La albañilería consiste en unir elemento de construcción (ladrillos, bloques,
etc.) con un material que permita mantenerlos unidos, una cola, una argamasa
(pasta). Cuando te metas a albañil y domines la preparación de estos elementos
de unión, serás capaz de abordar la mayor parte de los trabajos; el resto es cuestión
de perfeccionamiento.
A primera vista, parece fácil mezclar el yeso o el
mortero; es suficiente con disolver los materiales en polvo en agua. En realidad,
las cosas son más complicadas, y precisan de cierta pericia que viene con la
práctica. A menudo constatamos que los morteros, una vez secos, se resquebrajan
o se agrietan, que el yeso no se adhiere bien, y se abre o se desmenuza. La
causa es que la mezcla está mal hecha.
La operación de mezcla empieza con la elección de los
materiales, pero no hay que olvidar su preparación, la dosificación de los
componentes, la adición de complementos y la mezcla propiamente dicha.
La superficie -el fondo- que debe recibir el mortero, el yeso
o el hormigón debe estar perfectamente preparada. Los elementos de unión se endurecen
por efecto de una reacción química de los componentes, y el tiempo de
solidificación es limitado. Por ello las cantidades preparadas se deben adaptar
a este tiempo para no hacer más de lo que no es necesario y con ello el
material pierda las propiedades que esperamos de él.
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