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domingo, 16 de junio de 2013

MASONERÍA Y ALBAÑILERIA



Complicado decir y definir qué es la masonería. Según los ritos inglés, escocés y norteamericano, se define así: “Un hermoso sistema de moral revestido de alegoría e ilustrado con símbolos”. También: “ Una ciencia que se ocupa en la investigación de la verdad divina”


Los masones alemanes concretan más y la definen: “La actividad de los hombres unidos íntimamente, sirviéndose de símbolos tomados principalmente del oficio de albañil y de la arquitectura, trabajando por el bienestar de la humanidad, procurando en lo moral ennoblecerse a sí y a los demás, y, mediante esto, llegar a una liga y paz universal, de que aspira a dar desde luego muestra en sus reuniones”. Tiene por divisa: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, el actual lema de la República Francesa.


La masonería es una sociedad secreta medieval que ha perdurado hasta nuestros días. Fue originaria de Inglaterra.

 Masón viene de maison que significa "casa" en francés ( “mason” en inglés, y “maçon” en francés, que ambas palabras significan “albañil” o “constructor”, a pesar de que “albañil” es de origen árabe) .


Pero ya de mucho antes que esto, los masones atribuyen su origen, aparte de los antiguos constructores egipcios, a Hiram Abif, el arquitecto del Templo de Salomón (el anterior al Templo de Herodes de los tiempos de Jesús, y cuyo tesoro fue saqueado por el general romano Cneo Pompeyo Magno), conocedor de técnicas sorprendentes de arquitectura y al que asesinaron sus propios aprendices intentando arrebatarle sus conocimientos. 

Esos conocimientos de cada uno de los maestros constructores pasaron a los romanos (el arquitecto Vitribio, entre otros), y a los constructores godos de las sólidas fachadas de piedra, y al final buena parte de estos conocimientos sobre construcción y arquitectura, que apenas no variaron desde las épocas más remotas, se transmitieron a los constructores de catedrales góticas del medievo, sobre todo a los asentados en Escocia, lugar donde se considera la cuna de la masonería. 


 Tales conocimientos de albañilería y arquitectura  eran aprendidos a pie de obra, en los tajos de aprendices o peones que con mucha práctica y trabajo llegaban a oficiales o maestros albañiles, de mano de quienes anteriormente habían trabajado en ello, perfeccionando sus conocimientos, que estaban basados en el ingenio, la práctica y la institución de cada albañil y arquitecto, aunque esos conocimientos se pudieron transmitir también por escrito, como conocemos, por ejemplo con los libros de arquitecto romano Vitrubio, aparentemente la única obra de arquitectura que nos queda de la Antigüedad. 


Naturalmente influían las costumbres de cada lugar y los materiales de la zona, pero en muy poco habían variado los conocimientos de albañilería y arquitectura, con los trabajados de la piedra, la elaboración de las argamasas, los sistemas de apuntalamiento y la ingeniería de tecnología en preparación de andamiajes, poleas y grúas manuales.  


Un trabajo muy duro, por cierto, sometido a los rigores de la intemperie, a los vaivenes sociales tales como crisis políticas, guerras, años de hambrunas, muy desgastante físicamente, que fue muy apreciado y valorado, que partió de una necesidad de construir edificios tanto civiles como religiosos, y que a base de perfeccionarlo se fue convirtiendo en arte, y los miembros de ese gremio, en unos sabios muy cultos y preparados en cuanto se refiere a la construcción, que se iban convirtiendo en entes corporativizados, en cuyo origen está lo que acabaría siendo la masonería.


 Las cosas se tenían que hacer bien y con mucha sabiduría porque si no se hacía bien, la edificación se derrumbaba y luego habría que hacerlas otra vez, y sería más de dos veces el doble de caro y de pérdida de tiempo. 


Así que tenían que poner mucha práctica, mucho ingenio, mucha voluntad, mucha paciencia, y sobretodo mucho, pero que mucho trabajo, como la única manera de aprender lo que luego se iría transmitiendo a las nuevas generaciones.

 

En la edad medía el analfabetismo era totalmente extendido, excepto entre las clases dominantes (realeza, nobleza y alto clero), pero existía un grupo de profesionales, los constructores de catedrales, iglesias, palacios, castillos, etc…, formado por maestros albañiles y arquitectos, que de alguna manera se consideraban a ellos mismos un gremio elitista aparte.


 Ellos conocían el arte de picar piedra, de moldearle y darle forma y conocían también el cálculo y la técnica necesaria para levantar dichas construcciones. 


Y esos conocimientos secretos sólo formaban parte del gremio, y se transmitían de generación en generación, de maestros a aprendices, tratando de perfeccionar y mejorar tanto el método de trabajo como el arte de la construcción propiamente dicha. 


  Por ello, empezaron a darse cuenta que todo en el universo estaba regido por unas normas universales, matemáticas, científicas y lógicas. Y consideraban por tanto al Dios cristiano como el Arquitecto Universal de todo lo existente.


La masonería, que en principio estaba formada por miembros del gremio de la construcción, evolucionó poco a poco admitiendo a libre pensadores, médicos y filósofos, comerciantes, y demás elementos de la nueva y emergente burguesía ilustrada, formando las “logias masónicas”, herederas de los antiguos colegios de barrio romanos (algo parecido a las asociaciones de vecinos, pero con intereses concretados).


 Esa masonería, a su vez se acercó a las clases nobles y altas, para atraerlas a su órbita, en un mundo donde aparentemente las libertades no formaban parte del orden social. 


Esas logias de profesionales albañiles utilizaban un lenguaje simbólico vinculada a las herramientas que empleaban: maza (fuerza), inteligencia (cincel), compases, reglas, plomadas, balanzas, paletas, manuales,  etc… 


Hoy en día los masones están por todos lados. Se reúnen en logias, y cada logia tiene sus normas pero respetando siempre la filosofía transmitida desde la gran logia de Inglaterra, cuna de la masonería.


El poder absoluto siempre se había opuesto a la masonería ya que actuaba esta como una quinta columna dentro del país, y de ahí que siempre hubiera choques de distintos intereses, y fueran perseguidos o actuaran desde la clandestinidad.


 Por eso su continúo enfrentamiento con la Iglesia y el poder real; pero su complicidad (junto con los llamados “illuminati” –conspiradores en la sombra, como sociedades secretas, y haciendo suyos el lema masón de “libertad, fraternidad e igualdad”-, muchos de los cuales eran miembros de la masonería) en la preparación de la Revolución Francesa, seria clave para hacer caer al Antiguo Régimen, e instaurar otro régimen de corte más liberal, de alguna manera ya iniciado con el conocido Código Napoleónico. 


Naturalmente con el paso del tiempo hasta nuestros días han ido evolucionando esos ritos y objetivos  esta especie de secta, ya muy fragmentada y con diversos nombres, que tuvo lugar su origen entre los primeros albañiles, y han pasado a constituirse las familias más ricas y poderosas del mundo que controlan desde la sombra la banca y las multinacionales (el poder económico, e indirectamente el poder político). 


Habría que hablar que lo que queda de ella, de alguna manera, ya de forma muy diversificada, ahora lo que son, por ejemplo, el Club Bilderberg, la Trilateral, el FMI, Goldman Sachs, las distintas Mafias hermandadas como la italiana, rusa, china, japonesa, incluso de alguna manera los propios partidos políticos controlados desde el aparato del poder y sin listas abiertas en su control, etc.. Pero esto es ya otra historia.

 

Las élites poderosas de la masonería se fueron separando del obrero albañil de base, ya de origen emigrante y analfabeto, con el resurgir de la Revolución Industrial que daría lugar al descubrimiento de lo usos industriales del hierro, y a la fabricación de ladrillos y de cemento portland en gran escala, que cubriría las necesidades de vivienda de una gran masa de la población excluida socialmente hasta entonces, formados por obreros, trabajadores, campesinos jornaleros sin apenas propiedades, y en definitiva el proletariado, que ya apartados de la élite masónica y gremial, tomarían conciencia de clase con la creación de los partidos políticos y sindicatos obreros, siendo el Sindicato de Albañiles, por ejemplo, el primero en obtener la jornada laboral de 36 horas, en Sevilla, en el fatídico año 1936 que estallaría la Guerra Civil Española. 


Esos cambios sociales que trajo la Revolución Industrial haría posible dar viviendas baratas para los obreros cerca de los lugares de producción, y la construcción de grande viviendas para la nueva burguesía pujante.


 Y esto llegando a los tiempos presentes, con el descubrimiento y fabricación de diversidad de materiales para la construcción, y las distintas especializaciones para ello: yeseros, colocadores de pladur, alicatadores, tuberos, canalizadores y cubiertistas, etc…., que dejarían aparte el antiguo y tradicional albañil experto y experimentado en el arte de la construcción de cada parte de la vivienda, comenzando por los cimientos, llegando a la cubierta de tejados, y pasando por los acabados tanto interiores, como exteriores.


 



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