Las paredes que pueden construirse de cualquier material: piedra, ladrillo, bloque, etc…, tienen la característica común que suelen hacerse aplomadas, o con algunas inclinaciones condicionadas a los soportes o agarres que tengan en los lados o encima.
Es muy importante hacerles ataduras y ligamientos en los lados, para asegurar un mayor agarre y evitar la formación de grietas. La famosa “pared maestra” que llaman algunos albañiles, no es otra cosa que una pared estructural que sirve de soporte al resto del edificio, sea para asentar vigas y otras modalidades de forjados.
Las demás paredes, generalmente sirven para limitar y formar espacios con cada una de sus finalidades: comedor, cocina, baño, dormitorios, trastero, etc…, y suelen ser mucho más delgadas, para ahorrar el coste de material y facilitar el derribo cuando te tienen planes de quitar o desplazar la pared.
Normalmente suelen hacerse colocando por los lados unos hilos a plomo que hacen de guía, o bien unos reglas periscopios con los que atar cada una de las distintas hiladas con las que se piensa levantar la pared. Otra forma es hacer a plomo los huecos de las paredes adyacentes donde se van a ligar los agarres.
Afortunadamente los nuevos aparatos de luces láser que indican plomo, nivel y ángulo recto, ayudan en el marcado. Para la construcción con ladrillo visto, conviene calcular y marcar cada una de las hileras, y limpiar el ladrillo antes del secado completo de la argamasa (mortero).
La argamasa o mortero para levantar un muro o pared generalmente suele hacerse con arena y cemento, en la proporción de 3, 4, ó 5 paladas de arena -depende de lo cargada que se desee la mezcla, aunque como norma 4 puede ser buena- por 1 de cemento, y agua con líquido, sea de hidrófugo o bien de sustancia flexiblilizante (que da fluidez para colocar el ladrillo y evita un secado rápido), y se revuelve bien son la hormigonera en un periodo no más allá de 10 minutos; en este caso dicho mortero deberá estar un poquito espeso para poder poner bien los ladrillos, pues si estuviera muy líquido no podríamos conseguir que el ladrillo vaya a su sitio, aparte de que ensucia más las juntas, aunque cada profesional la prefiere a su gusto, pues son bastante las quejas que reciben los peones sobre si el mortero es demasiado espeso o demasiado claro, según el albañil al que le toque servir.
Yo lo prefiero trabajar en un término medio, no demasiado espeso, ni demasiado rápido, pues por otra parte, si no ha de ser pared vista, hacerlo con mortero más espeso hace que cueste más de colocar el ladrillo y ello supone más lentitud, cuando la pared hay que hacerla rápida, pues en este oficio el tiempo siempre es oro, teniendo en cuenta que para la misma construcción se puede tardar más o menos horas, más o menos días, considerando también, la competencia salvaje y brutal que existe en el sector, y que exige ser los mejores, los más rápidos y los más baratos. Se trata, pues, de perfeccionar la técnica de la construcción de las paredes, una de las faenas básicas de la construcción.
Los ladrillos cerámicos, generalmente suelen mojarse, para que los poros absorban y se pegue más el mortero. No así con los bloques o con las piedras, que además es más recomendable hacer la mampostería con mortero más bien tirando a espeso para este último caso.
También cabe decir que si la pared es para un remolinado o regresado de mortero, lo mejor es enlucir rápidamente la pared recién terminada, porque todavía no acaba de fraguar el mortero de las juntas, conservando algo de humedad, lo que permite como una especie de soldadura con el mortero del enlucido, lo que facilita un mayor agarre de dicha capa de mortero enlucida a la pared, en sus funciones de pared remolinada o regresada para poder aplacar alguna piedra o azulejo visto.
Como que normalmente antes de su acabado final, suelen hacerse las regatas para el paso de distintos tubos, sean de electricidad, agua, gas o teléfono, lo recomendable es hacer algunas fotografías que retraten lo que pasa por cada sitio, para así saber lo qué hay en cada sitio de la pared, para la posterior operación de, por ejemplo, colgar un cuadro o poner una estantería, en donde hay que hacer agujeros para los soportes, sin afectar lo que pasa por el interior de la pared.
Otra cosa es la construcción de paredes de pladur (planchas de carton-yeso prefabricadas) sostenidas con los elementos metálicos internos, y cogidas por ciertos tornillos especiales. Es una forma rápida, que permite luego ser derribada sin afectar demasiado la estructura inicial por defecto. Pero es un tipo de pared blanda, y con ello de pésima calidad ya que cualquier golpe la deja abollada o deformada, aunque con la ventaja de que es bastante insonora y aislante, gracias a la fibra que suele colocarse en su interior.
Y desde luego, para un paleta, la pared que tiene que levantar es como el lienzo para el pintor o la escultura para el escultor. La pared es su particular obra de arte, en la que muestra su profesionalidad y su veteranía, y tiene que quedar perfecta. Tiene que ser segura, fuerte, indestructible. Pero también tiene que ser bonito, y adecuarse a los fines para los que ha sido construido. La pared bien aplomada, bien anivelada, y con las juntas limpias, definen al albañil que lo ha construido.
Cuando a un aprendiz le sale bien la construcción de una pared, ya se tiene ganado los galones de oficial de segunda, y si no es así, como una vez hizo cierto albañil con su aprendiz: darle una simple buena patada a la pared, para que se derrumbe toda por sí misma, volver a limpiar los ladrillos, construir de nuevo la pared (pero esta vez bien hecha), aunque el aprendiz esté llorando. He querido comentar esto en mi entrada de hoy, porque más de una vez he sido testimonio de este proceder, aunque sin llegar a estos extremos de brutalidad, cuando uno de los paletas estuvo tan cabreado de ver la pared torcida, que no se le ocurrió otra cosa que derribarla entera, dando una buena patada (y eso que los ladrillos eran tabiques –aquí en zona de Girona llamamos así a los mahones grandes- de 5 centímetros). No llores, chico –le dijo otro de los albañiles al aprendiz-, lo hace para que aprendas. Por casos como ese, y por esas razones, los aprendices empiezan a cobrar tan poco sueldo, porque al no hacer bien o al tener que repetir, no suelen ser lo suficiente productivos, pero es el precio que hay que pagar para aprender.
Como recomendación final, en el caso de las paredes interiores, recomiendo que la masa final que une la pared con el techo sea de yeso, porque al tener ese material la propiedad de que se expande, presiona por si misma entre el techo y la propia pared, haciendo que quede mejor cogida y agarrada.
LAS CÁMARAS
Las cámaras-cerramientos generalmente son paredes de tabiques que se hacen paralelas a las exteriores, dejando una cámara de aire, que sirve de aislamiento y para separar la humedad.
Tras haber acabado las cámaras-cerramientos, se podrán empezar a tomar las medidas interiores, previa limpieza, marcando con el tiralíneas, para poner los primeros ladrillos (generalmente tipo tabique o mahón), para separar las distintas habitaciones de la planta. Si no resulta molesto, poner toda la primera hilada, para que dé idea de cómo quedarán las habitaciones y las distribuciones.
Y a partir de aquí empezar por poner los reglas periscopios para construir las paredes del modo que se pueda hacer lo más rápido posible, en cuanto a estrategia de movimiento y el traslado del material que se pueda por el interior, así como poniendo bien aplomado y anivelado los bastimentos (premarcos) de lo que serán las puertas. Empezando de una parte a la otra, de modo que no tenga que estorbar el traslado y acumulación de los materiales que han de terminar siendo las paredes.
Una vez acabadas esas paredes, ya es cuestión de que vengan los lampistas y nos marquen las regatas por donde deberán de pasar los tubos de las instalaciones, tanto de electricidad como de agua, que se tendrán que cortar con radial (con todo el polvo que ello supone), o bien hacerlo manualmente a golpe de cincel o punzón con la maceta, destrozando en lo mínimo posible el ladrillo, para evitar la formación de futuras esquerdas ( grietas).