Los cascos son la “prenda” estorbante más odiada por los albañiles, que tan sólo utilizan por imperativo normativo, pero en cuanto pueden que los quitan y los dejan en cualquier rincón de la obra, porque son muy incómodos y nadie aguanta horas y días con un casco encima de la cabeza, que no sólo no dejan transpirar el pelo, con todo lo antihigiénico que ello supone, sino que produce dolores de cabeza, y es origen de muchas cefaleas que acaban derivando en auténticas depresiones, un verdadero cáncer de los últimos tiempos. En realidad el casco no se hizo para llevarlo en la cabeza, y si lo llevan arquitectos, aparejadores o los de riesgos laborales, son porque son gente que no trabajan para nada en una obra (manualmente hablando) y allí sólo están de paso para mirar, indicar o supervisar, y para que los vean a ellos, precisamente los que menos lo necesitan, y además poco lo usan dado el poco tiempo que están por las obras.
Lo mismo digo cuando las obras reciben visitas de políticos o miembros de la realeza: ya me gustaría ver a mí al presidente del gobierno con el casco puesto durante la jornada de 10 horas que suele ser lo habitual, porque vamos, por ejemplo, si se volviera a repetir el ejemplo del asalto del parlamento por parte del coronel de la guardia civil Antonio Tejero, que ordenó disparar al techo, ¿también corren peligro de que se les caiga el techo encima,...o no?. La verdad es que muchas veces en las obras, sobretodo las de caminero, existe mucho menos peligro que en el parlamento, que te puede caer el techo, mientras que el cielo es imposible que se te caiga encima; y sin embargo es una injusticia: los camineros están obligados a llevar casco durante toda la jornada, mientras que sus señorias sentadas en los escaños del parlamento, esos mismos que han redactado las leyes, esos sí que no.
Sólo los albañiles y los peones son los que están trabajando a todas horas en las obras dándole forma material. Los demás señores que tanto insisten en el uso del casco, pasan muy poco tiempo en las obras, sólo llevan alguna carpeta o plano en la mano, y sólo vienen a mirar (y lamentablemente en algunos casos a tocar los huevos a los albañiles diciéndoles lo que tienen que hacer, que suele ser lo que ellos mismos no serían capaces de hacer). Son gentes que trabajan en los cómodos estudios, generalmente delante de un ordenador, si es que hacen algo,….pero si tuvieran que tener puesto el casco las 10 horas del día y todos los días laborales de la semana comprenderían el sufrimiento que ello causa con los terribles dolores de cabeza, y entonces no creo que insistieran tanto, y entonces es cuando más comprenderían sobre la inutilidad del casco.
Por eso el mejor aparejador, arquitecto o técnico de seguridad que haya, es el que se hace la vista gorda ante el uso del casco, o que cuando conviene, hace un toque de atención de manera muy diplomática y amable, sin obligar,…pues esa es la actitud para sobrevivir en las obras y poder contar con la colaboración de los albañiles. Las actitudes autoritarias y exigentes sólo les sirve para que adquieran mala fama en el gremio de los currantes (e incluso muchas veces entre los propios clientes), lo cual el facultativo que no tenga presente esa realidad, está condenado al fracaso, porque la realidad es esa: en las obras una cosa son las obligaciones absurdas (eso nadie lo acata a la larga), y otra muy distinta es el sentido común.
Para la única cosa que es de utilidad el casco, es para enriquecer a los fabricantes de los mismos, gracias a las normativas que obligan a tenerlos por las obras, pero en cuanto pueden, todos los albañiles se lo quitan, y cuando viene alguien que no tendría que estar, se pasa el aviso para ponerse de inmediato el incómodo casco. Así es en todas partes, y no hace falta que nos engañemos, aunque la televisión o los periódicos salgan a relucir fotos de obras con albañiles con casco, cuando en la realidad es justo lo contrario, porque cuando puede, todo albañil se quita el casco.
Claro que no estoy totalmente en contra del casco: sólo hay que ponérselo cuando exista un peligro real de que algo pueda caer encima de la cabeza. No tiene sentido, por ejemplo, llevar un casco cuando trabajas debajo del techo de la losa de un piso, o haciendo una zanja, o colocando tejas en la cubierta, donde no existe peligro alguno de que te caiga algo encima, salvo que sea, por ejemplo, la bomba que se le ha soltado al avión militar que hacia las maniobras. La cagada de un pájaro que te haya caído encima, no ha matado a nadie por no llevar casco. Para todo lo que no es necesario ponerse casco, y además es estúpido ponérselo, porque es íncómodo, produce stress, dolores de cabeza, y con ello mayor peligro de accidentarse.
Ya lo dice un viejo adagio de los albañiles: “un albañil stressado (es decir, un albañil cansado y con dolores de cabeza), es como una pared a punto de derrumbarse”. El uso continuado del casco tiene altísimo poder stressante y es causante de dolores de cabeza que podrían acabar en mareos, con lo cual repercute negativamente en el rendimiento del albañil, y con ello, además, el riesgo de que se accidente, sin que el casco haga nada por protegerle en este caso, porque es el mismo casco el causante del problema y el posible origen del accidente.
Por eso sería de sentido común abolir la obligación de llevar casco, y sustituirlo por el sentido común: usar el casco cuando el albañil o peón lo considere necesario. Y al que se mate, mala suerte por no tener más cuidado, y que alguien lo entierre sin necesidad de buscar culpables de los que sólo se les espera sacar dinero en indemnizaciones como si fuera otro negocio más.
Y luego habrá quienes dirán que es para evitar accidentes, pero también hay que tener presente las dobles hipocresías que impiden hablar y decir las verdades para no molestar según a quién, o porque se considera que no es lo “políticamente correcto”, pues cuando se habla tanto de accidentes y de bajas, se olvidan de un importante detalle: ¿de qué nacionalidad son los accidentados y los que más piden la baja en el sector de la construcción?, porque no hay que hacer que tengan que pagar justos por pecadores, y que los accidentes de unos pocos no tiene porque hacer que se obligue y generalice a todos el uso de los malditos cascos. Ya está bien la excusa de “la seguridad”; la seguridad tiene que ser siempre algo voluntario y personal de cada uno, y nadie le tiene que decir a nadie cómo tiene que hacer las cosas, y qué tiene que llevar a la cabeza; si se trata de profesionales incompetentes, irresponsables e ineficaces, ya se cuida el propio mercado de dejarlos a la calle y sin trabajo,….pero que un albañil se quede sin trabajo y en la calle por culpa de un técnico de seguridad, o a instancias de un arquitecto, eso sí es criminal y peor que cualquier accidente.
Claro que en el ejército se usa casco, pero eso es para que no les caiga algo encima de la cabeza a causa de la explosión de alguna bomba, o que les alcance alguna bala,….pero cuando no están en el bautismo de fuego, incluso los mismos militares ni usan casco: sólo algún gorro militar, algo muy ligero de peso, como los sombreros de tela o los pañuelos que los albañiles se ponen para proteger su cabeza. Esa otra cosa son los sombreros o los pañuelos que se ponen los albañiles para proteger sus cabezas del sol y del polvo: no son pesados y por tanto son más llevaderos, mientras que el casco es siempre pesado, incómodo, y hasta causante de dolores de cabeza, lo cual predispone más a los accidentes, como podría ser un mareo por el prolongado uso del casco.
En todo caso, a quien no le queda otro remedio, le recomendaría que visitara a su médico de cabecera, exponiéndole los dolores de cabeza que le produce llevar un casco, para que le haga un certificado médico conforme no se recomienda llevar casco para evitar enfermedades del sistema nervioso de la cabeza. Un certificado médico no supone una prohibición de trabajar, ya que trabajar no sólo es para ganarse la vida, sino que además es un derecho reconocido constitucionalmente. Por lo cual, en caso de problemas por no usar casco, por lo menos el certificado médico os podrá ayudar mucho si hace falta recurrir a los tribunales, frente a las exigencias de todos esos cabrones de prevención y seguridad que no os dejan trabajar tranquilos. Para lo demás, recordad que la venganza ha de ser siempre un plato frío, y tomada con mucha prudencia, ya que si por culpa de esos cabrones perdéis el empleo, que al final lo tengan que pagar caro, ya que con el pan del obrero no se juega, como tampoco con el tormento de aguantar dolores de cabeza por culpa de un casco que obligan a ponerse.
Así que el casco, que se lo pongan ellos, y que se lo ponga quien voluntariamente quiera,…y por favor, ni estorben ni molesten más, qué ya está bien de tanta exigencia, y sobretodo por parte de a quien no le hace falta ponérselo, aunque sólo se lo pondrá en el ratito que se deje ver por la obra.
Por otra parte quisiera
añadir un par de citas referentes a los accidentes, escritas por un par de clásicos:
1.- “ Los accidentes enseñan
a los hombres y les hacen aprender de los errores que han cometido.” (Esopo,
escritor griego, 570-526 a.c) .
2.- “El que sufre tiene
memoria, se acuerda de lo que ha sufrido y aprende”. (Cicerón, jurista romano
106 a.c-43 a.c)
Con lo cual cada uno ya
descubre por sí mismo en qué tener cuidado, y más con aquello del viejo adagio
que dice “El miedo conserva la vida”.
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Y luego por otra parte, se dan casos como ese (pero que hay que respetar su cultura, hombre, como dicen los políticos, en especial esos que predican supuestas "alianzas de civilizaciones"):
Y aquí os dejo un par de fotografías donde vemos al príncipe Carlos de Inglaterra ( Príncipe de Gales), probando de trabajar de albañil, con casco incluido (no creo que aguantara por mucho tiempo tan duro trabajo):
Y para ponernos al día en las nuevas tegnologías: