La albañilería es un arte que sólo se adquiere trabajando y manando a base de iniciativa y creatividad. Aunque existen cosas básicas a conocer y saber hacer, cada uno marca su propio estilo, igual que cada persona tiene un tipo de letra diferente. Pero con la aparición de tantas normativas en la que se han incluido tantos agentes: arquitectos, ingenieros, aparejadores, facultativos de riesgos laborales, etc…., se ha ido perdiendo valoración hacia la figura del albañil, relegándolo incluso en un segundo plano, y exigiéndole incluso unas titulaciones, unos carnets, unos cursillos,…para lo que en general no es apto, pues un albañil no está condicionado para aprenderse de memoria toda una Biblia de normas que le exigen los facultativos supuestamente para quitarse de encima parte de sus responsabilidades. Afortunadamente el Tribunal Supremo eliminó la exigencia de posesión de un supuesto “carnet profesional”, pues hubiera dejado sin empleo a cientos de miles de currantes del ladrillo, que pueden ser muy buenos trabajadores manuales, pero con la cabeza tan dura que hubieran sido incapaces de estudiar y aprobar para sacar un determinado carnet, título o diploma que a la hora de la verdad únicamente sirve para ponerlo en un cuadro con el que colgar en una pared, y todo lo demás olvidado.
Considero que esto debería de ser una sociedad libre, y que cada uno fuera a por libre. Un buen albañil con muchos años de experiencia, e incluso cualquier aficionado que le guste mucho el hobbie de la albañilería, está capacitado para hacer cualquier construcción sencilla, sin necesidad de facultativos (arquitectos, aparejadores, los de prevención, funcionarios municipales, inspectores, etc), que encima todos esos facultativos suponen tasas y demás pagos por unos servicios en la práctica innecesarios. Quiero decir que con esto conviene la liberalización total de la profesión, y que se terminara con el abuso de todas las normativas existentes, algunas de las cuales puede que tengan sus razones y sean buenas, pero en todo caso la mejor normativa es que se deje voluntariamente escoger las normativas al que tiene que ejecutar el tajo (el albañil) y el que tiene que cubrir todos los costes (el promotor, o cliente). No son necesarios visados de planos, normativas de prevención, etc…., todo trabajo debe de ejecutarse por libre y con sentido común, y que cada cual asuma sus responsabilidades, que para algo tenemos un código civil y un código penal, que lo ideal sería que fueran simplificados sin ir más lejos.
Según marca la actual Constitución vigente,"España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político." (art. 1.1.), aunque la casta política actual, que son los que nos han traído toda esta batería de normativas e impuestos, quiere se nos olvide. Creo que la misma Constitución puede interpretar que por ejemplo, un albañil podría trabajar plenamente por libre. Dicho esto, yo propondría la libertad de los ciudadanos para poder construir ellos ciertos proyectos sin la necesidad de pagar a un arquitecto, aparejador, ingeniero o técnico de prevención. ¿Por qué un albañil, por ejemplo, que sepa calcular una estructura sencilla de una vivienda unifamiliar tiene que pagar a un arquitecto, aparejador, técnico de seguridad, seguro de prevención, etc… por el proyecto, y además la ley vigente le obliga a ello?. Máxime cuando esa persona puede definirlo perfectamente todo desde los cimientos hasta las tejas. Todavía recuerdo, cuando era niño, que durante la época del franquismo, mucha gente se construía su propia vivienda sin necesidad de todos esos facultativos que hoy en día exigen las leyes y que además suponen un costo y unas tasas muy elevadas, que además son improductivas. Y no me consta que construyeran malas viviendas, o que la cubierta se les cayera encima, por ejemplo, pues construyeron esas viviendas con sus propias manos, con aplicación, con dedicación, con ilusión y hasta con amor. ¿Cómo los payeses se pudieron construir sus propias masias?, ¿cómo los pueblerinos se pudieron construir sus propias casa rústicas en sus propios pueblos?.¿Por qué han de prohibir una cosa que en tiempos pretéritos se hacía, y que en tiempos actuales le resultaría muchísimo más barato al consumidor, que tiene necesidad de vivienda propia?. Siendo una profesión liberalizada, y esto un libre mercado, luego cualquier consumidor o promotor que se quiera construir su vivienda con auxilio de facultativos (arquitecto, ingeniero, aparejador, técnico de riesgos, etc..) que lo pueda hacer libremente, asumiendo todos los costes de más que suponen. Las normativas y demás estudios son vistos como algo que se percibe como un coste sin producción, sin reporte del beneficio económico que se espera de cualquier inversión. Ya imagino que los facultativos irían a diferir y estarían en contra de esto, dando toda clase de argumentos, sobretodo porque afecta a su sustento económico y modo de ganarse la vida, pero pienso que no se puede hablar de instruismo: cada profesional es lo que vale, y lo que le indica el mercado.
Otra cosa son las mafias parasitarias corporativistas legales a las que pertenecen esos facultativos (como por ejemplo, los colegios de arquitectos o aparejadores, así como los inspectores de riesgos) que tratan de impedir una total liberalización en que cada cual trabaje como guste, teniendo en cuenta que a la hora de la verdad es prácticamente el albañil el que ejecuta y da forma a la obra, y muchas veces sin conocimiento de normativas y toda la variedad de leyes que no logran otra cosa que confundir y crear miedo, aparte de que a la larga supone un gasto sustanciosamente mucho más caro. Siendo realistas, algunos de los proyectos de edificación se pueden construir sin un arquitecto o un aparejador que los supervise y, por tanto, la normativa es simplemente como un privilegio que otorga el Estado a cada uno de los gremios de los facultativos para que se involucren, pero sin mancharse ni sudar como le toca hacer al pobre albañil. Innecesario pues, porque la responsabilidad podría recaer directamente en el promotor y contratista de la obra (como suele ser casi siempre), en ese ejemplo, el albañil, aunque las responsabilidades las eluden todos, y otra cosa es la voluntad del trabajo bien hecho. Pero por supuesto, habrá obras muy gigantescas y complicadas que inevitablemente necesitará arquitecto y demás facultativos,….pero quien busque la excelencia y la calidad, ha de pagarla,….y quien busque la economía y el ahorro, también ha de saber de qué puede prescindir en ese libre mercado que debería de estar completamente liberalizado para todos, sin apenas exigencias, ni tasas, ni normativas,….salvo tan sólo el coste de construir que es lo que ha de pagar el consumidor final que es la persona que encargó el proyecto al albañil, o al resto de los otros profesionales.
Ahora con la cruda crisis actual, la necesidad de esta liberalización es más necesaria que nunca, pues ya no se trata de construir grandes edificios, pues existen millones de viviendas vacías por todo el país, y seguramente que en cada pueblo conocéis la existencia de pisos vacíos; sino que ahora de lo que se trata es de que la demanda en el sector del ladrillo puede venir de la mano de la reforma de vivienda, ampliación de la misma, las obras de rehabilitación, el mantenimiento de comunidades, y demás pequeños remiendos con los cuales con los simples servicios de un albañil es más que suficiente, y además más económico por evitar el pago de facultativos y demás tasas impositivas. Es necesario, pues, ese cambio para hacer posible la existencia de trabajo de albañil, y animar a los consumidores (inversores) a solicitar lo servicios y dar trabajo a los albañiles, sin esos costes de más innecesarios.
Ya el mismo mercado se autorregula, ya que nadie contrata a un profesional malo, a pesar de que somos un país con fama de chapuceros. Estamos pasando por una crisis sin precedentes, con falta de dinero circulante, y en una situación casi de postguerra, difícil y dura, que precisa de este cambio que propongo. El reto ante este nuevo panorama es cómo buscar nuevas fórmulas de construcción, más eficientes, más rápidas, más baratas, creando la figura del albañil multiusos. Todos quieren las tres B de
BUENO, BONITO Y BARATO,…..esa es la ley que prima en el mercado,…con lo cual hay que aplicarla y sobretodo aportando el máximo de calidad, que en esto es en lo que se genera valor. Pero no hay que olvidar que lo fundamental es trabajar bien: el trabajo bien hecho, porque a veces cosas mal colocadas, y disimulando los defectos que se ven, acaban por estropearse aún más y ello significa una futura reparación con todo lo que cuesta de caro. No todo el mundo toma conciencia en hacer un buen trabajo, y por vagancia se ahorra una serie de cosas. Pero por otra parte, muchas veces quien te ofrece un presupuesto caro es un sirverguenza que se aprovecha de tu falta de conocimientos técnicos. La persona honrada sólo irá por cobrarte su precio justo (en esta línea entro yo, pues no me produce ninguna satisfacción engañar ni robar a nadie, aparte de que esto son cosas que con el tiempo llegan a descubrirse). La gente tiene derecho a una vivienda que pueda adquirir con sus salarios actuales, y si no es así, y siguen imponiéndose las normativas y las tasas, el desarrollo de la economía sumergida en el sector será una constante inevitable. Por eso abogo por la liberalización total de la profesión de albañil, sin normativas, sin tasas, y sin demás exigencias caras e innecesarias.