Pero
¿qué es el “stress”?. Se me ocurre explicarlo de la siguiente manera: Me
comentaron una vez que una psicóloga en una sesión para abordar el tema del
estrés levantó el vaso de agua que tenía encima de la mesa de conferenciante, y
preguntó a los asistentes: ¿Está medio lleno o medio
vacío?
Y sin embargo, luego ella preguntó: ¿Sois capaces de decir cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos.
Pero la psicóloga respondió: "En realidad el peso puede no ser importante, ya que depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo 1 minuto, no es problema; si lo sostengo una hora, empezará a dolerme el brazo; si lo sostengo 1 día, mi brazo se agarrotará, entumecerá y paralizará. El peso del brazo no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado se vuelve, hasta que llegará un momento que ya no podré aguantar más.
Y sin embargo, luego ella preguntó: ¿Sois capaces de decir cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos.
Pero la psicóloga respondió: "En realidad el peso puede no ser importante, ya que depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo 1 minuto, no es problema; si lo sostengo una hora, empezará a dolerme el brazo; si lo sostengo 1 día, mi brazo se agarrotará, entumecerá y paralizará. El peso del brazo no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado se vuelve, hasta que llegará un momento que ya no podré aguantar más.
Y continuó: "Así el estrés y las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellos todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada, agotado por ese peso insoportable, y presto ya para derrumbarte cuando ya no puedas más”
Por ello, recomendó la psicóloga, es importante acordarse de dejar las tensiones tan pronto como puedas, al llegar a casa suelta todas tus cargas, y no pensar ni traer ninguna de las preocupaciones laborales a casa. Cuando se regresa a casa, se debe de desconectar de todo lo laboral, y aprovechar la vida privada para uno mismo y para la propia familia. Acuérdate de soltar el vaso nos quiso indicar la psicóloga. Y en ese sentido me refiero a las obras y a lo que tienen que soportar los albañiles durante sus jornadas laborales.
Porque en las obras, en realidad lo más cansado
no es tener que ejercer tareas pesadas, o aguantar frío, calor espantosa, la
lluvia o nieve, o un molesto viento, sino que son las estupideces de personas
muchas veces impresentables y de mala fe que tienes que aguantar, que se crecen
y disfrutan jodiendo a los demás, perdiendo totalmente la vergüenza, tratando a
los demás de cualquier manera, y al mismo tiempo ganduleando en todo lo que
pueden, salvo cuando aparecen los encargados, jefes o clientes que aprovechan
para hacer de lameculos. Las personas con las que no tienes afinidades, que son
vagas, irresponsables, caraduras, aprovechadas, acosadoras que saben que no les
puedes replicar,….son lo más stressante de aguantar en las obras, y ese tipo de
gente existe con más frecuencia de lo que pueda imaginarse. . Y llega un
momento que como el caso del vaso de agua, se hace insoportable aguantar y se
estalla.
En
tiempos de bonanza queda la posibilidad de hablar con los jefes, se le expone
el problema, y se le solicita una solución favorable a esta situación que hace
insostenible la jornada. Pero a veces los jefes no quieren saber nada de esos
temas ya que son demasiado desagradables a la par que habituales, teniendo en
cuenta que ya tienen bastante con sus propios problemas; yo ya me encontré
alguna vez en estas situaciones con lo que en un momento dado le comuniqué al
jefe el problema de convivencia que tenía, y le insté a que o despedía a la
otra persona, o era yo quien se despedía de la empresa, y como lógicamente
prevalece el criterio de conservar a la persona más apta, excelente, rentable y
competente, el otro tuvo que ser despedido, quitándome un gran peso de encima.
De ahí me he encontrado pues, que en las obras siempre he hecho equipo con la
gente más responsable y trabajadora, dejando atrás la más vaga y sinverguenza,
que la hay sobradamete por todas partes. Porque lo que está claro es que si
quieres conocer cómo es de verdad una persona, pues hay que hacer como recomienda
el antiguo adagio: ponerla a trabajar, ya que así sus hechos por sí solo le
delantan y dicen todo de esa persona. Por la parte que están los típicos
chivatos, “pelotas” y lameculos, sólo digo que hay que hacer como dice el
refrán “haz bien y no mires a quien”, que con contar con el voto de confianza
de los jefes y clientes es más que suficiente frente a todos esos malos
cotillas que no hacen otra cosa que criticarte y hablar mal de uno mismo,
consecuencia entre otras cosas de envidias malsanas y otras malas manías que
van cogiendo.
Pero en épocas de crisis, eso es más complicado, pues si expones
ese tipo de problemas ante los jefes no sabes el resultado final, siendo la
prioridad máxima el poder cobrar el sueldo cada mes, y entonces ese stress se
vuelve más corrosivo y destructivo, que te destroza por dentro y hace que
sientas la vida muy amargada, sin olvidar que también en épocas de crisis, la
maldad de la gente aflora aún mucho más, encerrándose en sí misma y defendiendo
exclusivamente sus propios intereses, casi sin importarles apenas nada los
problemas de los demás. Esa es pues, una de las situaciones más stressantes en
las que uno se puede encontrar en una obra, con gran poder de desgaste mental y
moral, ya que no te puedes enfrentar a la situación arriesgándote a perder el
trabajo, y que muchas veces suponen verdaderas depresiones que hay que saber
encubrir. En las obras muchas veces no hay amigos, ni compañeros, sólo simples
colegas de trabajo, intentando guardar las apariencias cada uno, que marcan
distancias, y que cuando se han de meter o involucrar en algo es porque no
queda otro remedio.
Existe mucha más gente malvada, sinverguenza y aprovechada de
lo que nos imaginamos, y también aquello de “el que no tiene padrinos, no se
bautiza”. Con crisis hay que aguantar situaciones para no perder ni el trabajo
ni el sueldo, pero con la bonanza, uno tiene más posibilidades de hacer que se
le valore más, que se le escuche, y que se le acepten sus condiciones, y si no
se les satisface, pues le queda la opción de probar suerte en trabajar para
otras empresas. Así son las cosas, y esos temas no se hablan en las
universidades ni en los manuales sobre construcción, pero son tan reales como
la vida misma, que no podrían faltar en esa entrada del presente blog, y para
que conste.
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