Ya he puesto en otras entradas de este blog el tema de las mujeres albañilas, una profesión muy dura para ellas, en un sector completamente machista que para quien se dedique a ello, sea hombre o mujer, necesita de gran resistencia física y alta capacidad para el stress. Por otra parte ya he propugnado por la igualdad de género y sus libertades, y que sea el libre mercado que elija a los mejores profesionales, independientemente del sexo de los currantes o facultativos que a ello se dedican.
No obstante, por las características físicas, las mujeres son más aptas para ejercer de facultativas, es decir arquitectas o aparejadoras, que no de albañilas propiamente dichas, ya que eso es más en plan mula, dispuesta a soportar grandes y agotadores esfuerzos en el trabajado de todo lo que atañe al ladrillo. Ya esas otras mujeres, con alguna titulación universitaria, sólo necesitan un simple estudio o habitación con un ordenador para crear y diseñar los edificios con cada una de sus funcionalidades, que al final acabarán construyendo, dando forma y materializando los albañiles (o albañilas, pongamos el caso).
La presencia de esas damas en ese mundo tan machista del currante del ladrillo, es como un avance más en el reconocimiento de la “liberación de la mujer”. Y las hay que incluso son bellas, gratas a los ojos del sufrido albañil, y que con su presencia hacen más llevaderas las obras, sobretodo si son amables, sin esa arrogancia propia de los facultativos, que animan a la colaboración con el resto de los albañiles siempre que se imponga el sentido común por encima de absurdas normativas, los que en serio dedican el verdadero esfuerzo en el milagro de dar forma material a todo aquello que la señora o señorita arquitecta o aparejadora lleva diseñado en sus planos o en la tablet con la que se presentan en las obras (llevando el casco, naturalmente, no sea que se topen también con alguna de esas cabronas de “riesgos laborales” que se fijan mucho en el odiado casco).
Esa misma libertad vale para ir ligeras de ropa en tiempo estival cuando aprietan con fuerza los calores, igual como suelen hacer el resto de los albañiles.
DEJANDO EL HUMOR APARTE, DEJEMOS QUE LAS ARQUITECTAS NOS HABLEN DE SUS COSAS DESDE OTRO PUNTO DE VISTA:
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