Me ha llamado atención este cuelgue de dos letreros informativos donde se indican dos oficios distintos, y lo digo porque me encontré una vez que una amiga mía madrileña de la clase social de altos vuelos que se ha criado, crecido y relacionado entre hijos de ministros, aristócratas, miembros cercanos a la familia real, embajadores, diputados, y grandes empresarios,… me dijo una vez que yo era el primer albañil que conoció en persona, y que consideraba que lo de abogado era de buena condición social y que infundaba mayor respeto social, pero que no de albañil al que lo tomaba más propio de “paleto”, o sea de lo más bajo e inculto de lo que hay socialmente. Yo hube de decirle que consideraba que el oficio de albañil era muchísimo más honrado que el de abogado, porque el trabajo del albañil se materializa, toma forma y se ve, mientras que el del abogado es mover unos papeles y aprovecharse de las desavenencias y demás desgracias de los demás, para obtener el máximo de dinero posible, pero eso sí: usando un buen traje y corbata, mientras el albañil se tenía que ensuciar todos los días de polvo, y sudar. Hube de decirle que durante los años del boom inmobiliario, los albañiles que trabajaban mucho, podían ganar buen dinero, y que de abogados hay demasiados y a cuanta más saturación de abogados, menos clientes, hasta el punto que algunos muy pocos clientes llegan a tener. Ahora con la crisis, y con tanta gente arruinada, se hace difícil también para los abogados obtener ganancias de clientes difíciles de encontrar, pero a la par cada vez más arruinados. O sea que son contradicciones, y personalmente en muchos aspectos no considero el oficio de abogado mejor que el del albañil, aunque abundan más los sinvergüenzas entre el colectivo de los letrados, que aprovechan más lo de “hecha la ley, hecha la trampa”, con lo que forrarse y con ello hasta dar el pelotazo, ya que aparentemente casi todos los abogados van tras el dinero. Mientras que entre el albañil poca trampa puede haber, porque cuando una obra acaba siendo una chapuza, simplemente es una chapuza visible.
Los albañiles se levantan pronto, y acuden al trabajo, a la obra, haga frío, calor, llueva, nueva o haga viento, aguantando grandes esfuerzos físicos y reventándose las espaldas, cumpliendo una larga jornada todo el día de pie y sin sentarse, y por consiguiente unos horarios definidos. El abogado en cambio tiene trabajo muy cómodo, sentado en un buen sillón con un ordenador delante donde tiene plantillas de todas las leyes y toda clase de documentos legales para aplicar informáticamente y hacer tramitar por los tribunales, cambiando fechas, alguna coma, alguna palabra, etc…., o sea en comparación trabajo facilísimo y de muy poco esfuerzo, salvo que en el tribunal ha de tener una amplia base cultural y formativa para poder disponer de una facilidad de lengua y de persuasión en el tribunal para ir por los intereses de su cliente tratando de ganar los juicios, y tratando de lidiar al otro abogado de la parte contraria.
Y mientras el salario del albañil va en función de las horas trabajadas o los metros de obra realizados, el del abogado va por libre según papeleos y citaciones judiciales, que a más de uno va a escandalizar que por un par de folios sobre, por ejemplo, llevar un divorcio, como mucho un par de horitas de despacho para atender a su cliente, y una vista en el tribunal de apenas media hora, se lleve de honorarios, por ejemplo 4000 euros limpios, y además muchas veces sin factura, sin IVA, y sin declarar. Y luego, claro, con los recursos, apelaciones, y demás embrollos que alargan el proceso judicial, más pasta les supone para ellos.
Claro que es sabido que entre la clase política y funcionarial hay muchos abogados que se han aprovechado e implicado en la corrupción y con ello se han enriquecido robando, y no es como el caso de los honrados albañiles que sólo ganan por los acabados materiales de sus trabajos, y por tanto en ambos oficios hay grandes diferencias con comparativas muy odiosas.
Por supuesto que quizás el oficio de abogado esté mejor visto socialmente, pero sin duda alguna, a la hora de medirlo por la vara de la honradez, el del albañil sale mejor situado, ya que es más visible su esfuerzo y lo que realiza dejando como acabado final.
que opinarían si les digo que encarno los dos oficios, tan distintos, mi papa fue maestro constructor, crecí y estudie trabajando en la construcción, quise dejarlo pero mientras me graduaba en derecho, la construcción me daba dinero rápido. actualmente soy colegiado, llevo algunos casos, he trabajado para el estado como abogado. y tengo una pequeña empresa constructora.y de ves en cuando meto mano en la construcción, a veces pienso que esto es demasiado raro y que merecería un reportage jaja.
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