La unión de los materiales de construcción se realiza básicamente
con la ayuda de productos maleables que, al secarse, se endurecen y dan solidez
a la obra de construcción. Estos
productos se preparan con productos derivados de los áridos, que son el cemento
y la cal. El mortero, por ejemplo, es mezcla de arena fina, cemento pórtland y
agua, y según los casos también con su añadido de cal.
En el caso de los hormigones, la mezcla
consiste en cemento portland, arena, buena parte de grava, y agua, y aunque se
puede hacer con hormigonera, cuando se gasta en grandes cantidades, ya sea para
llenar un encofrado o un pavimento, muchas veces suelen hacerse llevar por
camiones-cubas desde la factoría de hormigón, que una vez traídos a pie de
obra, hay que distribuir bien en cada sitio correspondiente, a veces con mucha rapidez,
ya que el hormigón tienen un tiempo para el secado, que antes incluso hay que
someterle por un vibrado. Desde luego las tareas de hormigonado son de las más
duras, sobretodo si caen en verano por el calor, ya que además requieren mucha
rapidez para evitar que el hormigón se seque antes de tiempo.
Por otra parte el yeso ocupa un lugar aparte en la medida
que, contrariamente a la cal o al cemento, se puede emplear sin mezclar otro
material, y se usa básicamente para el enlucido de paredes o para hacer obra de
de tabiques interiores. En cuanto se refiere al enlucido de paredes con llego,
suelen dedicarse a ellos unos profesionales especializados con el trabajado del
yeso y la escayola, llamados enyesadores o yeseros, especialidad aparte en el
mundo de la albañilería, que no hay que confundir con el albañil propiamente
dicho, aunque los albañiles buenos suelen tener bastante de enyesadores, en un
mundo en el que ese oficio, el del albañil, cada vez está más fragmentado por
las distintas especializaciones.
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