domingo, 29 de mayo de 2011

DE LA BURBUJA INMOBILIARIA A LA CRISIS



Interesante video que he encontrado en el You Tube, donde se explica de forma resumida e ilustrativa las causas por lo que los albañiles sufrimos esa terrible crisis económica.






Como complemento a esta entrada, inserto también el vídeo que viene a continuación, que es de abril de 2012, y que viene a explicar la crisis económica española:


 

sábado, 28 de mayo de 2011

LA MÁQUINA HORMIGONERA




Esta es la máquina más común en la construcción, y me acuerdo que en los años del felipismo, cuando podías optar para cobrar la totalidad del paro en una sola paga única, te exigían un justificante de la compra de útiles y herramientas con las que invertías el dinero del paro para montar tu propia empresa como autónomo. Como mínimo te exigían disponer de máquina hormigonera, y de las grandes. O bien podías optar por escoger un coche industrial que justificara al gobierno que de iba a dar de golpe y porrazo toda la paga del paro, que te moverías por los tajos. Era una de las formas que tenía el presidente Felipe González de crear empleo en el sector de la construcción.





Anteriormente se preparaba el mortero manualmente con una pastera, donde se llenaba de arena, agua y cemento portland, y se removía con la ayuda de una azada, o “zapu” como le llaman algunos albañiles catalanes de Girona. El invento de esa máquina, facilitó un poco más la cosa, aunque los que seguían a la antigua usanza, era debido al elevado precio de la máquina que no compensaba su amortización. Hoy en día puede llegar a costarte más de 3000 euros, de modo que tras su uso, es recomendable dejarla bien limpia si se desea que dure mucho tiempo, incluso años. Por otra parte, el estado y presencia de la máquina dice mucho del peón o del albañil que la usa.



Dicha máquina se colocaba al lado de la obra dónde se volcaba la arena y la grava, y al lado también de un bidón grande lleno de agua, y de los palets con los sacos del cemento Pórtland.
Claro que para la obtención de la mezcla adecuada, y en la calidad adecuada, hay que poner la adecuada cantidad de agua, arena o grava, y el correspondiente cemento, así como los aditivos como pueden ser el líquido hidrófugo, o simplemente el líquido que dará más fluidez a la mezcla e impedirá que se seque demasiado rápido. Dejando aparte de que hay que tener presente que el tiempo que normalmente hay que dejar que la mezcla vaya rodando dentro del tambor de la hormigonera donde dos especie de palas-alas lo remueven, ha de ser unos 10 minutos aproximadamente si se desea que el material salga en la calidad deseada.


 Luego hay que volcarla y vaciarla en una carretilla para echar agua y dejar la máquina limpia, o su pegado del material dificulta la elaboración de nuevas mezclas de mortero o hormigón. Mi recomendación es que la mezcla sea de la siguiente proporción: cuatro partes de arena, por cada parte de cemento Pórtland. Con esto ya es de una calidad suficiente que no precisa ni más ni menos. Cuando más claro el mortero (es decir con más agua, más flojo será el material), cuanto más espeso (poco agua, pero bien mezclado) más duro será cuando se haya secado. Y por otra parte, si no se le añaden líquidos, el material una vez seco será más duro y resistente, aunque sin líquido tiene el inconveniente de que se seca demasiado rápido y complica el trabajo del albañil, obligándole a refrescar nuevamente el mortero echándole un poco más de agua a la mezcla removida. Y naturalmente cada vez que se refresca el mortero, este pierde calidad, por lo que lo recomendable es hacer sólo el mortero necesario y gastarlo rápidamente adonde tenga que ponerse.




Lo malo de ello es que si la dichosa y ruidosa máquina hay que estar usándola a todas horas por el material que se gasta, produce un insoportable ruido que aguantar, que por la noche no sueñas en las ovejitas saltarinas, sino en un infernal ruido de “música máquina”.

LOS MONTACARGAS


El Montacargas es un aparato de elevación que sirve para realizar transporte de material o de personas. Consta de una plataforma que se desliza a través de guías metálicas dispuestas al efecto, y acopladas en vertical. Digamos que es lo más parecido a un ascensor al descubierto. El movimiento se produce por la acción de un cabrestante que actúa por intermedio de un cable de acero y una roldana de retroceso situada en la parte más alta de la carrera. El sistema se equilibra por un contrapeso dispuesto en un extremo de la carrera del cable. Es utilizado en la construcción de edificio a través de aberturas por distintos pisos con los que entra y sale el material, y de alguna forma sustituye en todo aquello para lo que no llega la grúa. Casi todos los modelos disponibles en el mercado cuentan con mecanismos de seguridad que frenan automáticamente en el caso de romperse el cable tractor. Y naturalmente contienen unas normativas sobre seguridad e higiene que deben de cumplirse.



La otra forma que entendemos de montacargas, es una simple herramienta que sirve para la elevación de los materiales desde el lugar donde se instala basado en un sistema de sujeciones y contrapesos, y va equipada con motor eléctrico y una polea en el extremo de la pluma, y es por esta polea por donde se desliza el cable, y se controla a través de una botonera a mano, con los botones de subir, bajar y paro. Es la máquina que ha sustituido la antigua práctica manual de la polea y cuerda colgados en un lugar alto de la obra. Esa sencilla máquina sólo cumple la función de subir y bajar cargas, pero no admite giro ni desplazamiento. Tampoco dispone de sistema de frenado suave, y se para por bloqueo del motor, y por tanto, bruscamente. La simplicidad de esta máquina hace que sea útil para obras de pequeña envergadura y poca altura. Su rendimiento puede llegar a los 500 kilos de carga, aunque depende de lo grande que sea la máquina, y su uso no requiere ninguna especialización, por lo que lo puede usar cualquier albañil o peón.


LAS GRÚAS




Las grúas son uno de los elementos más interesantes y vistosos de los equipos de obras, y cuanto más alto y grande el edificio, más alta y grande la grúa. Están para facilitar los trabajos. Constan de una torre sostenida por un contrapeso lleno de arena, y dicha torre sostiene una pluma por un lado y una contrapluma con un peso por el otro lado, y cuyos movimientos sirven para llevar cargas de un lado para otro. Normalmente en donde está situado el contrapeso, o en algún lado de la pluma suele haber un enorme letrero que hace publicidad de la empresa constructora de la obra, que es más llamativa cuando la grúa se mueve y no puedes evitar el mirarla.




Hoy en día te exigen tener un carnet de gruista, pero en mis tiempos que empecé como peón por allá a finales de los años setenta del siglo pasado, cualquiera podía llevar la grúa, que consistía con manejar una manguera con distintos botones que hacían cada uno de los movimientos, básicamente los de subir o bajar el cable con un gancho que sostenía la carga, de mover adelante o atrás el carro-rail de la pluma, y el de moverse por un lado u otro lo que se entiende por la pluma, aparte del botón de stop que lo paraba todo para el caso de una emergencia inesperada. Esas maniobras de la grúa, también tenían marchas para hacerlas más rápido o más lento, según las necesidades del momento, pues es importante la rapidez y la productividad. Es una cosa que con la práctica y la destreza lo dominabas con mucha facilidad, que incluso habían oficiales de primera, veteranos con mucha experiencia, que se negaban a usar la grúa por las dificultades de manejarla.



Yo usaba la grúa por la facilidad de poner la carga donde exactamente se deseaba que fuera puesta, con algo parecido a aquello de los pistoleros del farst west de “donde pone el ojo pone la bala”; lo mismo con las grúas: donde pongo el ojito, pongo la carga, y ni un centímetro de más o de menos. De modo que cualquiera podía llevar una grúa, pero hoy en día esto ya no se consiente si no es a costa de hacer unos largos e inútiles cursillos de los que nadie se acuerda, una vez obtenido el carnet, de tal modo que incluso los que tienen el carnet de grúista muchas veces son lentos y torpes en el manejo de la grúa, con todo lo que se pierde en productividad y costes por ese mal uso.


 Pero bueno, desde que los políticos lo socializaron todo, se espera que cada cual sea responsable de cada cosa, y si por desgracia la carga cae en el lugar inadecuado, hay que meter a alguien a la cárcel, y por esas razones nos vienen con tanta inútil y exasperante normativa, que es una de las causas de que se hayan encarecido tanto las obras a pesar de la tecnología y las máquinas, cuando antes incluso haciendo las cosas manualmente, todo era más barato; contradictorio, ¿verdad?.




Las grúas pequeñas suelen valer aproximadamente los costes de uno, dos o tres años de un obrero de la construcción, y por eso es buena inversión si la empresa siempre tiene contratas en su cartera. Y las más grandes suelen valer varios millones (de las antiguas pesetas, claro), así como también suelen ser carísimos los recambios y el mantenimiento, por ejemplo cambiar el desgaste de los cables, y el montado o desmontado de la grúa, que suele hacerlo personal especializado, para llevarla a otra obra, o para guardarla en un almacén. Hoy en día, a causa de la terrible crisis que padece la construcción, es frecuente ver almacenes llenos de grúas que no caben entre sí, y que terminan siendo una chatarra oxidada. Un espectáculo lamentable, recuerdo de cómo han terminado los años de la especulación insaciable que construía sin mesura y que ahora ha dejado a la ruina a muchos constructores y compradores exageradamente hipotecados, aparte de a toda una legión de albañiles en el paro.



Naturalmente que no todo son grúas fijas: también las hay de móviles a través de unos vehículos grúas, que para este caso se necesita personal muy especializado. Os adjunto un ejemplo de la grúa más grande del mundo:



ROXU, La grúa mas grande... from Carlos Alonso on Vimeo.

MÁQUINAS DE MOVER TIERRAS




“No empieces la casa por el tejado”, reza el refrán. Lo primero que hay que hacer antes de hacer cualquier edificio no es sólo disponer del capital necesario para financiarlo, sino de condicionar el suelo sobre el que se asentará. Si para preparar esto antiguamente se hacia a pico y pala, así como capazo y empleo de la fuerza bruta, hoy en día tenemos la inestimable ayuda de las máquinas. Era una tarea muy dura, y para eso existía el sistema social de esclavitud en tiempos pretéritos, para que esas tareas ingratas las ejercieran los elementos más excluidos del orden social imperante. El invento de la máquina fue un gran paso para la liberación del hombre, mejorando su calidad de vida, y ese caso se ha dado visto en, por ejemplo, la construcción.




Esas máquinas cuestan mucho dinero, pero ahorran el trabajo manual de muchas personas, de modo que las constructoras cuando tienen trabajos, tanto de obra pública como de obra civil, también suelen ganar muchísimo dinero con esas máquinas. Pero precisan un constante mantenimiento, de modo que cada empresa constructora de importancia suele tener su propio equipo de mecánicos de mantenimiento de esas máquinas. Incluso también es frecuente encontrarse con autónomos que se ofrecen para hacer trabajos con esas máquinas, poseyendo, por ejemplo, una máquina retro-excavadora que generalmente su precio suele rondar alrededor de los 100.000 euros, y se debe de amortizar el en mínimo de tiempo posible. En los tiempos del boom de la construcción, algunos autónomos con máquinas propias solían ganar buen dinero con los encargos –que nunca faltaban-, pero ahora con la crisis no sólo están arruinados, sino que no consiguen ni vender la máquina, que termina por oxidarse.
Esas máquinas hacen cuatro cosas básicas:

1.- mover tierras para darle la forma deseada.

2.- excavar los sitios donde se tenga que extraer la tierra (desmonte de tierra).

3.- rellenar terrenos vacíos (terraplenes), i compactar el terreno para que tenga un buen asentamiento.

Curiosamente la misma tarea que se hace cuando se construyen carreteras, autopistas o vías férreas, y de las que las grandes empresas que se dedican a esto sacan pingues beneficios, ya que el principal cliente suelen ser las instituciones públicas, y lo que, por ejemplo, tiene un presupuesto de 5 millones de euros, y la ejecución material del trabajo termina costando 2 millones de euros, por ejemplo, entonces quedan 3 millones de euros de ganancia, razón por la cual se entiende que puedan comprarse sobradamente esa maquinaria tan costosa, mantener peones que apenas dan golpe porque casi todo lo hacen las máquinas, y el resto del dinero va para comisiones para políticos y cómplices funcionarios en los puestos clave de decisión, y guardados en paraísos fiscales. Y no os impresionéis por ver máquinas que parecen tan complicadas: se aprenden a usar con la misma facilidad que se aprende a usar cualquier coche. Lo malo es que hoy en día te exigen cierto carnet especial para estar autorizado a llevar cualquiera de esas grandes máquinas.




Podemos hablar de máquinas tales como el bulldozer, la retroexcavadora, la cargadora, el camión con volquete, la motoniveladora, la compactadota,, etc…, una gran variedad de maquinaria conforme al uso que se haga, que tienen en común un motor tractor cubierto con chasis y con un sistema de instalaciones hidráulicas, que hacen los determinados movimientos según su uso, y naturalmente se sostiene con ruedas propias del conocido tractor de campo, o incluso sobre orugas que recuerdan las de cualquier tanque del ejército armado. Esas máquinas suelen ser de una gran potencia, debido a la dureza del trabajo y a los grandes esfuerzos que se le exigen, de modo que no es raro ver máquinas que alcanzan los 500 C.V. o más, de modo que una máquina de esas puede llegar tener la fuerza de unos 50 coches juntos, por citar un ejemplo. O por poner un ejemplo comparativo: el famoso coche del currante tan conocido por todos los albañiles: el SEAT 600, es una máquina que tenía tan sólo 6 C.V., para que os hagáis la idea de la fuerza y potencia de esas máquinas.




De modo que después de hacer el replanteo del terreno y estudiar los planos, se hacen las siguientes operaciones coordinadas entre un jefe de obra y los operarios de cada una de las máquinas:

1.- Preparación del terreno.

2.- Excavación y carga

 3.- transporte de las extracciones

 4.- nivelación o condicionamiento del terreno

 5.- Compactación si precisa del caso.

Terminado ese primer paso, el siguiente ya será el relleno de los cimientos y dar forma a la edificación propiamente dicha, que precisará otro tipo de maquinaria, tales como por ejemplo los camiones-cubas que transportan el hormigón, o las grúas para auxiliar y distribuir las cargas y los materiales en cada lugar de la obra y en cada momento y circunstancias. Pero esto ya merece otro capítulo.




Os dejo con una divertida muestra de acrobacia de uno que si puede decirse que es un maquinista que domina todo la retro:


EMBED-Skills With A 15 Ton Front Loader - Watch more free videos


Veamos también la forma que tienen los tailandeses de descargas sus máquinas de los camiones:






He aquí una pequeña máquina que se carga por sí misma al camión, sin necesidad de grúas ni nada:




Y hasta hay máquinas que las podéis convertir en una atracción de feria para los más peques:


Os inserto también una máquina de frecuente aplicación en las obras: una Manitú:


ENLUCIDO DE PAREDES CONTRA HUMEDADES



A veces notamos la pared en deterioro debido a las humedades exteriores, y para evitarlo, recomendaría una solución de enlucido de la misma con mortero hidrófugo, ya que ese líquido que se le añade a la mezcla (el hidrófugo), tiene ciertas propiedades impermeabilizantes.


Y antes de su secado, una buena capa de lliscado de cemento Pórtland mezclado con agua, y sin más aglomerantes u otros aditivos añadidos, se extiende en la pared con la llana, dejando a esa libre del paso de humedades, una vez secada.

Esta era la solución clásica de antaño cuando todavía no existían las pinturas impermeabilizantes y siguen teniendo validez.

VERSIÓN MODERNA DE LA CANCIÓN “LA RAMONA”



“La Ramona” es una de las canciones más famosas del cómico Fernando Esteso, y muy conocida de entre los paletas.

Pretendo que la entrada de hoy tenga un toque de humor, por lo que voy a añadir la versión moderna de la famosa y graciosa canción de Fernando Esteso, cantada a dúo con África King, y del que se dice va a ser el grito de este verano. El video con el que acompaña la canción, tampoco está nada mal, actualizado con un toque de modernidad, propio de los tiempos que corremos.

Espero que os guste, y que os dé para rememorar viejos tiempos de aquellos que fuimos aprendices o empezábamos como peones de albañiles la primera vez que escuchábamos la graciosa canción.

domingo, 22 de mayo de 2011

HABLEMOS UN POCO DE LOS OBREROS DE LA CONSTRUCCIÓN


Todavía existe gente que se piensa que por ser albañil no tienes cultura, y en parte tienen razón ya que en el ramo está el tipo de gente más bruta socialmente, pero he visto trabajar en las obras como simples ayudantes a abogados que apenas no se salían en nada ni eran capaces de ponerte un cubo de mortero encima del andamio. He visto arquitectos que si no lo consultaban con el ordenador, no sabían calcular, cosa que tenía que hacer yo mismo manualmente con el replanteo y marcado. O aparejadores que no tenían ni idea de cómo hace una construcción complicada según planos del arquitecto, y que yo tenía que improvisar todos y cada uno de los pasos para darle forma al acabado final. Y para muestra de más, este blog está redactado por un albañil que no tiene nada de estudios superiores, pero sí cuenta con la experiencia de varios años trabajando a pie de obra, por no decir a pie de cañón. No todo ha de ser cultura, sino que lo más importante es la iniciativa y la experiencia, y para eso vale cualquiera, con estudios o no.




Creo que para los de mi generación, la elección de esta profesión en parte es debido a aquella típica pregunta que te hacían de jovencito en las discotecas: ¿estudias o trabajas?, y cuando no estudias, debes de buscarte un curro para mantenerte, y el de albañilería era uno de los relativamente pagados, debido quizás a su dureza. Uno empieza a trabajar de peón, pone interés y voluntad en trabajar de la mejor manera, y así va mamando el oficio y aprendiendo rápido, porque apenas existen manuales para esto, y los libros que hay escritos sobre el tema suelen ser muy complicados, que aparentemente nadie entiende salvo el propio autor. Pero hay que señalar que es una profesión muy dura en todos los sentidos, que debes de soportar frío, calor, viento, lluvia, polvo, esfuerzos pesados, y por si fuera poco la mala leche de los demás, que también sufren todas esas cosas, sean gente vaga o trabajadora; aparte de que te puede tocar trabajar adentro o afuera, según circunstancias. Y todo esto aguantarlo ahora hasta los 67 años, la nueva exigencia que nos ha impuesto el actual gobierno de Zapatero, cuando en Francia, por ejemplo, la edad de jubilación son los 62 años, aunque para este oficio sería de justicia jubilarse con unos 10 o 15 años antes, debido al enorme desgaste físico. Hay que vivirlo y sufrirlo para darse cuenta que este es un trabajo de los más agotadores, que te lleva a reventar la espalda y a sufrir tendinitis en los brazos por el excesivo uso de la paleta colocando ladrillos, o extendiendo y remolinando paredes, y con dolores de rodillas o pies por el excesivo número de horas de estarse de pie moviéndose de un lado para otro. Y por si fuera poco, subiendo en los andamios, o desempeñando según qué tareas, también te juegas la vida. Por ello vale decir que esta es una de las profesiones más toreras, apta sólo para los más atrevidos y valientes. Y quienes llegan a cierta edad y no abandonan, es debido a que no encuentran otra cosa, y a la falta de dinero para subsistir. Esto, en tiempos de crisis y paro como los actuales, toma una forma mucho más dramática.




Es un oficio en el que puedes trabajar por horas o a destajo, que cobras más dinero si te esfuerzas y haces más metros de obra pero el inconveniente es cuando no llegan los materiales porque te quedas parado y cobras menos, de modo que tienes que tomar mucha estrategia y organización de manera que se pueda optimizar al máximo el tiempo. Muchas veces me quedaba 10 minutos más en la obra, cuando ya era la hora de plegar, porque esos aparentemente insignificantes diez minutos de más, en muchos casos representaba que ganabas dos o tres horas del trabajo para mañana.




En cuanto a la seguridad de higiene, son unas normas exageradas, que en la práctica en la medida de lo posible no se cumplen: una de las cosas que más exigen es el uso del casco, un elemento muy incómodo de soportar puesto varias horas, que incluso te provoca cortes y magulladuras en las orejas, aparte de dolores de cabeza. Cuando vienen los de riesgos laborales, el primero que los ve suele pasar el aviso, y todos se ponen en guardia para que se vea que aparentemente se cumplen la normas, poniéndose cascos, arnés, gafas, guantes, etc... Algunos de estos supuestos técnicos de riesgos laborales suelen ser tan prepotentes y arrogantes, que por un lado exigen un cumplimiento ciego de la normativa, y por otro no saben aparentemente nada de lo que es trabajar en las obras y dar forma acabada a las construcciones. Por eso reciben escasa colaboración y muchos monosílabos de respuesta, como si se hicieran el tonto, y en esto nos vale a los albañiles esa supuesta fama de que no tenemos cultura, porque por otra parte, la actual normativa de seguridad e higiene te exige tal cantidad de conocimientos, que casi se parecen unos estudios superiores, cosa para la que no están capacitados la inmensa mayoría de los albañiles. "El miedo conserva la vida", reza el refrán, y cada uno ya procura ir con cuidado como para no dañarse o accidentarse. Pero muchas veces se falsea la verdad al no indicar la nacionalidad de los obreros accidentados, muchos de los cuales actúan irresponsablemente y trabajando de cualquier manera, haciendo con ello a que los demás nos juzguen equivocadamente por el mismo saco.




Actualmente hay un paro tremendo en el ramo, y los que trabajan a duras penas van tirando como pueden. La situación debería cambiar porque los albañiles se sienten explotados, tanto por el rechazo de los presupuestos, como por la rebaja del precio de la mano de obra por la que se ofrecen los inmigrantes en cuyo país lo que aquí es poco dinero, en el suyo es una fortuna. Y para colmo, en algunas empresas trabajas y luego no te pagan, tienes que hablar primero con las personas que trabajan allí y asegúrate de que la empresa es de fiar; y lo mismo ocurre con los clientes, de los cuales deben mucho dinero que no pagan a los constructores por falta de financiación de los bancos y cajas. Lamentablemente así están las cosas en el gremio de la construcción.



OTRAS HERRAMIENTAS DE USO COMÚN



También cabría destacar otras herramientas menores, pero que forman parte de la labor diaria del albañil, tales como:
Tenazas, hilo, reglas, limas, lápices, tiralíneas, alargo, bombilla, sargentos, radial, guantes, etc… (seguro que me dejo muchas otras herramientas sin mencionar). Herramientas que generalmente acompañan al cajón del albañil y que son imprescindibles





sábado, 21 de mayo de 2011

HERRAMIENTAS DEL AMASADO Y MANEJO DEL MORTERO Y DEMÁS CONGLOMERANTES



También herramientas básicas de albañil, suelen ser el capazo, la gaveta, el cubo, el paletín, la llana y el remolinador.

Todos son para trabajar la mezcla, sean cualquier clase de mortero, hormigón, cemento rápido, o yeso.

Existen diferentes tipos de paletas, según su uso, aunque la más extendido es la paleta de forma triangular, que es de un material aleatorio templado de gran resistencia, pues tiene que servir también para golpear y trocear los ladrillos, picar en las paredes, etc…

El maletín es una versión en miniatura de la paleta, para usos que requieren añadir poco material, aparte de, por ejemplo, un rascado.

Son las herramientas que más contribuyen a dar forma a la construcción y su acabado, sean paredes de obra vista, bloques, tabiques, etc…..

La llana se emplea para extender el mortero en las paredes y repartirlo de forma uniforme, y el remolinador para dar el toque de acabado final al mortero que se añade a la pared, generalmente mezclado con un líquido hidrófugo que al secar el mortero, adquiera propiedades impermeabilizadotas.