecho de jubilación a edad más temprana, que sería de justicia.

Otro tema es que se hable de legislar para suspender los días de trabajo en días de calor extrema, o de poner lonas protectoras de los rayos solares en las obras, como otra medida más de prevención en materia de seguridad e higiene. Pero como siempre digo, las leyes y las buenas intenciones están bien, pero no deberían de ser obligatorias, y debería respetarse que cada profesional haga lo que quiera, es decir: quien quiera venir a trabajar o ponerse una lona protectora, que libremente lo haga, atendiéndose a sus costes, es decir, quien no viene a trabajar no cobra, y quien pierda el tiempo en montar y desmontar lonas en el puesto de trabajo, que asuma los costes. 

Curioso que en invierno, es el efecto contrario, que incluso a veces hiela tanto y es tan intenso el frío, que hace falta utilizar las propias herramientas para encender un buen fuego:



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NO OBSTANTE AQUÍ APROVECHO PARA DEJAROS LOS VIEJOS CONSEJOS DE HIPOCRATES PARA CUIDAR VUESTRA SALUD: 

• Caminar es la mejor medicina para el hombre.

• Que la comida sea tu alimento, y el alimento tu medicina.

• Declara el pasado, diagnostica el presente y prevé el futuro.

• Primum non nocerum (lo primero es no hacer daño).

• Es mucho más importante saber qué persona tiene la enfermedad que qué enfermedad tiene la persona.

• Si encontráramos el modo de que cada persona hiciera la cantidad correcta de ejercicio y recibiera el alimento necesario, ni en exceso ni en defecto, habríamos hallado el camino más seguro hacia la salud.

• Un hombre sabio debería considerar la salud la mayor de las bendiciones y aprender cómo utilizar su propio pensamiento para extraer provecho de sus enfermedades.
• La naturaleza no entiende de excesos.

• No hacer nada también es un buen remedio.

• Sólo existen dos cosas: ciencia y opinión. La primera engendra el conocimiento; la segunda, la ignorancia.

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