Hoy va a haber una inútil huelga general convocada por los
subvencionados sindicatos, para mostrar el descontento y rechazo a la reforma
laboral, a los recortes, a los desahucios, etc…, pero curiosamente nadie se
manifestará ni reivindicará soluciones contra el desempleo, luchar contra la
corrupción o pedir bajada de impuestos, que esto último sería lo más importante
pero que todos nuestros gobernantes y sindicalistas dan por olvidado. Y por si
fuera poco incluso los partidos políticos suspenden la campaña electoral en
Catalunya por temor a incidentes con los piquetes sindicalistas, tal es la
garantía de ley y orden que lamentablemente tenemos en nuestro país. Claro que
para pedir todo esto que piden al gobierno, se precisa dinero para financiarlo;
pero si cada día cierran empresas y negocios, y por consiguiente hay menos
gente trabajando y más en la millonaria lista del paro, y con ello menos gente
cotizando a la Seguridad Social, consumiendo menos y por ende pagando menos
impuestos por la falta de trabajo, ya es bastante complicado financiar todo
esto, teniendo en cuenta demás, que oficialmente estamos endeudados en casi un
BILLÓN de euros. Y no vale la excusa de sacar más dinero en impuestos a los
ricos, porque ricos apenas hay en nuestro país, y el dinero del fraude fiscal
calculado aproximadamente en 40.000 millones de euros es una cantidad insignificante,
con la cual apenas no se notaría mejora alguna ni para pipas, y además para que
no existiera fraude fiscal, tendría darse el caso de que los impuestos fuera
muy bajos por no decir casi inexistentes.
Por tanto, ya que los convocantes de dicha huelga ni se preocupan ni
representan a ningún parado, ni van a pedir una bajada de esos impuestos con
los de que se alimentan sus suculentas subvenciones, mejor que lo consideremos
como una “Juerga General”, ya que para ellos con sus bolsillos sobradamente
subvencionados eso va a ser como una gran fiesta de la provocación, el corte de
calles, las amenazas a las empresas, y de los destrozos urbanos que acabarán
pagando los contribuyentes, mientras el resto del país sufre en carne propia el
daño económico e inútil que ello supone, aparte de la mala imagen exterior que
damos de país poco serio y lleno de dirigentes aborregados, ineptos e
incompetentes que tenemos. Sin duda alguna, los albañiles somos los currantes
que más hemos contribuido a levantar nuestro país, pero somos al mismo tiempo
los más castigados por la crisis, con ya millones de nuestros colegas sufriendo
la vergüenza del paro. Pero para que se entienda la situación, quiero arrojar
un poco de luz más a fondo sobre la causa de esos males nacionales de los que
hoy nos quejamos, expuestos en 5 claves básicas:
1.- Al calor de los múltiples escándalos de corrupción de
los últimos años del gobierno Felipe González y con una economía deteriorada,
llega al poder José María Aznar, y para relanzar la maltrecha economía
española, baja considerablemente los tipos de interés. Con una mentalidad muy
arraigada en el sentido de poseer propiedad propia, los inversores no saben
dónde meter el dinero ya que en la típica libreta a plazo fijo apenas no dan
nada, y debido a los bajos tipos de interés, optan por invertir en vivienda
contratando hipotecas que también están a un tipo de interés más bajo de lo que
hasta el momento era lo habitual.
Consecuencia de ello, las inmobiliarias y los bancos aprovechan esa
tendencia del mercado para inflar los precios de la vivienda. Van tasando
continuamente al alza, pero los compradores no notan el coste mensual porque las hipotecas las conceden cada vez
por mayor tiempo: si en los tiempos del tito Paco era algo normal acabar de
amortizar una hipoteca en 10 años, en los de Adolfo Suárez y hasta bien entrada
la época de Felipe González, el tiempo promedio de una hipoteca era de 13 años.
A partir de entonces, empiezan a concederse hipotecas para 20 años, 25 años, 30
años, 35 años, 40 años, 45 años,… y así sucesivamente hasta llegar a superar
los 50 años ya en el cenit máximo de la burbuja inmobiliaria, ya en la era
Zapatero.
2.- Se conceden continuadas hipotecas para pagar precios
hinchados y sin demasiadas exigencias, y con ello la burbuja inmobiliaria no
para de crecer, ya que mucha gente no para de pedir hipotecas con las que
invertir sus ahorros. Tal es la alegría, que incluso en los dos años anteriores
al pinchazo inmobiliario, las acciones de las inmobiliarias que cotizan en Bolsa,
experimentan revalorizaciones anuales por encima del 100% y algunas incluso superan
el 200% anual.
3.- Con el estallido de la burbuja financiera en Estados
Unidos, estalla también en España la burbuja inmobiliaria, y la gente ahora se
ve en muchos casos con viviendas que valen menos de la mitad de lo que su
hipoteca les obliga a pagar.
4.- Tras el estallido de la burbuja financiero-inmobiliaria,
los bancos vuelven a tasar, pero esta vez a la baja. Se queda con la casa de
los morosos, y también la de los que avalaron, dando lugar a los 400.000
desahucios derivados de ejecuciones hipotecarias. Y un gran problema también
para la propia banca que no sabe qué hacer con tanta vivienda embargada que ni
tan siquiera consigue subastar ni vender a mitad de precio lo que en principio
se tasó para la hipoteca.
5.- Los bancos recuperan de mala gana gran cantidad de
viviendas de los morosos a quienes concedieron las hipotecas inconscientemente
y por error, pero reciben dinero del gobierno público para sanearse, y además
se quitan de encima los “activos tóxicos” (inmobiliarios) con la creación por
parte del gobierno de un “Banco Malo”, de cuyos gastos se hacen cargo con el
dinero de los contribuyentes (socializando así las pérdidas, lo cual supone
mayor empobrecimiento para la ciudadanía, y mayor déficit público), ya que
bancos en quiebra supondría la quiebra y paralización misma de la toda economía
nacional por no fluir el dinero de los créditos, y por esa razón el gobierno
salva a los bancos para no dejar en “estado en coma” a un país que ya está
enfermo, sin que sea su prioridad salvar o rescatar a los parados, las verdaderas
víctimas de la crisis. Y claro, la tomadura del pelo es que los gestores de los
bancos rescatados, se retiran con indemnizaciones y pensiones millonarias
blindadas, que encima pagan los mismos esquilmados contribuyentes a los que han
llevado a la ruina con esas hipotecas abusivas y usureras, que naturalmente
nadie obligaba a nadie a contratar, por ser eso libre mercado.
En los momentos más "álgidos" del boom
especulativo e inmobiliario, las propias entidades financieras ofrecían
“generosamente” a sus clientes importes de hipoteca superiores al valor inflado
de las viviendas, para que de ese modo pudieran ya amueblarlo, comprarse un
coche, adquirir la tele plana, y permitirse incluso el lujo de un viajecito
para celebrarlo. Al fin y al cabo era un dinerito mensual a un tipo de interés
bastante bajo, pero con la trampa de a pagarlo a costa de endeudarse toda una
vida. En aquellos tiempos de locura parecía que el banco que menos hipotecas
concedía era el más tonto, y los directivos cobraban jugosas primas en función
del crecimiento del negocio de sus entidades, incentivo totalmente perverso e
irresponsable que ha conducido a estas entidades a su ruina debido a que un
importante porcentaje de estos préstamos han resultado fallidos, con tanta
gente morosa y que además ahora está en paro, y a alguna hasta les ha costado
el desahucio. Además, nuestros políticos nos decían que estábamos en la
"champions league" de la economía y que superaríamos a Francia y a
Italia en renta per cápita (tal como Zapatero decía), por lo que buena parte de
la ciudadanía se creyó el cuento y realmente se puso a consumir y a endeudarse
por encima de lo razonable, alentados por los mensajes eufóricos del Gobierno
de que teníamos la banca más sólida y saneada del mundo y por el desmedido afán
de las entidades financieras de seguir creciendo en sus activos a cualquier
precio.
Tanto recaudaban las administraciones aprovechándose del sobrecalentón
económico, que incluso Zapatero tomó la medida electoral de regalar 400 euros
desgravados del impuesto de la renta, así como 2500 euros de regalo a
cualquiera que viniera a nuestro país a parir como muestra de la alegría de ese
“maravilloso país” que crecía a todo tren y casi parecía el paraiso. Luego
supimos de la falsedad de esos mensajes, y de la desidia del gobernador del
banco de España en no avisar para parar sobre el peligro que se avecinaba. El clima de euforia era generosamente aceptado
por la gente en general, que creo que iba engañada por esos falsos mensajes de
optimismo, sobre todo procedentes del gobierno. Pero ahora la diferencia sí que
radica en que mientras a los gobernantes y a los bancos se les ha rescatado con
dinero público para tapar los agujeros de su irresponsable gestión, el rescate
a la gente sin trabajo es mínimo con unos miserios subsidios temporales que al
mismo tiempo cada vez son más recortados, y no digamos del drama de esas
familias desahuciadas, y la miseria y falta de trabajo que ahora tenemos que
compartir con esa inmigración que no se quiere marchar de nuestro país, así
como del lamentable y vergonzoso espectáculo de gentes buscando algo de
utilidad todos los días por los contenedores de basuras de todo el país.
Está claro que las leyes eran a gusto de los gobernantes de
turno: con esa falsa alegría económica, recaudaban una inmensidad para destinar
luego a toda clase de despilfarros públicos, y los gestores bancarios se
llevaban suculentas primas por cada préstamo concedido. Pero ese dinero que tan
alegremente circulaba no existía: tan sólo eran simples anotaciones bancarias
sobre el papel y fiadas a terceros bancos, que a la vez fiaban sobre cuartos
bancos, tanto fueran nacionales o internacionales, hasta que llegó un momento
que alguien se dio cuenta de que ya no quedaba en quien fiar, y que eso era
todo un encadenado fiado de un dinero anotado en cuenta que no existía,
llegando al final los bancos a acusar de liquidez, que se hecho necesario que
los rescataran los gobiernos con inyecciones de capitales públicos de los
contribuyentes. Claro que el único dinero existente es el que se ha quedado
escondido en los opacos paraísos fiscales garantizados por leyes de secreto
bancario, que es donde lo guardan los listos especuladores y demás corruptos
que se han salvado de la quema del pinchazo inmobiliario .O sea, que esto fue
como un encubierto timo de la estampita en grande y a nivel público, consentido
por los gobernantes de turno. Pero se hubiera impedido con algo tan sencillo como
una ley anti usura de límite de hipoteca en 15 años, que hubiera hecho
imposible que se inflaran los precios de las viviendas en un mercado cuya
hipoteca no hubiera podido sobrepasar los 15 años para evitar la usura, y a que
los precios se hubieran adaptado y anivelado a esta situación. Y así estamos
ahora con esa terrible resaca que se traduce en unos escandalosos niveles de
paro, recortes por todos los lados, subidas continuadas de impuestos, cientos
de miles de desahucios, inmigrantes que no quieren marcharse,…..con el
descubrimiento más claro de las corruptelas públicas y las fallas del sistema
político que fomentan la misma corrupción generalizada, y al mismo tiempo una
falta de voluntad política en arreglarlo, incluso creando cortinas de humo de
independencias, noticias sobre desgracias, y demás distracciones por el estilo,
que ventilan habitualmente por televisión.
En esa especie de “timo de la estampita” los principales
timadores han sido los gobernantes que tanto se han beneficiado de ello, y con
ello especialmente la irresponsabilidad del gobernador del banco central y su
complicidad con el presidente del gobierno por no avisar ni tomar medidas a
tiempo contra ese ficticio sobrecalentamiento económico, que no era otra cosa
que una especie de timo de la estampita a nivel nacional, y que ha dejado a
mucha gente en el paro y en la miseria. A esos habría que llevarlos al
banquillo, exigirles responsabilidades y juzgarlos, tal como han hecho en
Islandia.
¿Soluciones a todo esto?. Pasa por varias:
1.- Reformas laborales que quiten las normativas y liberalicen
completamente las contrataciones, sin indemnizaciones para nadie, con lo que
fomenten la facilidad de la entrada al mundo laboral de las personas laboriosas
y responsables, al mismo tiempo que faciliten a las empresas el despido de los
vagos, pillos e irresponsables.
2.-Reducción de esas administraciones enormemente
sobredimensionadas, con todos esos privilegios de enchufes vitalicios.
3.- Bajada de impuestos, y facilidades para los
emprendedores sin los castigos de los impuestos, las normativas y demás trabas
burocráticas.
Son tres simples acciones políticas que darían lugar de
nuevo a aquello de los franceses de “quan le bâtiment va, tout va”, es decir,
cuando hay faena en la construcción, el resto va bien, ya que ejerce de inercia
y locomotora económica que empuja y estimula al resto con la circulación de
capitales y el consumo. Pero lo malo es que hoy por hoy esa voluntad política
de arreglar el paro no existe, con lo que inevitablemente vamos a una economía
de subsistencia, de empleo sumergido y de sueldos muy bajos en los empleos
legales. Y así estamos de momento. Y mientras tanto disfruten de lo votado y de
las ya habituales “Juergas Generales” con las que se divierten los más listos
que saben vivir del cuento y de la estafa pública a costa del resto de los
otros ciudadanos menos afortunados.
Y que no nos vengan con el cuento de que la solución está en
más “Investigación y desarrollo”, ya que para el albañil, el único invento de
utilidad de los últimos años, tan sólo ha sido el invento del nivel láser. Todo
lo demás: normativas, impuestos y demás chorradas, sólo ha servido para ponerlo
todo más caro y más difícil. Y así nos va, de momento.
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