A veces me preguntan: ¿cuántas horas trabajáis los albañiles?. Aunque el convenio marca 40 horas, creo que, por ejemplo, en algunos lugares de Andalucía, no se trabaja en verano, aunque no estoy muy al día con el convenio, puesto que es un texto tan largo que se te lleva horas leerlo, y del cual no creo que se ponga a leer nadie del gremio. Os dejo el enlace:
V CONVENIO COLECTIVO DE LA CONSTRUCCIÓN EN ESPAÑA
En los tiempos del “boom” y desde siempre solían hacer 10 horas obligatorias de lunes a viernes, incluidas las del sábados que más bien eran voluntarias (por lo menos así era en mi región, que era un pacto secreto no oficial entre todas las constructoras de la localidad). Durante el boom, muchos ni siquiera se tomaban vacaciones (entre los que me incluyo yo mismo que como mínimo durante los 10 años previos al estallido de la burbuja inmobiliaria me los pasé sin haberme tomado nunca vacaciones). Tantas horas de trabajo, y encima sobrepasando las líneas oficiales, dicen de todo sobre lo generadora de riqueza y locomotora económica del país que era el sector de la construcción en unos tiempos que ya nos son pretéritos. Uno de mis jefes dijo una vez de mí, que me lo tomé como un verdadero piropo: “es el único loco que tenemos en España que no deja de trabajar”.
Hay que añadir que no son exactamente 10 horas las que trabajan los albañiles, sino mucho más entre si tienes que añadir el tiempo del desplazamiento (a veces ese desplazamiento superaba los 50 kms fuera del domicilio), y el del regreso a casa cuando todos los días tienes que ducharte y te absorbe buena parte del tiempo, de modo que poco tiempo queda para hacer vida privada, y para descansar del oficio más duro y cansado del mundo.
O sea, que aunque voluntariamente, o porque es costumbre en el sector donde el 95% de las empresas constructoras son pequeñas empresas, trabajan casi como esclavos sin parar, haga sol, frío, viento, llueva o nieva, porque aquí en el gremio del ladrillo lo que ha imperado desde siempre es una competencia salvaje. Cuando veáis a Supermán o a Terminator por el cine, pensad que esos ya existen en realidad: los de carne y hueso son los albañiles, pues son muy pocas las personas que aguantan este tipo de jornadas, ya que tienen que soportar los rayos del sol, la insoportable caricia del viento, el frío en unos pies congelados, y en consecuencia el enorme desgaste físico que esto conlleva, y encima ahora te obligan a jubilarte con 67 años.
Algunos de los que que entraban en el gremio solamente duraban dos días y optaban por irse a buscar otro tipo de trabajo, otros más terminaban la obra por compromiso con el cumplimiento del contrato y se retiran a cobrar el paro, pocos eran los que se dedicaban de lleno a esta actividad, como es mi caso donde he estado unos 25 años, que naturalmente yo como el resto de los colegas de la paleta, sólo estaba ahí por dinero, a pesar de su dureza, lo cual tanto tiempo me convierte en un verdadero veterano, dicho sea con modestía aparte. Lo curioso es que hoy en día empiezan a aparecer ya más facultativos (aparejadores, ingenieros, arquitectos, etc…) los que suelen ir limpios y bien arreglados, que no los albañiles propiamente dichos (los que trabajan de verdad, sudan a mares, y siempre están llenos de suciedad, polvo y mugre), en estas condiciones habrá que ver cómo se va a repartir el trabajo entre tanto facultativo, y albañiles veteranos cada día más escasos.
Ahora con la crisis es muy frecuente ver autónomos sacar a pasear a sus perros por las calles: no hay trabajo, y el resto de las empresas que van tirando, los que de momento no han sido despedidos todavía, suelen hacer ya las ocho horas legales, y las vacaciones tomadas de modo obligatorio para casi todos. Es que no hay mucho trabajo, y hay que repartirlo entre todos, y naturalmente suponen menos horas de trabajo, lo cual es algo malo para el currante del ladrillo que gana menos dinero, y para el país que ya no se genera esa riqueza de antaño tan necesaria para tirar adelante y que era producto de trabajar muchas más horas. Y para la inmensa mayoría de los sufridos currantes del ladrillo, hoy por hoy no tienen otro sítio donde estar que en el paro, una situación muy deprimente, que hace que además se vayan oxidando las facultades y la capacidad adquirida de los anteriores duros años de trabajo.
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